La ansiedad es una respuesta fisiológica de nuestro cuerpo ante eventos peligrosos o estresantes. En condiciones normales, cuando la coyuntura se resuelve, los niveles de ansiedad descienden y podemos seguir, sin problema, con nuestras ocupaciones.
Sin embargo, cuando una situación difícil se mantiene durante mucho tiempo o cuando no tenemos las herramientas adecuadas para afrontarla, la ansiedad se cronifica y puede llegar a resultar muy incapacitante.
Actualmente, la ansiedad representa una de las grandes epidemias que sufre nuestra sociedad: el ritmo de vida estresante y las diferentes crisis que hemos vivido en los últimos años (pandemia, guerras, crisis económica, etc.) han aumentado los niveles de ansiedad de la población hasta un punto nunca antes registrado.
Muchas personas acuden a sus médicos buscando algún medio para gestionar su ansiedad y reciben ansiolíticos que les ayudan, en el mejor de los casos, a calmar los síntomas. Sin embargo, estas pastillas, a medio y largo plazo, no suponen el remedio definitivo, puesto que no solucionan el verdadero origen de la ansiedad.
Cómo abordar el problema de fondo
La ansiedad se manifiesta mediante una serie de síntomas físicos y emocionales, a través de los cuales el cuerpo nos avisa de una amenaza que puede poner en peligro nuestra supervivencia:
- preocupaciones
- miedos
- sudoraciones
- palpitaciones
- dificultades para respirar...
Y eso está perfecto, es un sesgo evolutivo que nos ha permitido sobrevivir. Pero las amenazas de antes no son las que tenemos ahora.
Tal vez no tengamos herramientas para manejar el estrés o nos estemos saturando de trabajo, o carguemos con excesivas responsabilidades. Tal vez sea una mezcla de más de un problema.
La ansiedad no es un problema en sí, la ansiedad es el aviso de estos verdaderos problemas.
Observaciones de campo
- Si únicamente nos preocupamos de eliminar los síntomas molestos de la ansiedad, estaremos eliminando el aviso, pero no estaremos comprendiendo y trabajando la causa original de nuestro malestar. El problema de fondo seguirá existiendo y, tarde o temprano, volverá a emerger en forma de una ansiedad mucho más intensa e incapacitante.
- Eliminar la ansiedad sin trabajar el problema de fondo es un error: sería como eliminar el dolor de muelas con un calmante y no acudir al dentista para que solucione el problema real: cuando pasa el efecto de la pastilla, el dolor, lógicamente, vuelve.
- No podemos estar toda la vida tomando medicación para calmar ese dolor, no olvidemos que este tiene un origen que no se está trabajando. Por suerte, cuando solucionemos el problema original en la muela, el dolor desaparecerá por sí solo.
- En casos donde la ansiedad es muy alta, sí es necesaria la medicación y puede ser útil para reducir la intensidad de los síntomas, igual que el antiinflamatorio es necesario para calmar el dolor hasta tener la cita con el dentista. Pero la medicación no debe ser tomada como la solución, siempre se debe combinar con una terapia psicológica que ayude a trabajar el problema de fondo.