Dejando a un lado los gustos particulares, los “de vez en cuando no pasa nada…”, los “es que está tan bueno…”, los “luego lo quemo en el gimnasio…”
Aquí no vale lo que nos guste o apetezca, simplemente me ciño a lo que una persona que, más o menos, conoce el cuerpo y cómo funciona, nunca ingeriría estos productos para alimentar su organismo, por algo será…
1-. PATATAS FRITAS DE BOLSA
Doritos, bocabits, pelotazos, pringles… y toda la gama multicolor y ‘multisabor’ que se hacen pasar por el tubérculo que nace de la tierra y luego se fríe. Queda lejísimos, por no decir que ni están en el mismo universo, una patata de un dorito.
Los componentes de los aperitivos de bolsa son en su mayoría compuestos químicos en laboratorio: pasta de harina aderezada con colorantes, conservantes, saborantes… de ahí, que podamos tomar una “patata sabor barbacoa”; desde luego, el aroma y sabor es a churrasco recién asado, pero te comes una pieza de puré de gluten con ese magnífico brebaje químico que aporta todo su sabor y color.
2-. LAS “CHUCHES”
Aquí tenemos otro claro ejemplo de colores que la madre naturaleza no conoce. Esto ya nos debería dar una pista: muy adecuado para nuestro organismo no puede ser algo que es de color azul turquesa, verde criptonita o rosa fucsia. Por no hablar de la cantidad de azúcar que contienen esos “palitos” de plástico.
3-. SALSAS Y ADEREZOS ENVASADOS
Aunque son una opción realmente fácil para esos días en los que vamos pillados de tiempo con el menú, cociendo un poco de pasta y vertiendo la salsa, podemos degustar de un delicioso plato de auténtica pasta italiana. Pero hemos de ser cuidadosos, ya que la mayoría de salsas comerciales contienen un alto porcentaje de azúcar y aditivos innecesarios. Mejor la opción casera y, si hacemos para que sobre, la podemos congelar.
4-. EDULCORANTES ARTIFICIALES
Recurrimos a ellos para restar calorías, pero hacen más daño que beneficio, sobre todo porque carecen de todo tipo de nutrientes y solo sirven para realzar un determinado sabor. El aspartamo es uno de los más utilizados y muchos productos lo contienen en su composición para crear un sabor adecuado, que haga que ese alimento nos resulte grato al paladar, incluso nos haga pensar que es lo más delicioso que hayamos tomado nunca. Es preferible una cucharada de miel para endulzar el café que recurrir a la sacarina. La stevia es otra opción natural y saludable para endulzar.
*BEBIDAS AZUCARADAS: REFRESCOS, GASEOSAS, ZUMOS ENVASADOS…
Y siguiendo la estela azucarada, dentro de esta categoría también incluimos las bebidas ‘light’, que aunque ponga que apenas contienen calorías, lo cierto es que los sustitutos que se usan para reemplazar al azúcar son peores para el organismo que si comiésemos a mordiscos el panal de una colmena.
En las que son ‘normales’, la enorme cantidad de calorías que aportan son inútiles, vacías, el cuerpo no puede tirar de ellas para rendir, irán directamente a los depósitos de reserva de grasas. Además, estos azúcares disminuyen el colesterol bueno e incrementan los niveles de triglicéridos, alteran nuestra respuesta inflamatoria, incrementando el riesgo de padecer enfermedades crónicas. Para que nos hagamos una idea: un refresco de cola contiene el equivalente a 10 cucharadas de azúcar.
Os propongo un reto: convirtámonos en exploradores de nuestros sentidos y durante una semana intentemos no añadir azúcar donde normalmente se la echamos, encontremos el sabor original de los alimentos ¡nuestro paladar se volverá exquisito!
5-. EMBUTIDOS ENVASADOS
Aunque nos parezca mentira que este tipo de alimentos pueda resultar dañino para nuestro organismo, lo cierto es que debemos evitar los alimentos que incluyen espesantes adicionales (en la mayoría llevan un alto contenido en gluten) y muchísimos conservantes.
Tiene lógica si pensamos, sobre todo, en los derivados de animales (chorizo, jamón, pavo, salchichas, filetes, hamburguesas… envasadas al vacío) que requieren ser procesados para evitar la contaminación o la proliferación de microorganismos al entrar en proceso de putrefacción, algo que ocurre en pocos días.
Es mejor optar siempre por la versión fresca o natural del alimento.
Que nadie se desanime, existen multitud de alimentos para nutrirnos y, además, extraer todo su sabor sin perder la capacidad de disfrutar de la comida.