Bicis eléctricas, ¿merecen la pena?

Te contamos los pros y los contras de entrenar con bicis eléctricas, ¡toma nota!

Bicis eléctricas, ¿merecen la pena?
Bicis eléctricas, ¿merecen la pena?

La tendencia es imparable, las bicis eléctricas cada vez son más populares. ¿Te imaginas qué se siente cuando vas por la vida como si te hubieran puesto las piernas y el corazón de un deportista profesional?

Esa es la primera sensación, que te has puesto muy en forma de repente, algo así como si de la noche a la mañana tuvieras superpoderes. La impresión es todavía más acusada cuando acabas de bajarte de una bicicleta convencional sin motor y te subes a una eléctrica. El empuje adicional de los 250 vatios hace milagros porque además se siente natural, sobre todo en los modelos más sofisticados. Eres tú el que produce el movimiento con tus piernas ya que sin pedalear el motor no empuja nada, por eso te da esa sensación de “estar muy en forma” a diferencia de la impresión que tienes cuando vas en moto.

No todas las bicis eléctricas son iguales

Bicis eléctricas hay de diversos tipos en función de la potencia y el tipo de asistencia. Aquí las categorizamos en líneas generales:

PEDELEC: son las que os recomendamos desde Sport Life, bicicletas de pedaleo asistido (o sea que si tú no pedaleas, su motor no te ayuda), con una potencia máxima de 250 vatios y una velocidad máxima de asistencia hasta los 25 km/h. Por sus características siguen considerándose bicicletas, por tanto se acogen a la misma legislación y con ellas se puede acceder a los mismos sitios que con una bicicleta convencional.

SPEED-PEDELEC: son también bicicletas de pedaleo asistido pero su velocidad máxima de asistencia llega a los 45 km/h y la potencia puede ser mayor de los 250 vatios. Se consideran ciclomotores, así que necesitan un seguro para circular, matrícula de ciclomotor, luces fijas, guardabarros y han de pasar ITV cuando corresponda. Al ser legislados como ciclomotores les afectan las mismas leyes que al resto de vehículos a motor, no tienen acceso a caminos y senderos limitados a caminantes, caballos y bicicletas. Para conducirlos necesitas el carnet AM (antes llamado licencia de ciclomotor).

E-BIKES: tienen pedales pero la asistencia funciona de forma independiente, o sea que puedes avanzar sin pedalear, con un acelerador, y mover las piernas cuando quieras empuje extra o desplazarte solo pedaleando, en zonas favorables. Se consideran ciclomotores, igual que las speed-pedelec.

Dentro de las e-bikes hay una subcategoría, las que sobrepasan los 45 km/h o la potencia de motor de 4.000 W, que también son e-bikes pero entran en la categoría de motos eléctricas aunque tengan pedales y si van a circular por vías públicas necesitan carnet de moto A1 o carnet B (el de coche) con una antigüedad mínima de 3 años.

Entonces… ¿merecen la pena?

En las tiendas de bicis lo que vas a encontrar de forma mayoritaria son bicicletas de pedaleo asistido, tipo pedelec y son por tanto en las que nos vamos a centrar.

Antes de nada tienes que plantearte varias cuestiones ¿qué tipo de uso haces?, ¿por qué terreno te mueves?, ¿qué forma física tienes? Para que te quede claro, la ventaja principal de una eléctrica de montaña es que la ayuda se nota más justo cuando más se necesita, en las subidas más duras, tienen la virtud de suavizar ese momento complicado que ocurre cuando la pendiente aumenta notablemente y las pulsaciones empiezan a subir. Hay que pedalear para que se mueva, por tanto vas a llegar a casa notando que has hecho trabajar a tus músculos, y de verdad, pero tu media de frecuencia cardiaca y la sobrecarga muscular van a ser inferiores.

