Las familias con un hijo o varios que se niegan a probar nuevos alimentos, viven cada comida como una batalla campal, en la lucha por conseguir una alimentació variada y más equilibrada y unos buenos hábitos alimenticios.
Cuando los más pequeños se niegan a comer cualquier alimento nuevo y restringen su alimentación a pocos alimentos que les gustan, se puede desarrollar un desorden de ingesta alimentaria evitativa o restrictiva, conocido como ARFID de sus siglas en inglés (Avoidant/Restrictive Food Intake Disorder). Un trastorno de alimentación que hace que quienes lo sufren, eliminen tal cantidad de alimentos de su dieta que ponen en riesgo su salud física y desarrollo psicosocial.
Un grupo de investigadores del Hospital Infantil de Filadelfia (CHOP) y la Universidad de Pensilvania, acaba de publicar los resultados de un programa de terapia grupal cognitivo-conductual para padres con técnicas específicas para mejorar los comportamientos de sus hijos a la hora de comer y ampliar la gama de alimentos para sus hijos.
Aunque el tamaño del estudio fue pequeño, los padres involucrados informaron mejoras que "cambiaron su vida" y les han ayudado no sólo a conseguir una alimentación más variada paras sus hijos e hijas, también a reducir el estrés, ansiedad y problemas que conllevaba cada comida familiar.
El estudio incluyó a 21 niños y niñas y sus padres, que venían de la Clínica Picky Eaters (Comedores Quisquillosos) del CHOP (Children's Hospital of Philadelphia).
Las familias, incluidos los más pequeños, fueron evaluadas con un diagnóstico para decidir si entraban en los protocolos del tratamiento. Los niños tenían edades comprendidas entre 4 y 12 años y fueron diagnosticados con ARFID por el consumo excesivamente limitado de alimentos y el deterioro funcional asociado.
Las familias del estudio presentaban un estrés considerable, producto de que la dieta de sus hijos incluía menos de 20 alimentos; presentaban rechazo de grupos enteros de alimentos (típicamente verduras, carnes o frutas); tenían que hacerles comidas diferentes, viajar con ellos era muy complicado, así como socializar o ir a restaurantes. También comentaron el grado de angustia infantil ante la negativa a comer cuando se le presentaba un alimento nuevo o que no les gustaba; y la falta de motivación del niño para cambiar o la falta de voluntad para recibir tratamiento.
Se organizaron 7 sesiones clínicas durante un período de 6 meses. Las primeras 4 sesiones se realizaron con una semana de diferencia; la 5ª y la 6ª se espaciaron con 2-3 semanas de diferencia, lo que permitió a las familias tiempo para practicar las estrategias de comportamiento asignadas en casa.
Los niños fueron retados en casa a masticar y tragar una porción de un alimento nuevo o no preferido y cuando lo conseguían, tenían una recompensa después de la comida. La mayoría eligió más tiempo de 'tecnología' como premio.
La 7ª sesión se llevó a cabo 3 meses después, para permitir a los padres ponerse al día y compartir sus experiencias. Los investigadores dieron nuevas medidas de alimentación posteriores al tratamiento y pasaron una encuesta a los padres en las últimas sesiones.
Katherine Dahlsgaard, PhD, ABPP, Directora Clínica de la Clínica de Comportamientos de Ansiedad en CHOP y directora del estudio comentó los buenos resultados tras esta intervención:
"Nuestra investigación muestra la aceptabilidad, la viabilidad y los resultados positivos con esta intervención grupal de 7 sesiones, para enseñar técnicas a los padres de niños con ARFID (Trastorno de ingesta de alimentos Evitativa/ Restrictiva, que les enseña a actuar como terapeutas conductuales y que promueve mejoras a largo plazo en la aceptación de alimentos y los comportamientos positivos a la hora de comer".
"De vez en cuando recibo correos electrónicos de los padres, diciéndome que sus hijos están probando todo o comiendo en restaurantes sin ningún problema".
Fuente Bibliográfica:
Katherine K. Dahlsgaard, Jessica Bodie. The (Extremely) Picky Eaters Clinic: A Pilot Trial of a Seven-Session Group Behavioral Intervention for Parents of Children With Avoidant/Restrictive Food Intake Disorder. Cognitive and Behavioral Practice, 2019; 26 (3): 492 DOI: 10.1016/j.cbpra.2018.11.001