No existen los fracasos, existen los resultados

Nuestra mente y las percepciones que en ella se originan, marcan la calidad de nuestra vida y afectan directamente en nuestro rendimiento deportivo. Es una cuestión de perspectiva.

Patricia Ramírez @patri_psicologa

No existen los fracasos, existen los resultados
No existen los fracasos, existen los resultados

En alguna ocasión he oído hablar a Tony Robbins, conferenciante y motivador, que los fracasos son solo desenlaces. Yo diría que son resultados, sí, pero resultados no deseados.

En este sentido, un fracaso entendido como resultado no deseado nos ha dado una lección, un aprendizaje. Nos ha enseñado lo que no queríamos. Una persona con sobrepeso ha aprendido cómo llevar un estilo de vida poco saludable. Una persona frustrada en su trabajo ha aprendido aquello que le aburre y le desmotiva. Una persona marchita en su relación de pareja tampoco ha fracasado, ha aprendido el estilo de pareja que no desea vivir.

Si entendemos los fracasos desde este punto de vista, entenderemos también que, igual que aprendimos lo que nos desgasta, lo que nos desmotiva o lo que no deseamos, también podemos aprender lo contrarios.

Para conseguir resultados diferentes en tus hábitos de vida saludables o en cualquier faceta de tu vida, puedes:

  1. Copia a los que están haciéndolo del modo que deseas. Ese modo no es mejor que otro, puede que no sea el único correcto, pero sí es el que tú deseas. ¿Qué hacen, cómo se organizan, a qué renuncian, qué ganan? Pregunta, lee, copia, asimila, pon en práctica. Arrímate a quien está protagonizando su vida. Seguro que te contagia y te enseña.
  2. Confía en tu capacidad de aprendizaje. Esta es más importante, al principio, que la fuerza de voluntad. Tienes que creer que tú puedes transformarte, en cualquiera de los sentidos. Incluso si lo has intentado cientos de veces. Esas no eran tu momento o no eran la manera de conseguirlo. Puede que sea ahora. Te animo a leer las biografías de aquellos que fracasaron una y otra vez para luego alcanzar el éxito, como Abraham Lincoln.
  3. Establece un plan. Si lo que has hecho hasta ahora no ha funcionado, busquemos un plan alternativo. Diseña qué vas a hacer, cómo, cuándo, dónde, qué material necesitas, en qué horario, quién te acompañará. Ponlo por escrito y traslada los horarios a tu agenda.
  4. Verbaliza lo que deseas en lugar de lo que quieres evitar. El cerebro entiende mejor las órdenes formuladas en positivo, orientadas al éxito, más que aquellas que hablan de evitar, de lo prohibido o de lo que no serás capaz. “Esta tarde pensaré sobre el menú semanal e irá al supermercado a realizar la compra de todo lo que necesito”, “estoy seguro de que con algunos cambios y un poco de ilusión, podrá dar el cambio que deseo”.
  5. Recuerda la ley de la profecía autocumplida. Tendemos a orientarnos y conseguir aquello en lo que nos focalizamos. El cerebro busca encajar la información del entorno con las propuestas que tú le haces. Si le repites que no serás capaz, buscará cualquier excusa para satisfacerte y dejarte en el camino.
  6. Sé compasivo. Si vuelves a tropezar, este tropiezo volverá a ser un resultado, no el final. Después de cada tropiezo, volvemos a reformular y a avanzar. Pero no paramos salvo que decidas que ese objetivo ya no te motiva o que no lo deseas.
  7. Nadie va a actuar si no lo haces tú. El poder está en la acción. Siempre digo que, entre tu objetivo y el logro de este, está la acción. Nada sucede si tú no intervienes. ¿A qué estás esperando?
  8. Asume tu responsabilidad. Sí, eres tú. Tú haces y deshaces gran parte de tu vida. A pesar de que no todo es actitud y de que no todo es controlable, en lo tocante a tus hábitos de vida saludables, sí tienes mucho control sobre ellos. Todos tenemos posibilidad de cambio si empezamos por asumir que somos nosotros los que dirigimos. Si no te gusta, cambia.
  9. Si no tuvieras excusas en tu vida, si no hubiera posibilidad de fallo, ¿qué estarías haciendo ahora? Justo eso es lo que tienes que hacer, incluso si fallas. No hay otra.
  10. Te bastas tú solo. Ni motivación, ni momento perfecto, ni siquiera fuerza de voluntad. Si te das cuenta, estos son solo conceptos. Pero quien genera la energía, el movimiento, la puesta en escena, ese eres tú ¿Vas a permitir que estos personajes bloqueen tu vida? No.

Hoy es tu momento.

No el lunes, no enero, no septiembre.

Es hoy.

Como decía Winnie The Pooh a Piglet, hoy es mi día favorito.

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