"Empecé bastante tarde a hacer pesas, a los 61 años, antes solo corría, y mis compañeros de gimnasio me dicen que tenga cuidado a mi edad, que me puedo lesionar con las cargas, que los tendones no están igual que con 20 años y los músculos tampoco. ¿A qué edad aconsejáis vosotros que se deje de ir al gimnasio a entrenar con pesas y máquinas?"
iEsta preguntra que nos hizo llegar a la redacción de SPORT LIFE Isidoro Ruiz Martín creo que es realmente muy interesante y merece la pena compartir la respuesta con todos vosotros. Vamos con ella.
La respuesta no la podemos tener más clara… ¡a ninguna! Hay numerosos estudios que demuestran la relación positiva entre el ejercicio a edad avanzada y la salud, y se refieren a ejercicios de intensidad entre moderada y alta, no a paseos por el parque o natación a ritmo suave.
Uno de los últimos que hemos revisado, publicado en el European Heart Journal, afirma que los mayores de 60 años involucrados en actividades físicas intensas tienen un 11% menos de probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares y problemas de salud. Por otra parte, dejar de hacer actividad intensa se relación con un incremento del 27% de esta probabilidad de tener una mala salud y ataques al corazón, con lo que su conclusión es que “nunca es tarde para empezar a entrenar”.
El estudio al que nos referimos uso una muestra de más de un millón de personas por encima de los 60 años, tanto hombres como mujeres a los el ‘Korea National Health Insurance Service’ sometió a varios estudios entre 2009 y 2012, para comprobar su evolución del estado de salud en función del ejercicio realizado y la intensidad del mismo.
Este estudio va en línea con otros similares que demuestran que la actividad física intensa, incluso cuando se inicia a edad avanzada sin que la persona haya hecho ejercicio previamente, produce beneficios clínicos a los que la incorporan a su estilo de vida. Nos llamó la atención ver que se obtenían beneficios ya con solo una hora de ejercicio intenso por semana. En personas mayores con algún tipo de discapacidad física, con enfermedades crónicas, diabetes, hipertensión o colesterol elevado, que cambiaron su inactividad por una actividad física entre moderada y vigorosa repetida al menos tres veces por semana, se observó igualmente una importante reducción de los problemas cardiovasculares, bajando a la vez el riesgo de cáncer y de mortalidad por otras causas de salud.
Otra de las conclusiones que nos llamó la atención es que los beneficios de salud no se mantuvieron cuando los pacientes abandonaron el ejercicio de forma definitiva, un dato que contradice de alguna forma ese pensamiento popular que afirma que por hacer deporte de joven ya tienes más salud, aunque no hagas nada de mayor. Una razón extra para no parar nunca.
Dicho esto lo que es más importante a partir de cierta edad es respetar las pautas de entrenamiento correctas, calentar antes de empezar con algunas movilizaciones, ser más progresivo a la hora de aumentar las cargas, evitar movimientos bruscos articulares y estirar bien al acabar, sin llegar a sentir dolor, solo una tensión agradable que ayuda recuperar el tono muscular normal.
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