La relación de la salud mental y el deporte de élite

La salud mental se ha convertido en una de las grandes conversaciones del deporte moderno. Detrás de cada récord, cada podio y cada entrenamiento extremo, hay atletas que también lidian con presión, expectativas y emociones intensas.

Olga Castañeda

Alba López de Figueredo, Brand Manager de Unisport.

La relación de la salud mental y el deporte de élite
La relación de la salud mental y el deporte de élite

Para conocer mejor cómo se vive esta realidad desde dentro, hablamos con Alba López de Figueredo, Brand Manager de Unisport. En esta entrevista, analizamos con ella los principales retos y las claves para cuidar la mente en un entorno tan exigente como la alta competición.

Desde vuestra experiencia, ¿cuáles son los principales retos de salud mental que afrontan hoy los deportistas de alto rendimiento?

El primer gran reto es que muchos deportistas no han recibido una educación emocional acorde al nivel de estrés que demanda la alta competición. Eso provoca dificultades para gestionar expectativas, frustraciones y críticas. También nos encontramos con que el calendario competitivo deja muy poco margen para el descanso psicológico, y mantener estabilidad mental en ese entorno es complicadísimo. Además, el deportista convive con una autoexigencia muy alta, que cuando no está bien guiada, se convierte en un riesgo real.

En el día a día de un deportista profesional, ¿qué situaciones generan mayor presión psicológica?

En el día a día, lo que más presión genera no siempre son los grandes partidos, sino todo lo que no se ve, como ganarse el puesto en cada entrenamiento, convivir con pequeñas molestias físicas, lidiar con la comparación constante y con la mirada del entorno.

Las situaciones que más tensión provocan suelen ser aquellas en las que el deportista siente que está siendo evaluado: las previas a la competición, los momentos de selección para una convocatoria, las negociaciones de contrato o el retorno tras una lesión. Son escenarios donde cualquier detalle parece decisivo y eso genera un nivel de alerta mental que, mantenido en el tiempo, desgasta muchísimo.

Es una especie de “ruido permanente” que, sin herramientas educativas para gestionarlo, puede hacerse muy pesado. Por eso insistimos tanto en la importancia de formar también en gestión emocional desde etapas tempranas.

¿Cómo pueden influir los resultados deportivos —éxitos y fracasos— en el bienestar emocional de un deportista?

Los resultados deportivos influyen muchísimo en el estado emocional porque, para un deportista de élite, el rendimiento no es solo un marcador; es parte de su identidad. Cuando llega un éxito, la sensación suele ser eufórica, pero también aparece otro tipo de presión, como la de confirmar que ese nivel se puede mantener.

A veces el mayor vértigo no llega al ganar, sino al preguntarse “¿y ahora qué?”.

Por el contrario, los fracasos (o lo que ellos interpretan como fracaso, porque a veces son simplemente etapas del proceso) suelen generar dudas muy profundas. El deportista conecta su valor personal al resultado y cuando éste no acompaña, se tambalea su seguridad, su capacidad de concentración y hasta su relación con el entorno. Ahí es donde la educación deportiva marca una diferencia real.

Cuando los atletas entienden que el rendimiento fluctúa, que una derrota no define tu carrera y que el éxito tampoco les convierte en “superhumanos”, empiezan a gestionar emocionalmente mejor ambas situaciones. Y es en ese punto, donde se ve la importancia de trabajar con equipos técnicos formados y de rodearse de profesionales que acompañen al deportista más allá del marcador. Realmente, el resultado pesa, claro.

Pero, desde el punto de vista de Unisport, la forma en que el deportista ha sido educado para interpretarlo, con perspectiva, herramientas emocionales y apoyo constante, es lo que determina si ese impacto es saludable o devastador.

¿Qué papel juegan los equipos técnicos y las marcas de rendimiento en el apoyo psicológico a los atletas?

El papel de los equipos técnicos es fundamental porque tenemos que pensar que son quienes conviven con los deportistas en los momentos clave, ya sean buenos o más complicados. Un entrenador, un coach deportivo, un preparador físico o, incluso, un fisioterapeuta pueden detectar antes que nadie señales de sobrecarga emocional simplemente por la relación diaria que tienen con el atleta. Cuando estos profesionales están formados en educación deportiva y en liderazgo saludable, se convierten en un soporte psicológico muy potente, ya que así saben acompañar, escuchar y orientar sin necesidad de invadir el espacio del psicólogo deportivo.

Por otro lado, las marcas -y aquí incluyo a organizaciones como la nuestra, dedicadas a la formación deportiva- también tenemos una responsabilidad. Durante años, el patrocinio o el apoyo a atletas se centraba casi exclusivamente en el rendimiento o la visibilidad. Eso ya no tiene sentido. Hoy las marcas entendemos que un atleta rinde mejor y se proyecta mejor cuando está bien, no solo físicamente, sino mentalmente.

