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A comienzos de los años noventa, se empezó a comprobar que algunas adolescentes y mujeres deportistas presentaban un cuadro de delgadez obsesiva asociado a tres síntomas:
- Desórdenes en la alimentación (anorexia, bulimia, dietas compulsivas, etc.
- Amenorrea secundaria o pérdida de la menstruación.
- Osteoporosis y riesgos de lesiones óseas
La triada de la deportista
Estos síntomas pueden desembocar en lo que se denomina la triada de la deportista y parece comenzar por la obsesión por perder peso, que lleva a hacer todo tipo de dietas muy bajas en calorías, hasta que se disminuyen los porcentajes de grasa corporal, y se desequilibran las hormonas femeninas provocando la pérdida de la menstruación. Con la falta de estrógenos se llega a la osteoporosis por la pérdida de densidad ósea y el aumento de riesgo de lesiones por la fragilidad ósea. Es como si se adelantara la menopausia femenina con los graves riesgos que supone para una mujer joven.
La tipología
Las mujeres corredoras de largas distancias o de deportes que obligan a tener bajo peso (gimnasia, fitness, patinaje, etc.) son más propensas a desarrollar estos síntomas por la obsesión por perder peso.
Conocer esta alteración es un paso para detectarla antes de su aparición. Para evitarla, sólo hay que "atajar" el primer síntoma con una buena alimentación equilibrada que evite el adelgazamiento extremo y aceptar que las mujeres tenemos más porcentaje de grasa corporal esencial que los hombres. Es decir, salvo que seas delgada por genética, ninguna dieta equilibrada te hará perder grasa localizada sin perder salud, una vez que se ha llegado a un porcentaje de grasa corporal mínimo.

Consecuencias
Aunque bien es cierto que la práctica del deporte moderado mejora el metabolismo del calcio, al llegar a estos extremos se produce esa pérdida ósea (riesgo de lesión o fractura), es más, la amenorrea provoca más efectos negativos sobre el rendimiento deportivo, a consecuencia del descenso de algunos niveles hormonales.
También se produce una degradación en la elasticidad ligamentosa, favoreciendo todavía más la posibilidad de una lesión si se continúa practicando deporte intenso en situación de amenorrea.

La solución
Para que te hagas una idea, las atletas profesionales tienen entre un 13% o un 17% de grasa corporal frente a los chicos atletas que van de un 5 a un 10%, menos de un 13% las lleva directamente a la consulta de endocrinología y también a psicología para prevenir problemas.
Cuando la amenorrea persiste durante más de un trimestre hay que visitar al médico de familia, quien nos valorará y derivará al especialista más apropiado (endocrino, ginecólogo, traumatólogo, nutricionista…).
La prioridad será recuperar los valores biológicos esenciales en la mujer (grasa corporal, agua metabólica, equilibrio de minerales…) y, como segunda pauta, establecer la salud de nuestro sistema nervioso, eliminando cualquier atisbo de estrés producido por la actividad física. Todo esto nos debería llevar a recuperar el peso corporal correcto y, como consecuencia, a la desaparición de la amenorrea.
Para acelerar la recuperación, que puede prolongarse entre uno y tres meses, se puede complementar la dieta (siempre bajo prescripción médica) con suplementos de calcio y magnesio, llegando en casos extremos a precisar de la utilización de una terapia hormonal sustitutoria.