Psicología, septiembre es un buen momento para mejorar

El mejor momento para estrenar hábitos saludables coincide con las aperturas de "curso", ¿te apuntas?

Patricia Ramírez Loeffler, psicóloga del deporte y de la salud

Psicología, septiembre es un buen momento para mejorar
Psicología, septiembre es un buen momento para mejorar

Sí, te está llamando, te está diciendo que es ahora. No te hagas el remolón y escucha qué te dice septiembre. Septiembre habla, manda señales, y si las atendemos bien, seguramente podremos empezar a entrenar hábitos saludables que estamos deseando tener.

¿Por qué septiembre es tu momento? Hombre, mujer, porque algún mes debe de serlo. Si no es ahora, ¿cuándo? A septiembre se le tiene un poco de manía. Supone la vuelta a todo aquello de lo que hemos desconectado en vacaciones: trabajo, colegios, rutina, entrenamientos, prisas. Pero como todo en la vida, septiembre también puede ser del color que lo quieras ver.

Si eres de los afortunados que todavía les queda irse de vacaciones, no puedes irte sin leer nuestras recomendaciones para que vuelvas sano y salvo, ¡cuídate!

La falta de rutina te lleva al caos. Igual que estás deseando romperla, descansar y dejar de planificar, el mismo cuerpo y la mente te piden recuperar el equilibrio, tener orden y saber qué hacer en cada momento. Por eso se echa de menos la rutina. Echarla de menos significa que es buena para ti. Buscamos la rutina en:

- La vuelta al trabajo y colegios.

- Las rutinas de los hijos. Los niños nacen sin orden, sin límites. Somos nosotros los que los tenemos que establecer. Ponerles una rutina implica que se repitan rituales que ayudan a que el niño vaya asimilando cómo se hacen las cosas y que convierte su mundo en un lugar predecible y, por lo tanto, seguro.

- El orden y la organización de la casa y la familia. Imaginaros qué difícil sería encajar las agendas de los diferentes miembros de la familia si no existiera una rutina. La alimentación, hábitos de sueño e higiene, son las rutinas fundamentales en los miembros de una casa.

Abandonar la rutina produce a veces hasta problemas físicos… ¿no te has dado cuenta que cuando sales de viaje cuesta conciliar el sueño y te puedes sentir hasta más cansado? Has abandonado tu rutina.

Vamos a plantearnos dos misiones para septiembre:

1. Volver con optimismo a nuestra vida y normalizarla.

2. Canjear hábitos que nos perjudican por hábitos saludables.

Para que todo sea más sencillo, empecemos jugando con el propio nombre del mes. Fíjate en esta regla nemotécnica para que no se te olvide cómo conseguir tus dos misiones. Y es que septiembre, el pobre hombre, con su bondad y buen hacer, nos lo pone fácil. Septiembre tiene diez letras, todo un decálogo que para vivirlo con alegría.

Soo
Empodérate
Paciencia
Tiempo entre una actividad y otra
Innegociable
Error como evolución
Malas rutinas
Beneficios de la rutina
Responsabilidad
Esfuerzo sí, sufrimiento no
Soo

 

Me encanta el refrán “o arre o soo”. La vida necesita momentos de arre, de tirar, de ser ambicioso, intenso, rápido, pero sobre todo necesita muchos más momentos de soo. Significa tomarte tiempo, enlentecer, ser reflexivo. Cuando decides bajar el ritmo, tachar de tu lenguaje las palabras prisa y corriendo, terminas por hacer lo mismo que cuando corres, pero con calma y serenidad. Y este es un ingrediente básico para que tu mente funcione bien. La prisa bloquea la mente, te precipita, te da la sensación de que no llegas a nada, de que no eres capaz. Y total, ¿para qué? Si no vas a llegar a todo, como nos pasa al común de los mortales, ¿para qué vas entonces a correr?
Las palabras condicionan nuestro ánimo y nuestra conducta. Si te levantas con el arre en la mente, gritas a los niños, los atosigas, les pides que se vistan y desayunen rápido, te vas enrabietando a medida que sales de casa y te metes en el tráfico… ¿con qué sentido? La diferencia entre ducharte, vestirte y desayunar en estado soo no es más tiempo, es cuestión de actitud. Pensamos que en modo arre todo irá más ligero, los niños espabilarán, pero no es así. En estado arre lo único a lo que te expones es a sufrir un nivel de estrés enorme. Y te prometo que como mucho, ganas dos o tres minutos a tu día. No vale la pena.