Por eso apostamos por crear relaciones más humanas, más sostenibles en el tiempo y menos basadas en la presión del
resultado inmediato.
Cuando una marca o un equipo técnico transmite seguridad, estabilidad y confianza, el deportista siente que puede ser él mismo, que no tiene que “actuar” para cumplir expectativas. Y esa sensación es muy protectora a nivel emocional. Al final, el apoyo psicológico no es solo el trabajo del especialista: es cultura. Es cómo te hablan, cómo te acompañan y qué espacio te dejan para ser persona además de deportista.

En vuestra empresa, ¿qué recursos o programas ofrecéis para cuidar la salud mental de los deportistas con los que trabajáis?

En Unisport no prestamos servicios clínicos directos a deportistas, pero sí trabajamos en algo que creemos igual de importante: la formación de los profesionales que les acompañan. A través de programas como nuestro Máster en Coaching Directivo y Deportivo y Psicología del Alto Rendimiento, ayudamos a entrenadores, preparadores y gestores deportivos a desarrollar competencias que impactan directamente en el bienestar mental del atleta.

Nuestros alumnos aprenden a trabajar la comunicación, la gestión emocional, la toma de decisiones bajo presión y el acompañamiento en momentos de incertidumbre. Esto hace que, cuando están en el día a día con un deportista, sepan detectar señales de alerta, ofrecer un entorno seguro y fomentar una cultura de apoyo real.

Al final, entendemos que cuidar la salud mental del atleta empieza mucho antes del psicólogo: empieza en cómo le hablan, cómo le escuchan y cómo gestionan su entorno quienes están con él todos los días. Y es ahí donde nuestro papel educativo aporta tantísimo valor.

¿Percibís que hoy existe menos estigma a la hora de hablar de salud mental en el deporte de élite?

Sí, hay un cambio claro, pero todavía queda camino por delante. Si volvemos unos años atrás, era impensable que un deportista reconociera públicamente que necesitaba parar por ansiedad o agotamiento mental. Hoy, en cambio, vemos figuras que lo hacen con naturalidad y eso ha abierto una puerta enorme. Hablamos de ello por ejemplo en nuestras Unisport Talks, en boca de los protagonistas de este tipo de historias, de la mano de Almudena Cid.

Lo que sí percibimos es una diferencia generacional porque los deportistas jóvenes hablan con más soltura y normalidad de cómo se sienten, mientras que algunos perfiles más veteranos siguen arrastrando la idea de “aguantar en silencio”. Eso es precisamente lo que la educación deportiva tiene que seguir transformando.

Hablar de salud mental no es un signo de debilidad, es una herramienta de rendimiento.

¿Qué señales suelen indicar que un deportista necesita apoyo emocional o psicológico adicional?

Hay señales muy evidentes y otras que pasan totalmente desapercibidas si no hay una mirada que cuente con formación específica. Por ejemplo, estaríamos hablando de cambios bruscos de humor, desmotivación, irritabilidad o dificultades para dormir suelen ser las más visibles. Pero otras son más sutiles, como puede ser la pérdida de disfrute en lo cotidiano, miedo a asumir riesgos que antes asumían sin problemas, falta de concentración o un discurso interno excesivamente crítico.

Algo que vemos mucho es que el deportista empieza a desconectarse emocionalmente del entorno: está, pero no está. Responde por inercia. Esa “apatía silenciosa” es una alerta clara. Por eso, insistimos tanto en formar a los profesionales que le rodean; ellos son quienes pueden detectarlo antes que nadie.

¿Cómo pueden los deportistas equilibrar la exigencia competitiva con espacios de descanso y desconexión?

El equilibrio no sale solo; hay que entrenarlo igual que la técnica o la fuerza. Y depende mucho de que el deportista entienda que descansar también es rendir. La agenda de un profesional es muy absorbente, así que es clave estructurar momentos de desconexión verdaderos: espacios sin pantallas, hobbies ajenos al deporte, tiempo con familia y amigos, y rutinas que les recuerden que son personas antes que atletas.

Algo que funciona muy bien es trabajar con ellos la gestión del tiempo y la capacidad de poner límites.

A veces no es falta de descanso lo que padece un atleta de élite como los que tenemos entre el alumnado de Unisport, sino exceso de responsabilidades autoimpuestas.

Cuando aprenden a identificar qué les suma y qué les quita energía, la balanza cambia completamente.

¿Qué hábitos o prácticas ayudan más a mantener una buena salud mental a largo plazo?

Desde mi punto de vista, la constancia en pequeños hábitos es más efectiva que cualquier medida puntual. Lo que más beneficios aporta a largo plazo son:

  • Higiene del sueño, adaptada a los ciclos de carga y competición.
  • Trabajo regular de preparación mental, no solo cuando hay problemas.
  • Objetivos realistas y flexibles, que permitan asumir que la temporada tendrá altibajos.
  • Comunicación fluida con el equipo técnico y el entorno más cercano.
  • Formación continua, porque cuando el deportista entiende cómo funciona su mente, toma decisiones más sólidas.

