¿Conoces la dieta reducetariana?

Cada vez comemos menos carne: más saludable para ti y mejor para el planeta. La dieta reducetariana puede ser la solución.

Eva Carnero

La dieta reducetariana
La dieta reducetariana

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La tendencia es clara y el ejemplo lo tenemos en el Reino Unido, donde casi la mitad de la población, el 40%, ha apartado este alimento de su dieta, convirtiéndose en reducetariana. Veamos cómo afecta la alimentación baja en carne a la salud de las personas y del medioambiente.

Hace unos años, el mundo se dividía en omnívoros y vegetarianos, y la línea divisoria que separaba ambos grupos era muy clara. Los primeros, eran los que comían de todo, carne, huevos, verdura, fruta, lácteos y marisco, y los segundos, formaban una pequeña comunidad que no comía carne, lo cual, dicho sea de paso, hacía que se les considerara como una especie de "bichos raros". Hoy las cosas han cambiado mucho. De hecho, actualmente lo realmente "excéntrico" es comer de todo.

El catálogo de dietas no para de crecer

Vegana, crudívora, ovolactovegetariana, flexitariana... la lista de etiquetas para las distintas formas de comer no para de aumentar. Una de las menos conocidas es la reducetariana. Esta dieta nació en 2015 de la mano del norteamericano Brian Katerman quien pensó que era necesario darle nombre a un comportamiento que ya existía en la sociedad. Katerman, hombre experto en comunicación y marketing, se dio cuenta de que había muchas personas que se comprometían a reducir su consumo de productos de origen animal, pero que no estaban dispuestas a eliminarlo del todo de su dieta. Así que, decidió concretar esta conducta en la dieta reducetariana, un tipo de alimentación que persigue tres objetivos principales: mejorar la salud de las personas, proteger el medioambiente y cuidar el bienestar animal.

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Un movimiento prágmático

Este movimiento huye de los extremos, más propios del veganismo, cuya filosofía prohíbe totalmente el consumo de cualquier producto de origen animal, incluso la miel. En el caso de la dieta impulsada por Katerman, nos movemos en un panorama más amable y transigente. Y es que, tal y como se menciona en la web de la Reducetarian Foundation, sus adeptos defienden la idea de que, ya que no todo el mundo quiere o es capaz de eliminar por completo el consumo de carne, el hecho de que alguien adquiera el compromiso de reducir su consumo, ya es bienvenido.

Este argumento no está basado en la simple intuición, ya que contamos con datos que lo sostienen, como los extraídos de un estudio realizado por científicos británicos que concluyeron que el 84% de los vegetarianos y los veganos vuelven a consumir carne.

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Entre las posibles razones que explican esta "recaída", la doctora Rosa Albaladejo Pereles, profesora del Máster Universitario en Nutrición y Salud de la Universidad Internacional de Valencia - VIU, sugiere que las personas que vuelven a comer carne es "porque no hacen el cambio por convicción propia, sino por moda. Hay mucha publicidad al respecto y el mensaje siempre es favorable transmitiendo la idea de que la dieta omnívora es menos sana que la reducetariana, la vegetariana o la vegana". Y añade: "El cansancio, la apatía y la ansiedad junto con la escasa convicción para seguir con la dieta, forman un cóctel estupendo que les lleva a abandonar su propósito".

Sin embargo, no está todo perdido. Y es que haciendo bien las cosas, las posibilidades de éxito aumentan. Para ello, Albaladejo aconseja a aquellas personas que han decidido apostar por una dieta con menos carne o sin ella, que consulten a un profesional que les explique sin mitos ni bulos cómo gestionar este importante cambio en su dieta. De esta forma, cualquier persona puede transformar su alimentación con ciertas garantías de éxito. "Incluso los deportistas pueden reducir la ingesta de carne sin que su rendimiento disminuya siempre que se haga de la mano de un profesional de la nutrición", asegura.

¿Ser omnívoro perjudica la salud?

A priori, todo parece indicar que la reducción de carne en la alimentación es una buena idea en términos de salud. Sin embargo, esta teoría alberga algunos matices que nos impiden afirmar con rotundidad que los comedores de carne están poniendo en riesgo su vida. Y es que las cosas no son blancas o negras, ya que, si elegimos bien la pieza de carne, y lo hacemos en las cantidades adecuadas, este alimento no tiene por qué ser considerado un factor de riesgo.

