La mayoría de nosotros no solo congelamos tuppers de comida casera para consumirlos a lo largo de la semana laboral o para días puntuales en los que todo se nos pone cuesta arriba, también se congelan alimentos sin cocinar, como carnes, pescados o verduras, para prolongar su fecha de caducidad. En este sentido, una de las dudas más habituales la encontramos en torno a qué verduras se pueden congelar.
Descubre qué verduras se pueden congelar
En el proceso de congelación debemos buscar tres beneficios: que se mantengan las propiedades de los alimentos, que aumentemos su fecha de caducidad y que, al descongelarlos, mantengan su sabor.
Hay ciertos tipos de alimentos que no cumplirán con esto una vez descongelados. El caso más conocido es el de la patata.
Si te preguntas qué verduras se pueden congelar, debes distinguir entre aquellas que se congelan en crudo y las que requieren un cocinado previo. Por ejemplo, es posible congelar en crudo algunas verduras y hortalizas, como el brócoli, los guisantes, las alcachofas o las judías verdes. Para congelarlas, bastará con limpiarlas y cortarlas en trozos pequeños.
Por otro lado, aquellas que tienen un alto contenido de agua, como el calabacín o la berenjena, deben cocerse previamente. Recuerda que no puedes meterlas al congelador cuando todavía estén calientes. Has de esperar a que se enfríen totalmente para evitar que un cambio brusco de temperatura las deteriore. También debes tener en cuenta el no mantener las verduras congeladas durante más de 6-8 meses.
¿Qué verduras u hortalizas no deben congelarse?
No es recomendable cocinar algunas verduras y hortalizas que vamos a consumir en crudo. Al no llevar ningún tipo de cocinado posterior, el proceso de descongelación les hará perder su textura y no estarán apetecibles. En este grupo se encuentran las hortalizas o verduras de hoja verde, como la lechuga.
Para congelar correctamente un alimento, recuerda que lo ideal es colocar los diferentes trozos o piezas en una bandeja, en horizontal, hasta que esté todo completamente congelado. Después, podrás pasarlo a una bolsa para ahorrar espacio. No lo hagas directamente ya que los trozos se pegarían entre sí y los alimentos tendrían demasiada agua al descongelar.