¿Qué tipo de uso haces? Si prefieres un uso recreativo una pedelec aumentará la diversión. Y si lo tuyo es un uso más deportivo-competitivo, una eléctrica es un excelente complemento para tu bici convencional que te permite seguir rodando los días que tienes que bajar intensidad.

¿Por qué terreno te mueves? Si es por zonas con muchas subidas eres candidato a pedelec, es donde marcan la diferencia.

¿Qué forma física tienes? Si no estás en una gran forma una eléctrica te ayudará a ir mejorando de forma gradual y te permitirá ir en un grupo con ciclistas de mejor condición física.

Nuestra opinión, después de haber usado bicis eléctricas de diferentes tipos, es que merecen mucho la pena. Por un lado están los más puristas que opinan que cualquier ayuda es una trampa y rechazan de plano las eléctricas. Avisamos: en este grupo de convencidos tenemos ya a varios que han cambiado de opinión después de probarlas. En el extremo opuesto están los que vienen de las motos de campo y buscan las bicis eléctricas como alternativa ya que las limitaciones de circulación de las motos fuera de carretera son enormes. Entre ambos tipos de usuario está la mayor parte de posibles ‘bikers’.

No hay que olvidar que una e-bike no deja de ser una bicicleta con la diferencia de que ayuda (no te propulsa, colabora) hasta 25 km/h. De hecho, si te preocupa malacostumbrarte, que sepas que en algunas situaciones es más cansada que una bicicleta convencional, lo vivimos en nuestras propias carnes cuando en llano llegábamos a esos 25 km/h de límite, fácilmente alcanzables. En ese momento deja de ayudar y te encuentras con 20 kg de bici, sin más energía para moverlos que la que sale de tus cuádriceps. Yendo en grupo nos pasaba muy a menudo, y teníamos que esforzarnos más que los que iban en bici normal. Cuando nuestros compañeros de ruta nos querían hacer sufrir no tenían más que ‘tirar’ a 27-30 km/h para dejarnos descolgados. En las subidas nos tomábamos la revancha, eso sí.

Nos gusta

Igualan los niveles, son una magnífica opción para poder ir con una persona que no está tan fuerte como tú (un hijo pequeño, tu pareja) o al revés, para que tú puedas acompañar a una persona en mejor forma.

En personas de edad avanzada o con una forma física baja permiten la vivencia del mountain bike por terrenos desnivelados.

Permiten montar en bici todos los días sin sobreentrenarte. Una práctica que disfrutamos mucho mientras probamos las bicis eléctricas fue salir un día “a saco” con la bici normal y al siguiente hacer ruta con la eléctrica de forma que seguíamos acumulando volumen de entrenamiento pero a la vez nos recuperábamos para poder salir al tercer día de nuevo con la bici normal sin asistencias.

No nos gusta

El sobreprecio que supone batería, motor, controladora… es grande respecto al importe de una bici equivalente no eléctrica.

El peso, que suele rondar los 20 a 22 kg, se dispara y aunque en marcha no lo percibirás, para levantarla, transportarla y en situaciones en las que tengas el motor apagado, se nota mucho.

Si te quedas sin batería y hay subidas en tu recorrido, tienes que hacer un esfuerzo enorme. En llano no hay tanta diferencia.

Dudas razonables

¿Qué pasa si me quedo sin batería?

Tan sencillo como que te quedas con la única potencia que tengas en tus piernas, en una bici de más de veinte kilos… Si lo que te queda para volver a casa es llano no es un gran problema aunque el ritmo se va a resentir seguro, lo malo es como haya un puerto de montaña de por medio. A ese nivel, que la bici tenga doble o triple plato puede ser una ventaja, porque la mayoría tienen uno solo.

¿Y si tengo que atravesar un río y se sumerge el motor, corro riesgo de que me dé una descarga eléctrica?