Empodérate

Necesitas creer en ti, saber que a través de tus recursos, tu organización, tu talento y lo que inviertes, puedes alcanzar lo que te propones. En el momento en el que entra septiembre empiezas a verbalizar en modo catastrofista “qué horror, otra vez la rutina”, “no ha empezado el follón y ya estoy agotado”, “esto me supera”, terminas por sentirte derrotado y actuar como si ya hubieras perdido antes de jugar. Tu “autohabla” es poderosa, no te faltes el respeto, no te veas de menos, no te desgastes con lo que te dices. Eres capaz y lo sabes.

Paciencia

La paciencia es la clave del éxito. En esta sociedad en la que queremos todos los cambios de forma inmediata, saber esperar se ha convertido en una de las grandes virtudes. Ningún cambio a corto plazo, ningún cambio inmediato, suele mantenerse a lo largo del tiempo.

Porque los cambios necesitan tiempo, orden, planificación, reestructuración cuando nos equivocamos, errores, nuevas soluciones y coger el hábito. Un estudio reciente de Jane Wardle, del University College de Londres, publicado en European Journal of Social Psychology, afirma que para convertir un nuevo objetivo en hábito, necesitamos 66 días. Hoy en día las personas tardan en satisfacer sus deseos mucho menos tiempo. Un deseo se convierte en una compra. Uno espera una semana, como mucho. No nos entrenamos para ser pacientes y esperar. Pero hay entrenamientos y cambios que necesitan tiempo y tiempo es paciencia.

Un truco para ello es convertir tu objetivo en una filosofía de vida, en algo para siempre, como lavarse los dientes. No definas tu objetivo como algo a lograr en tres meses, porque aumentas tu probabilidad de frustrarte. Redacta tu objetivo como algo estable: comer de forma saludable, llevar una vida más activa, sonreír más y ver el lado humorístico de la vida, salir antes del trabajo. Dado que tienes claro qué quieres en la vida, por qué lo quieres y cómo te puede hacer sentir, no necesitas conseguir el objetivo de forma inmediata.

Una vez que tengas la idea de lo que quieres y es bueno para ti, define el estilo de vida en acciones concretas: elaborar el menú de la semana todos los viernes, comprar los alimentos necesarios el sábado por la mañana, salir a correr tres días por semana, etc.

Tiempo entre una actividad y otra

Lo que no puede ser, no puede ser. Así que todo lo que metas con calzador en la agenda no aumenta la probabilidad de que te quepa, sino de ir torpedeando todas las actividades siguientes y te lleva a ser impuntual. Cada cosa necesita su tiempo. Tener una agenda bien organizada pasa por saber gestionar el tiempo que requiere cada actividad. Y lo que no quepa, no cabe, aunque tu deseo sea otro.
Si encajas los horarios sin un margen de error entre uno y otro, siempre llegarás tarde a todo. El tráfico, una llamada, una actividad que se alarga diez minutos más de la cuenta. Cuenta con un margen de flexibilidad. Así tendrás los imprevistos previstos.

Innegociable

¿Por qué los placeres van a ser solo para el verano? ¿Por qué no elaborar una lista de esos detalles, de esos momentos que te gustaría tener en tu día a día y que convierten tu día cotidiano en un día con sentido, con ganas de ser vivido? Los innegociables son aquello a lo que no quieres renunciar: comer fruta fresca, salir a trotar un ratito, leer media hora, un capítulo de tu serie favorita, ducharte con calma, tomarte el primer café de la mañana solo… Escribe tu lista de innegociables y trata, como bien dice la palabra, de convertirlos en una prioridad para tenerlos cada día.

Error como evolución

 

La gestión del error es importantísima cuando tratamos de cambiar hábitos y de coger nuestra rutina. ¿Por qué? Porque salvo en contadas ocasiones, cuando tratas de empezar con algo nuevo o con una rutina que tenías abandonada, tendemos a fallar, a postergar…Lo importante es no darle importancia. Si te tratas mal ante el error, si te permites faltarte el respeto y etiquetarte de poco capaz, impuntual, perezoso, vago, no querrás retomar tu nueva rutina. La idea de volver a fallarte te lleva antes a abandonarla que a someterte otra vez al error y que eso provoque tu propio juicio de valor negativo.

¿Fallaste? No pasa nada. Dentro de un rato o mañana habrá otra oportunidad. Si ante el tropiezo te rindes, nunca conseguirás nada. Borra de tu memoria todos los intentos fallidos. No hacen más que decir de ti que no puedes, que no eres capaz, que no eres disciplinado.

