Todos hemos echado mano del típico antiinflamatorio no esteroideo cuando sentimos dolor, bien por un sobreesfuerzo en el entrenamiento o bien por algún momento de sobrecarga muscular.
No es novedad y ya lleva un tiempo avisando la comunidad científica de los riesgos que conlleva abusar de los antiinflamatorios usándolos, en demasiadas ocasiones, sin un criterio adecuado.
Los descubrimientos desvelados de este último estudio, el tema se pone peliagudo, ya que estamos hablando de que sería peor el remedio que la enfermedad. El enfoque de la investigación versó sobre el hecho de observar qué causa exactamente que el dolor agudo se haga crónico.
Lo primero que se hizo fue estudiar la expresión de ciertos genes en un grupo de pacientes con dolor lumbar agudo. Algo que en un primer momento podemos considerar como algo normal: ¿quién no ha tenido un buen lumbago y ha tirado de Ibuprofeno, sintiendo cierto alivio un rato después? Sin embargo, este estudio ha revelado que hay algo más después de esa respuesta de alivio inmediato que hace que aumente el riesgo de desarrollar dolor crónico.
Para indagar sobre este sorprendente fenómeno, pasaron a experimentar con dos grupos de ratones con lesiones de espalda. Al primer grupo se le administró antiinflamatorios no esteroideos convencionales y al segundo, un analgésico diferente. En ambos grupos cesó el dolor a corto plazo, pero los ratones del primer grupo mostraron signos de mostrar dolor persistente a largo plazo.
¿Quién es el responsable?
Los investigadores centraron su atención en unas células inmunitarias: neutrófilos. “Estas células dominan las primeras etapas de la inflamación y preparan el escenario para la reparación del daño tisular” explicó el coautor del estudio Jeffrey Mogil. “La inflamación ocurre por una razón y parece peligroso interferir con ella”, concluyó.
Ojo al dato
Observando los registros médicos de medio millón de personas en Reino Unido, se encontró que las personas que consumían medicamentos antiinflamatorios para el dolor de espalda tenían alrededor de un 75% más de posiblidades de reportar dolor crónico persistente de 2 a 6 años más tarde en comparación a aquellas que tomaban paracetamol o antidepresivos.
Este controvertido estudio ha estado en peligro de ser publicado dada la enorme repercusión social que va a tener, ya que el tratamiento de antiinflamatorios para paliar el dolor agudo ha estado a la orden del día desde hace años.
Por supuesto, ninguno de los investigadores invita a nadie a dejar de consumir antiinflamatorios, ya que para algunos casos pueden ser opciones terapéuticas cruciales y muy valiosas. Simplemente, se avisa, se da un toque de atención para que seamos conscientes del grado de nuestro dolor y dolencia.
Autocuidado
La escucha corporal no se queda en el ámbito del zen y ciencias contemplativas. Tener bien desarrollada la propiocepción de nuestro cuerpo es el mejor regalo que podemos hacernos, saber qué necesitamos en cada momento y cómo ofrecernos el cuidado preciso para ese momento. Ante un dolor agudo intenso que nos impide hacer una vida normal, evidentemente hay que tomar medidas paliativas cuanto antes. Pero es necesario no quedarnos en el mero síntoma, para poder llegar a la raíz del problema debemos enfocarnos en las causas de ese dolor agudo. Anestesiarlo de primeras para que se me vaya a corto plazo, es lo más tentador ¡claro que a nadie le gusta sufrir! pero darnos un espacio de indagación y reconocimiento previo ante ese dolor puede ofrecernos mucha información valiosa sobre nuestra salud.
Este nuevo estudio ha sido publicado en Science Translational Medicine
Fuente: McGill University
