Comprimidos quemagrasas, ¿tan fácil es la solución?

¿Existe un medicamento o un suplemento que transforme la grasa o que la haga desaparecer?

Alberto Cebollada

Si fuera tan fácil quemar grasa con una pastilla, no tendríamos problemas de obesidad. Si fuera tan fácil convertir la grasa blanca en parda, no se necesitaría tanto esfuerzo físico para reducir su presencia en el cuerpo, ni le daríamos importancia a la calidad y cantidad de los alimentos que ingerimos. No, todavía no existe un medicamento que transforme la grasa o que la haga desaparecer, aunque hay investigaciones muy esperanzadoras  respecto a una sustancia que lo puede hacer, pero está en fase de experimentación. Respecto a los tipos de grasa, la diferencia está en que la blanca se almacena como reserva energética, y es resultado del exceso de la ingesta de energía. Y la marrón o BAT (brown adipose tissue), es la que permite generar calor cuando las condiciones climatológicas comprometen nuestra temperatura corporal. La grasa blanca se acumula bajo la piel, principalmente en el abdomen en el caso de los hombres, y en las caderas y piernas en las mujeres, pero también en el hígado. Un exceso de grasa blanca se relaciona con enfermedades metabólicas como la diabetes y con todo tipo de alteraciones cardiovasculares. La parda tiene una alta actividad metabólica porque contiene en su estructura muchas más mitocondrias que la grasa blanca, esto le permite quemar más calorías de fuentes como la glucosa y de la grasa almacenada. Ese mayor número de mitocondrias ricas en hierro, es la que le da esa tonalidad más oscura que la diferencia de la blanca.

Es precisamente esa capacidad para oxidar glucosa además de grasa blanca, la que tiene una repercusión positiva en el gasto energético y en la salud metabólica. Más grasa parda se asocia con menores niveles de glucosa en sangre y esto reduce la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2, hipertensión o enfermedades cardio-cerebro-vasculares. Respecto a cómo poder reducir esos michelines de grasa blanca que acumulas, está demostrado que el ejercicio físico es la mejor estrategia para aumentar la conversión de grasa blanca en parda. A este efecto se le denomina  “oscurecimiento de la grasa blanca inducido por el ejercicio”. Se sabe también que la exposición al frío aumenta la transformación de la grasa y estimula el  proceso de pardeamiento. Son las propias células de la grasa parda, los denominados adipocitos marrones, los que en ambiente frío secretan sustancias con efectos metabólicos favorables, entre los que se encuentra el  aumento de la sensibilidad a la insulina. Y no solo el ejercicio de resistencia aeróbica a moderada intensidad tiene este efecto, el entrenamiento vigoroso y el realizado a altas intensidades y el entrenamiento de fuerza, también sirven para reducir la grasa corporal. Cuando realizamos repetidas contracciones musculares se segregan cientos de sustancias que se denominan “miokinas”.

Entre ellas destaca la Interleucina 6 (IL-6) que mejora la gestión de la glucosa aumentando la sensibilidad de la insulina, optimizando los procesos metabólicos y colaborando en la reducción de la adiposidad abdominal. Y la Irisina, Baiba, apelina, meteorina, etc, que promocionan la utilización de la grasas y protegen de las enfermedades metabólicas. Pero es la Irisina más concretamente, la protagonista en la transformación de la grasa blanca en parda. También cuando hacemos ejercicio las hormonas adrenalina y noradrenalina aumentan el ritmo y la fuerza contráctil del corazón, elevan la tensión arterial, dilatan los bronquios para mejorar la captación de oxígeno y los vasos sanguíneos aumentando el flujo sanguíneo a los músculos. Son los receptores de esas sustancias estimulantes, los beta2-adrenérgicos (b2-AR) que se encuentran en las células de grasa parda, los responsables de estimular la termogénesis o utilización de la grasa blanca como combustible para generar energía.

Y a todo esto, además se le suma que en la propia contracción del corazón se segregan unas sustancias denominadas “péptidos natriuréticos” que también favorecen la activación de la grasa marrón y el oscurecimiento de la grasa blanca. Tanto el ejercicio físico de fuerza y de resistencia permiten producir diversas sustancias que mediante señales químicas activan la grasa parda. Desde la simple estimulación del corazón y de la musculatura al realizar ejercicio físico, estimulan la secreción de sustancias y hormonas que  favorecen la utilización energética de la grasa blanca acumulada. A todo esto, le puedes sumar los beneficios de la exposición al frío, bien sea mediante la realización  de duchas con agua fría o inmersiones controladas, que han demostrado ser efectivas en la activación de la termogénesis. 

Pero todos estos efectos positivos no verán sus resultados, si no mejoras tu alimentación y adecuas la ingesta calórica a tus necesidades energéticas diarias. La recomendación además de incluir esfuerzos intensos, entrenar fuerza y aprovechar los beneficios del agua fría, es que dejes de comer mal y en su lugar comas  mejor. Sustituye la ingesta de procesados, fritos y azucarados, por más vegetales, legumbres, frutas, frutos secos y verduras. Estoy seguro de que si pones en práctica todos estos consejos, los michelines no desaparecerán por arte de magia sino por efecto de las mejores medicinas: el ejercicio físico y la alimentación saludable.

Referencias: *Tobias Becher et al. Brown adipose tissue is associated with cardiometabolic health. Nature Medicine 2021

 

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