Mucho se ha hablado de las ventajas que supone darse duchas de agua fría, aunque bien es cierto que no todas cuentan con el respaldo de la ciencia. Por ejemplo, hay quienes piensan que esta práctica diaria favorece la pérdida de peso. A pesar de que al tratar de regular la temperatura corporal se podría quemar grasa parda, no hay estudios suficientes todavía que apoyen esta creencia.
El agua fría actúa como vasoconstrictor, es decir, contrae los vasos sanguíneos de nuestro cuerpo, aumenta la presión con que la sangre fluye por ellos y estimula así la circulación. Tiene un efecto antiinflamatorio y disminuye la velocidad de conducción nerviosa, aliviando posibles dolores.
Beneficios del agua fría sobre la piel
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Vasoconstrictor y estimulante de la circulación.
El contacto del agua fría sobre la piel hace que nuestro metabolismo se acelere y nos proteja de la pérdida de calor. Para conseguirlo, aumenta la circulación sanguínea y su oxigenación. Esto conlleva a un aumento en la producción de colágeno y elastina, proteínas responsables de la firmeza y elasticidad de la piel.
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Antiinflamatorio.
Al mejorar la circulación y disminuir el flujo sanguíneo, disminuye también la respuesta inflamatoria. Así, se reducen las rojeces propias de enfermedades como la cuperosis, la rosácea, las arañas vasculares o el acné. Además, si se aplica directamente sobre las ojeras con algodones, pañitos e, incluso, herramientas masajeadoras frías, consigue disminuirlas y lucir una mirada más descansada.
Temperatura y tiempo recomendados
- Cuando hablamos de agua fría, estaría entre los 20 y 25 grados.
- El tiempo máximo de exposición no debe exceder los 2 minutos, aunque es mejor empezar con periodos más cortos para que el cuerpo se vaya habituando.
Algunos dermatólogos hacen referencia a cierta tendencia viral en redes sociales que consiste en sumergir la cara durante unos segundos en un recipiente de agua con hielo.
“No es recomendable debido a que el hielo (0 grados) aplicado directamente sobre la piel puede provocar quemaduras”
Cómo afecta a nuestra piel un exceso de agua fría
Al igual que se ha comprobado que utilizar agua fría a una determinada temperatura y durante un breve periodo de tiempo es beneficioso, excederse puede provocarnos fallos en la capacidad de regulación de temperatura de nuestro cuerpo, con alteración del ritmo cardiaco, quemaduras en la piel y, en casos extremos, hipotermia. El uso de agua muy fría sobre la piel genera el cierre de los poros, por lo que no se logra eliminar todas las impurezas.
Por otra parte, esto también provoca que las cremas y cosméticos que usamos en nuestra rutina de cuidado diaria no se absorban lo suficiente y pierdan parte de su efectividad.