En este sentido, la doctora Albaladejo señala que la reducción de carne en nuestra dieta podría considerarse saludable en tanto que estamos disminuyendo el consumo de grasas saturadas, nutriente no aconsejado en el consumo habitual y que se encuentra en las carnes rojas y procesadas.

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Por otro lado, además del tipo de carne y la cantidad consumida, también es muy importante la frecuencia de consumo. La doctora nos recuerda que un consumo aislado, semanal o quincenal, no entraría como factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades como el cáncer. Precisamente este factor (la frecuencia en la ingesta) es determinante a la hora de valorar las conclusiones del informe de la OMS publicado en 2015 en el que se aseguraba que las carnes procesadas ocupan la primera de las cinco categorías en las que se agrupan los posibles agentes cancerígenos, junto al tabaco y el asbesto. Albaladejo señala que "si bien este informe está justificado con diversos estudios científicos que nos impiden estar en desacuerdo con el fondo de su contenido, lo cierto es que se debería explicar con más detalle el grado de consumo de carne necesario para que este alimento entre en el grupo de agentes cancerígenos".

La dieta y el efecto invernadero

Además del cuidado de la salud en las personas, otro de los pilares de la filosofía del reducetarianismo es preservar el ecosistema. De hecho, este movimiento plasma a la perfección la postura de la ONU, organización que es oficialmente reducetariana desde que publicó un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático en el que recomendaba reducir el consumo de carne como una de las medidas imprescindibles para retrasar el aumento de la temperatura en el planeta.

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Por otro lado, un estudio dirigido por expertos de la Universidad de Oxford y del Centro de investigación suizo LCA Research Group, publicado en la revista Science, concluye que eliminar el consumo de carne y de productos lácteos es la medida más eficaz para reducir el impacto medioambiental. Los autores aseguran que "con las actuales dietas y prácticas de producción, alimentar a 7.600 millones de personas está degradando los ecosistemas terrestres y acuáticos, disminuyendo los recursos de agua e impulsando el cambio climático".

Menos carne, más sostenibilidad

"La gran demanda cárnica ha dado lugar a la industrialización del sector, diluyendo la producción local, aumentando el transporte de mercancías y la deforestación para el cultivo de pienso", describe Jorge Heras, profesor de Arquitectura en la Universidad Europea de Canarias y experto en Edificación de Consumo Casi Nulo, quien asegura que "esto representa uno de los grandes problemas medioambientales. Además, la exportación de cultivos a zonas con mayor territorio agrícola para la alimentación de estos animales genera un gasto energético superior al que se daría en su zona endémica".

Si bien estamos ante un problema de dimensiones planetarias, lo cierto es que revertir la situación está en las manos de cada uno de nosotros, ya que "la disminución de consumo cárnico en la dieta, por pequeña que sea, siempre se traducirá en una disminución de la emisión de gases de efecto invernadero", asevera Oriol Cruz, estudiante de Arquitectura de la Universidad Europea de Canarias. Sin embargo, "no todo se debe al consumo de la carne, existen otros factores que ayudan a su reducción como el consumo de productos de km0, que favorece el mercado local y la sostenibilidad", añade.

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Los datos sobre los que Oriol Cruz apoya esta afirmación proceden de un informe de la plataforma Cero CO2 en el que se analizan tres tipos de dieta y su relación con el impacto en el medio ambiente. El resultado es que la dieta media española (mayor consumo de carne, eventualmente procesados, menor presencia de frutas y legumbres produce 6.25 kg de CO² de eq; la dieta reducetariana (principalmente vegetales, grasas como aceite de oliva y consumo moderado de pescados y carnes magras, evitando carnes rojas), 4.55 kg de CO2 eq; y la dieta vegana (únicamente alimentos de origen vegetal y consumo de productos de temporada y ecológicos), 3.09 kg de CO2 eq.

