Todo practicante de yoga tiene asumido e interiorizado el esfuerzo diario que supone controlar un cuerpo sedentario a través de las asanas, mejorar las posturas cada vez que se coloca sobre la esterilla, ir ganando progresivamente en flexibilidad sin que sufran los músculos y las articulaciones, conectar mejor con tu yo interior… Y todo esto que busca el practicante de yoga en sus sesiones, también lo busca en otras áreas de su vida. Reducir el estrés, luchar contra la inflamación, controlar la alimentación y tener un peso óptimo, dormir mejor, sentirse mejor con las propias emociones y sensaciones, son aspiraciones siempre presentes para los yoguis y yoguinis.
El yoga va, así, más allá de la simple práctica física y se convierte en un todo mente-cuerpo que redunda en salud y bienestar.
El yoga y sus beneficios han sido estudiados e investigados en Occidente desde mediados del siglo XX hasta nuestros días, y en la actualidad está formalmente reconocido como sistema de salud por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las principales sociedades médicas. Pero todo esto ya lo sabían perfectamente hace miles de años los antiguos médicos ayurvédicos, que eran a la vez grandes yoguis y expertos en sanación holística. Ellos entendían el yoga como un conjunto holístico e integrado de conocimientos, principios y técnicas imperecederas cuyo objetivo es optimizar y potenciar el funcionamiento de los mecanismos naturales de defensa y autorreparación que tiene nuestro organismo. En esa tradición médica milenaria estaba muy presente el uso cotidiano de las plantas medicinales para lograr esos objetivos.
Sin embargo, es llamativo cómo en la actualidad el yoga se ha alejado, e incluso desconectado, de tales orígenes. El estilo de vida imperante hoy en día supone un auténtico reto para el practicante de yoga, pero muy pocos practicantes de yoga, por no decir ninguno o casi ninguno, son conscientes de cómo el uso de las plantas medicinales heredado de la tradición ayurvédica les puede ayudar a mejorar su práctica yóguica e incluso su bienestar diario. Y eso que las plantas ayurvédicas están fácilmente disponibles hoy en día a través de complementos alimenticios elaborados únicamente con ingredientes naturales.
Cinco plantas ayurvédicas clave para la práctica de yoga
Para acompañarte en tu reconexión con el yoga que se practicaba ancestralmente, aquí te dejamos algunas plantas ayurvédicas que deberías conocer, tanto si eres yogui o yoguini como si practicas regularmente cualquier otra actividad física:
Ashwagandha: favorece el rendimiento y la resistencia a la fatiga al practicar yoga, además de ayudar a mejorar el tiempo de reacción a los estímulos externos a los que pueden enfrentarse los deportistas. Sus principios activos, como los alcaloides, la colina y los ácidos grasos, actúan sobre el sistema nervioso, endocrino e inmunitario, convirtiéndola en una aliada contra el dolor muscular que puede aparecer tras la práctica del yoga. Además, existe evidencia de que esta planta puede apoyar la masa muscular y reducir la grasa corporal.
Bacopa: remedio ayurvédico para el apoyo contra el estrés tanto físico como mental. Se utiliza desde hace siglos por su función de apoyo en el control del estrés, ya que provee al cerebro de energía en aquellas situaciones en que más se necesita. También se emplea en la Ayurveda en casos de agotamiento nervioso, tensión y debilidad asociada a la reducción de vata, es decir, de nuestra capacidad de adaptación mental y física. La bacopa puede inducir a la calma y la paz, además de vigorizar los procesos mentales y reducir los efectos de la tensión nerviosa.
Manjishta: planta perenne muy popular en la medicina ayurveda por su acción depurativa y detoxificante, especialmente estimuladora del drenaje linfático y también como apoyo en afecciones de la piel, como el acné, eczema o psoriasis, o en trastornos en la pigmentación dérmica. Ayuda a la depuración de la sangre y es expectorante y diurética. Las investigaciones muestran que la manjistha tiene capacidades antiinflamatorias, antibacterianas y antiandrogénicas.
Shilajit: es una sustancia bituminosa que rezuma de las rocas del Himalaya en la estación cálida, en Cachemira, Pakistán y Tíbet. Es una masa compacta de sustancias vegetales con muchos constituyentes bioactivos. Se han analizado hasta 84 minerales diferentes en su composición, además de otras sustancias como lípidos fenólicos, triterpenos, ácido húmico y ácido fúlvico. El shilajit es un potente antiinflamatorio y también antioxidante. Además, puede mejorar la resistencia a las lesiones y contribuir a acelerar y mejorar la recuperación de la fatiga.
Gotu kola: comúnmente conocida como centella asiática, el gotu kola es un remedio ayurvédico activador de la circulación que se utiliza también para la mejora de la memoria y la claridad mental, al favorecer la circulación sanguínea en el cerebro. Puede aliviar el estrés y favorecer la calma mental. Estos beneficios son extremadamente útiles para el equilibrio cuerpo-mente, tanto al practicar yoga como en la vida cotidiana. Combinado con actividades físicas, como el yoga, el gotu kola puede ayudar a retrasar el envejecimiento.
Todas estas plantas se pueden encontrar fácilmente en la composición de distintos complementos alimenticios ayurvédicos. La cuestión es que la mayoría de esos complementos ayurvédicos son demasiado genéricos y no están enfocados a las necesidades de los practicantes de yoga, que buscan beneficios específicos y objetivos específicos. Por este motivo, el laboratorio Equisalud ha decidido lanzar en España Yoga Kalash, la primera línea de complementos formulados específicamente para practicantes de yoga, teniendo en cuenta sus especiales necesidades y combinando las plantas ayurvédicas con fitoterapia occidental para aprovechar las sinergias entre ellas y basándose en los conocimientos científicos actuales.
El autor de este artículo es el Dr. Jorge Angel, Experto en Medicina Integrativa, medicina natural y fitoterapia. Asesor médico Laboratorio Equisalud.
