Una protrusión discal consiste en un abombamiento de las estructuras que forman los discos intervertebrales, que disminuye el espacio donde se alojan las estructuras neurológicas. Normalmente, aparece como consecuencia del desgaste natural de los discos a lo largo de la vida, que se van deshidratando y perdiendo elasticidad, y por lo tanto, su función.
No obstante, también es frecuente en personas jóvenes que realizan esfuerzos violentos (ya sea durante su actividad deportiva o en su día a día) o en trabajos sometidos a vibraciones, especialmente si existe una predisposición genética por tener una envoltura fibrosa discal más endeble o con menos elasticidad. El sedentarismo también es un factor de riesgo, ya que las protrusiones aparecen con más facilidad cuando existe debilidad muscular.
Si padeces frecuentemente dolor lumbar de características mecánicas, que aumenta cuando te mueves, debes acudir al médico para que estudie la posibilidad de que exista una protrusión. Este problema también puede provocar alteraciones neurológicas, como hormigueos en las piernas o ciática.
Prevención
Para prevenir y aliviar las protusiones, debes seguir con una actividad deportiva que te permita mantener un peso adecuado, así como un buen tono paravertebral y abdominal.
Evitar:
- Giros o esfuerzos violentos. como: el tenis, el pádel o el judo.
- Impactos repetidos, como el running.
- También influye en gran medida lo que haces cuando no entrenas, vigila tu postura, especialmente si pasas muchas horas ante el ordenador.
Lo ideal es que vayas explorando con tu especialista qué actividades puedes ir haciendo sin empeorar el problema. La mayoría de los discos, sobre todo aquellos que no provocan compresiones de las estructuras neurológicas, se controlan bien con fisioterapia e higiene postural, por lo que te va a ser posible vivir y entrenar con normalidad.
Aquellos casos en que el dolor es más intenso, pueden requerir tratamientos más agresivos, como la ingesta de antiinflamatorios no esteroideos o esteroideos, acompañados de analgésicos y relajantes musculares.
También pueden necesitarse bloqueos ya sean epidurales o facetarios. En caso de fracaso de todas estas medidas o cuando se produce una alteración neurológica motora, puede ser preciso el tratamiento quirúrgico.
No todos los estilos de natación son buenos para las dolencias de espalda. Si nadas sin criterio, incluso es probable que tu dolencia empeore. Te damos los ejercicios más beneficiosos para los dos problemas más frecuentes.
En este punto de proteger tu columna es muy importante la elección de ejercicios que hagas... Y que no hagas.
Conseguir una espalda fuerte y unos músculos de la zona central del cuerpo tonificados, debemos plantearnos un entrenamiento completo para trabajar globalmente.
De nada sirve salir todos los días al correr si no haces ejercicios compensatorios o dedicas algunas sesiones exclusivas a cuidar las zonas que se van desgastando a base de recibir impactos reiterados. De hecho, es muy contraproducente que te dediques solo a tu deporte dejando a un lado esta clase de ejercicios de fortalecimiento y estiramientos. ¡Deberían ser obligatorios!
Os proponemos a modo de ejemplo una sesión de yoga para conseguir este entrenamiento y una sesión específica de abdominales, otra de estiramientos activos y una especialmente diseñada para corredores, que suelen ser unos de los deportistas que más sufren a nivel lumbar (y que olvidan con mayor frecuencia la importancia de compensarlo con entrenamientos restaurativos).
¡No solo para combatir el dolor de espalda y prevenir lesiones, también para hacernos más fuertes!