Malas Rutinas

Debes cambiar una rutina cuando te esté impidiendo disfrutar o crecer en un momento de tu vida. Que llegue septiembre no significa que tengas que copiar un estilo de vida que no te gustaba en junio. Tenemos rutinas que nos perjudican, como la vida sedentaria, picar comida poca saludable entre comidas, gritar cuando estamos estresados, dejar de cuidarnos cuando vamos acelerados o comer rápido en el trabajo. Si la llama del amor se marchita, si te estancas en el trabajo, si no eres capaz de tomar decisiones ni ver ideas creativas, abandona esa rutina. Hay situaciones, actividades y momentos en la vida que requieren rutinas, pero otros que se alimentan de la espontaneidad, de la improvisación y de la creatividad, y que están reñidas con las rutinas. También hay que romper rutinas para desconectar. Si te acostumbras hacer siempre lo mismo en el mismo sitio, el propio hábito hace que pierdas atención.


Hay emociones que te dicen a gritos ¡¡¡sal de la rutina!!! El aburrimiento, el miedo, estar acomodado, tristeza o incluso la ansiedad.

Tu crecimiento personal. Las que suponen dejarte en la zona de confort e impiden que avances y crezcas.

La pareja. Necesita dosis de humor, pasión, cambiar hábitos. Imagínate toda la vida viendo el mismo tipo de programa, teniendo el mismo tipo de relación, hablando de los mismos temas…

En la búsqueda de soluciones. No puedes hacer siempre las cosas de la misma manera. Porque llegas a la misma solución.  

Hábitos de vida poco saludables en los que nos excusamos porque los niños son pequeños, porque no tenemos tiempo, porque estamos cansados, porque no es el momento, porque no tengo dinero, etc.

Define tus malas rutinas, las que te perjudican, te estancan o te marchitan y decide sustituirlas por tus nuevos proyectos y objetivos de este maravilloso septiembre de 2017, que no te olvides, es tu mes.

Beneficios de la rutina

Nos comprometemos con algo y necesitamos invertir menos fuerza de voluntad cuando encontramos el sentido, la parte positiva o la motivación a aquello que nos proponemos. Por eso es importante que dediques unos minutos a ver la parte positiva de volver a la rutina.

Agiliza y nos hace la vida más fácil. No tenemos tiempo porque ni planificamos, ni sabemos establecer prioridades. La rutina implica planificación y priorizar.

Orden: sabes lo que tienes que hacer en cada momento.

Seguridad: te sientes cómodo en la rutina, es algo que dominas y controlas.

Nos dirige: el inicio de la rutina también indica hacia dónde vas y qué pretendes.

Comodidad: te libera de la presión de tener que decidir en cada momento. Nos libera de tener que tomar decisiones en cada momento. Cuando sabes que en tu rutina está correr a una determinada hora, te lo piensas menos que cuando tienes que improvisarlo. ¡Hasta a los niños les parece cómodo tener la rutina de un uniforme y no tener qué pensar para ponerse al día siguiente!

Responsabilidad

Es tu mes, es tu objetivo, es tu idea, es tu momento, eres tú, no el vecino el que tiene que sacarte de la vida sedentaria para avanzar. Es importante desarrollar un locus de control interno, es decir, realizar atribuciones internas a tus éxitos y fracasos. Solo así sabrás qué tienes que repetir, mantener o modificar. Cuando echamos balones fuera, cuando pensamos que no conseguimos los logros porque un amigo no nos acompaña a correr, porque los niños necesitan de todo tu tiempo o el trabajo nos deja agotados, tendremos que esperar que esas circunstancias cambien para poder dar cambios nosotros. Somos responsables en gran parte del curso y desarrollo de nuestros deseos.

Esfuerzo sí, sufrimiento no

Con esfuerzo todo funciona, fluye y se lleva mejor. Equipos de trabajo, relaciones de pareja, la convivencia, amistades… son ejemplos de ello. El valor del esfuerzo se consigue entrenándolo. Cuanto más te esfuerzas, más desarrollas esta capacidad y así el próximo objetivo te cuesta menos. Al final, lo que fue un punto débil puede convertirse en una fortaleza. Cuando una persona no tiene entrenada esta capacidad siempre encuentra excusas o posterga la obligación.

Empieza por ser disciplinado y por esforzarte con pequeñas acciones. Puedes elegir tres diarias: hacer la cama cuando te levantes, fregar los platos después de comer, subir las escaleras en lugar de coger el ascensor, ponerte menos cantidad de comida en el plato, beber más agua. Conseguir pequeñas rutinas te dará seguridad y te motivará. A los pequeños gestos hay que darles mucho valor, son el inicio de algo más grande.

Decía Benjamín Franklin que “la felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”. Septiembre es un mes maravilloso para buscar esa felicidad en pequeños proyectos, pequeñas rutinas, en el orden, en empezar de nuevo. Septiembre es como enero, el momento en el que uno desea y fantasea. Ahora solo falta planificar los deseos para que se conviertan en realidad.
 

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