También es muy importante cultivar una identidad más allá del resultado. Los deportistas que saben quiénes son fuera del deporte suelen gestionar mucho mejor las crisis internas.

¿Cómo podemos mejorar la educación sobre salud mental en academias y clubes profesionales?

Es sencillo y, a la vez, no lo es tanto: hemos de hacer que deje de ser un complemento y se convierta en un eje transversal de la formación. En muchas escuelas se habla de técnica, táctica y condición física, pero la parte emocional sigue tratándose como algo aislado.

La clave está en que entrenadores, directores deportivos y preparadores físicos tengan herramientas de acompañamiento emocional, aunque no sean psicólogos. Por eso, desde Unisport insistimos en la necesidad de programas educativos que integren contenidos de psicología aplicada al deporte, liderazgo saludable y comunicación.

Si normalizamos esa formación desde la base, crearemos una cultura deportiva más humana, más segura para el atleta y, además, más sostenible a largo plazo.

¿Qué mensaje darías a los jóvenes deportistas que sueñan con la alta competición respecto a su salud mental?

Que su talento es importante, pero su bienestar lo es más. La élite es un camino precioso, pero también muy exigente y es fundamental aprender a escucharse, a pedir ayuda y a rodearse de personas que aporten calma y equilibrio.

También les diría que la fortaleza no se mide solo por la capacidad de competir, sino por la capacidad de cuidarse. Que hablen, que expresen lo que sienten y que no normalicen ir al límite emocional. “Cuidar la cabeza” no les hará menos competitivos; les hará más consistentes.

¿Algún ejemplo inspirador de atletas que hayan gestionado bien la presión y puedan servir de referencia?

Creo que lo más inspirador es ver cómo algunos deportistas han transformado la conversación sobre salud mental desde el propio ejemplo. No solo por lo que han conseguido en su disciplina, sino por la forma en la que han aprendido a parar, pedir ayuda o replantearse su manera de competir. Estos casos han servido como espejo para muchos jóvenes que sienten que siempre deben estar al máximo.

Algunos ejemplos muy significativos para mí:

Simone Biles en gimnasia.

Su decisión de frenar en plena competición olímpica cambió por completo la manera de hablar de salud mental en la élite. Lo que hizo no fue retirarse, sino protegerse. Y, sobre todo, demostrar que cuidarse no es incompatible con seguir siendo la mejor.

Michael Phelps en natación.

Es uno de los ejemplos más potentes porque decidió hablar de su experiencia con ansiedad y depresión justo en el momento en el que su imagen pública era la de “invencible”. Convertir su historia en acción (a través de fundaciones,charlas y educación) ha ayudado a desestigmatizar el tema como pocos.

Pau Gasol en baloncesto.

En sus últimos años de carrera habló abiertamente de la importancia del equilibrio personal, la educación continua y el acompañamiento psicológico. Siempre destacó que un atleta no se define solo por su rendimiento, y que una carrera larga y sana depende tanto del cuerpo como de la mente.

Rafael Nadal en tenis.

Más allá de su talento, su fortaleza mental siempre se ha basado en la gestión de la frustración y la capacidad de aceptar los momentos de dolor y baja forma. Ha mostrado cómo convivir con la presión sin negarla, usando la paciencia, la rutina y la disciplina como herramientas psicológicas.

Todos ellos representan algo importante y es que, insisto, la fortaleza mental no consiste en resistir a cualquier precio, sino en saber cuándo parar, cuándo apoyarse en su entorno y cómo volver más fuertes. Esa es la referencia que realmente inspira a las nuevas generaciones.

 

*Sobre Alba López
Alba López de Figueredo, Brand Manager de Unisport
Alba López de Figueredo, Brand Manager de Unisport

Alba López de Figueredo es una gestora y responsable de negocio forjada a sí misma durante años. Se trata de una apasionada del deporte que ha estudiado sobre este mundo de manera autodidacta y ha tenido contacto con los alumnos desde el primer momento, por lo que conoce a la perfección sus necesidades. Es responsable de muchos de los acuerdos actuales de Unisport, incluidos aquellos que becan a deportistas profesionales para que se formen de cara a su retirada. Además, comparte espacio con ellos en eventos como el Stage de Unisport, donde puede conocer de primera mano las inquietudes y realidades de los deportistas de distintos países.

Esta creativa polifacética, formada en diseño gráfico, web, multimedia y animación, trabajó como líder de equipos en la red comercial de la compañía. Además, fue directora creativa en elPulpo y reconocida con dos premios EGANET por sus innovadoras campañas online. Además, tiene un Máster en Dirección, que le aporta conocimientos en organización, imagen y elegancia en marca.

En 2024 fue nombrada Brand Manager de Unisport y desde entonces ha rubricado nuevos acuerdos y ha logrado nuevos hitos para la marca como el aval de universidades prestigiosas a nivel internacional.

 

 

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