 

7 RAZONES PARA UNIRTE AL REDUCETARIANISMO

El consumo de carne en los países desarrollados ha alcanzado cotas insostenibles. Según la asociación internacional Greenpeace, España es el segundo país europeo y el decimocuarto en el mundo que más carne consume por persona y año.

La misma organización advierte de los peligros a los que nos enfrentamos si mantenemos una dieta eminentemente carnívora:

1. Perjudica la salud. La suma de sedentarismo y consumo de carne es una auténtica "bomba de relojería" para la salud de las personas, ya que su combinación da como resultado sobrepeso, obesidad y el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

2. Impulsa el cambio climático. La ganadería es responsable de la emisión del 14,5% de los Gases de Efecto Invernadero (GEI), tanto como todo el sector del transporte. Según la organización internacional, no es posible frenar el calentamiento global si no cambiamos el modo de producir y consumir carne y otros derivados animales.

3. Monopoliza la tierra cultivable. La organización aporta un dato abrumador. Cerca del 75% de la superficie agrícola está destinada a la ganadería, tanto en forma de pastos como para producir piensos. Este porcentaje solo disminuirá si se frena la expansión de la ganadería industrial.

4. Reduce la biodiversidad. Cada vez más nuestra alimentación y la de los animales está basada en tan solo cuatro alimentos básicos: trigo, soja, maíz y arroz. Esto se traduce en que se está poniendo en grave riesgo de extinción el resto de especies vegetales existentes.

5. Aumenta la "huella hídrica" y envenena el agua. ¿Sabías que para producir 1 Kg. de zanahorias se necesitan 131 litros de agua, mientras que 1 Kg. de filete de ternera requiere 15.000 litros de agua? Además, los purines, antibióticos, fertilizantes y plaguicidas contaminan los acuíferos llegando a provocar “zonas muertas” en los océanos.

6. Premia un sistema que deja fuera a los más pequeños. La búsqueda de la eficiencia de la producción propicia la concentración de la industria ganadera en unas pocas manos, las más poderosas, dejando sin posibilidades a las granjas más modestas.

7. Ignora el bienestar animal. Desde Greenpeace aseguran que la ganadería industrial solo busca el máximo beneficio, lo que exige mantener a las vacas, cerdos y pollos en granjas con una elevadísima densidad de población animal que agrede su bienestar y les provoca innumerables enfermedades.

 

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¿QUÉ PASARÍA SI TODOS FUÉRAMOS VEGANOS?

Un mundo sin "comedores de carne" sería, según los veganos, un lugar mucho más amable que el actual, ya que, en ese planeta ideal se respetaría el bienestar de los animales y se protegería el equilibrio medioambiental, cosa que actualmente no sucede. En este mundo soñado, las emisiones de gas efecto invernadero emitidas durante el proceso de producción de la comida disminuirían hasta un 70%, según el informe publicado por el PNAS (Proceedings of National Academy of Sciences).

Los españoles, todavía estamos muy lejos de ser un país vegano, aunque ya se está  apreciando un descenso en el consumo de carne. En 2017, este se redujo en un 5%, lo que significó un ahorro de 2 millones de toneladas de CO². "Si seguimos la recomendación de la OMS deberíamos reducir el consumo hasta un 85%, lo que se traduciría en un total de 34 millones de toneladas de CO² anuales, equivalente a todas las emisiones producidas por la combustión de energías fósiles a nivel mundial en el año 2019", apunta Evelin Serrano, estudiante de Arquitectura de la Universidad Europea de Canarias, quien asegura que "esto permitiría una mayor recuperación del impacto del efecto invernadero y un retraso a corto plazo del cambio climático. Lo que quiere decir que si en España consumimos 1.925 g. de carne semanales deberíamos reducirlo a 300 g. con lo que la baja demanda reduciría la industrialización de la carne, creando una situación más sostenible".

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¿CÓMO HACERSE REDUCETARIANO?

La Fundación Reducetariana propone algunas iniciativas que pueden ayudar a cumplir con el compromiso de reducir el consumo de carne:

  • Ser vegano hasta las seis de la tarde.
  • No comer carne los lunes.
  • Renunciar a la carne de lunes a viernes, dejando abierta la posibilidad de comer carne o pescado el fin de semana.
Los 10 alimentos más saludables de 2021

 

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