Aparte de mojarte los pies y resfriarte, no corres ningún riesgo. Los motores brushless (sin escobillas) de las bicis eléctricas pueden funcionar sumergidos y si están todos sus contactos en orden no se produce ningún cortocircuito ni te da calambre. Nuestros compañeros de la revista BIKE hicieron la prueba, están todos vivos y las bicis que probaron siguen funcionando como el primer día.
 
¿Hay mucha diferencia de conducción con una bicicleta convencional?

La verdad es que para uso tranquilo la cosa no se nota mucho, pero cuando empiezas a hacer el ‘cafre’ y quieres ir fuerte por zonas técnicas o saltar sí que notarás diferencias. Las bicicletas con motor en el buje trasero sufren de un desequilibrio importante al saltar, sin embargo, en las bicis con motor central parece hasta ayudarte a mantener la trayectoria en el aire, quizá por su mayor inercia bien situada cerca del centro de gravedad.
Hacer bunny-hops, saltar sin rampa con el impulso de nuestros brazos y piernas, es también bastante más difícil con una eléctrica, lo mismo que subir escalones, por una sencilla razón de peso.

¿Puedo llevar la misma presión en las ruedas a pesar del peso extra?

No, tienes que llevar algo más de aire, en torno a 0.3 o 0.4 bar más ya que el peso extra te puede hacer pellizcar las cámaras con más facilidad en las bajadas con piedras. Esto es especialmente conflictivo en las ruedas traseras de las bicis con motor trasero, en las que te recomendamos directamente poner una cubierta más robusta, de tipo enduro, si te gusta moverte por zonas de piedras u obstáculos que sobresalgan del suelo como raíces, para evitar pinchazos por pellizcos.

¿Tiene sentido que las prohíban en algunos sitios concretos?

Bajo nuestro punto de vista, no. La única diferencia de la eléctrica es la potencia extra, pero esta (250 vatios) más la potencia de un usuario aficionado (otros 250 a 400 vatios) es menor a la que dan las piernas de un ciclista profesional o un aficionado muy bien entrenado, que puede superar los 800 vatios. A ningún legislador se le ha ocurrido, de momento, limitar el acceso a los caminos a los ‘pros’ en bicicleta.

¿Y cuánto me ayuda el motor?

Pues mucho, las bicis con los motores más sofisticados hasta aumentan en un 300% la potencia que tú haces, o sea el triple de lo que aportas tú, en los modos de máxima asistencia como el modo Turbo si hablamos de Bosch. Las mejores cuentan con sofisticados sensores de par que te empujan más o menos en función de lo fuerte que tú pedalees, así que sientes la ayuda como algo muy natural. Los modelos más básicos empujan siempre lo mismo, con un porcentaje menor o mayor según el modo elegido, pero independientemente de si tú pedaleas suave o fuerte.

¿Subirá mucho mi factura de luz si cargo mi bici eléctrica todos los días?

Pues no, ni siquiera con las baterías de más capacidad, en torno a los 500 Wh te vas a gastar más de 20 céntimos de euro para hacer una carga completa.

TRANSFORMA Y RECICLA

¡Le ponemos el motorcito, y listo!

Una interesante posibilidad para acceder al pedaleo asistido es la transformación de tu bicicleta, acoplándole los elementos necesarios. Salvo que seas muy ‘manitas’ la recomendación es que la transformación la haga un profesional, ya que hay muchos elementos a combinar para que todo funcione como es debido. Se le pone un motor, generalmente cambiando el buje de la rueda trasera o delantera por uno con el motor integrado, aunque también hay motores centrales, la batería (en un portabultos o en un soporte de bidón sobre el cuadro), sensor de velocidad, controladora y pantalla de información con un mando para variar el modo de asistencia. La cosa tiene su complejidad pero el resultado es fantástico. Hay muchas marcas que ofrecen estos kits, como CicloTEK, eBike75, QB Bikes, Movibike, etc.

Salva, de Bike&Roll, a punto de iniciar una conversión a bicicleta eléctrica, en este caso con un motor central.

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Gerardo Centeno

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