El espolón calcáneo: causas y tratamiento

Es una de las lesiones más habituales y dolorosas en deportistas, pero tiene solución

José Antonio Guarnido

El espolón calcáneo: causas y tratamiento
El espolón calcáneo: causas y tratamiento

La talalgia o dolor en el talón es uno de los motivos más habituales en las consultas de podología deportiva.

El espolón calcáneo es una protuberancia ósea de tamaño variable en el calcáneo (hueso que forma el talón), siguiendo el recorrido de la fascia plantar (la banda plana de tejido que conecta el talón con los dedos y que soporta el arco del pie). Esta protuberancia presenta forma de pico, está bien definida, y no siempre produce dolor.

En la inmensa mayoría de los casos, se debe a alteraciones biomecánicas, aunque también puede ser originado por enfermedades sistémicas como diabetes, artritis reumatoide, gota, etc.

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El espolón normalmente se manifiesta por dolor puntual y agudo a nivel del talón, que suele ir acompañado de fascitis a lo largo de todo el recorrido y por la presencia de contracturas. El dolor suele ser muy agudo a primera hora de la mañana y ceder algo con la actividad. En realidad el espolón no duele, se trata de una calcificación, lo que duele es la inflamación de las partes blandas que lo rodean y las contracturas a lo largo de la fascia, la llamada fascitis plantar.

¿Qué lo causa?

  1. Su causa más frecuente es la fascitis plantar mantenida a lo largo de los años, un dolor agudo localizado normalmente en la inserción de la fascia en el talón, en forma de pequeños bultitos en el arco medio o antes del inicio de los metatarsos. Es muy importante valorar en profundidad esta lesión, las causas por las que aparece este dolor, dado que si no se tratan adecuadamente la fascitis puede complicarse y es cuando aparece el espolón calcáneo. Estas son algunas de las posibles causas de la fascitis:
  2. Exceso de "pronación", aunque sería más correcto hablar de “eversión subtalar" ya que la pronación no acontece sola sino acompañada de otros movimientos en los tres planos. Para explicarlo con sencillez, se “hunde el puente", provocando una tensión desmedida a ese nivel y desencadenando esa sensación de “tirantez" como si “algo fuera a romperse ahí dentro".
  3. Inestabilidad del primer radio por una hipotonía del peróneo largo. Junto a la anterior, esta es la causa más frecuente. Se trata de una alteración mecánica muy sencilla pero extremadamente destructiva que no solo puede desencadenar fascitis plantar sino también otras patologías asociadas tales como cintilla, tendinopatias aquíleas, síndrome del piramidal, etc. La solución es sencilla: trabajo de gomas y control de la pronación mediante plantillas.
  4. Laxitud ligamentosa, es decir, un exceso de rango articular por tener tendones y ligamentos muy laxos, muy elásticos por un aumento de la elastina y agua en dichas estructuras. Esto provoca mucha inestabilidad durante la carrera y por tanto predispone a una fascitis plantar.
  5. Sobrepeso, que aumenta la carga y somete a estrés toda la fascial plantar. Un factor a controlar y como siempre muy importante. La obesidad especialmente en niños es un factor muy peligroso para los pies, provocando pies planos y esta lesión asociada.
  6. Mala eleción del calzado, que incide directamente en la aparición de la fascitis plantar. Algunos sistemas de amortiguación basan su tecnología básicamente en el concepto de flotabilidad y no en el de “fluidez" y por tanto provocan inestabilidades en el tren inferior que en numerosas ocasiones son el desencadenante de la fascitis plantar. Es muy importante elegir un calzado con la solidez suficiente para que dé apoyo al binomio pie-pierna de forma que no se provoque momentos de pronación excesivos que pueden desencadenar la aparición de la fascitis plantar. La valoración del calzado en la consulta del podólogo es capital a la hora de atajar la causa de la lesión.

Cuando una fascitis plantar se cronifica en el tiempo aparece un “signo" característico llamado espolón calcáneo. Básicamente, un espolón indica al terapeuta que esa persona lleva con una fascitis sintomática o asintomática muchos años.

El espolón calcáneo: causas y tratamiento

El espolón calcáneo: causas y tratamiento

¿Cuál es el mejor tratamiento?

El tratamiento es en realidad sencillo, pero nos encontramos ante una de las patologías con mayor índice de fracasos en los resultados ya sea por desconocimiento o por la aplicación de tratamientos obsoletos que conllevan finalmente intervenciones quirúrgicas que en la inmensa mayoría de los casos no serían necesarias si se hacen las cosas bien desde el principio.

1. Pruebas diagnósticas por imagen

Lo primero es diagnosticar mediante Rayos X si estamos solo ante una fascitis, se trata de una fascitis con espolón o bien una bursitis talar.

2. Tratamiento combinado

Una vez que tenemos claro ante qué lesión estamos, podemos aplicar un tratamiento combinado de fisioterapia, para la mejora del estado de las partes blandas, y ortopedia deportiva, para evitar el origen de la lesión y mantener la mejoría inducida por el trabajo de fisioterapeuta.

3. Uso de plantillas

Una buena plantilla realizada por un podólogo especializado tienen el objetivo de controlar la alteración biomecánica causante de la patología y mantener relajada la fascia plantar, disminuyendo la tensión mediante una “talonera corta" para relajar la talonera posterior, los gemelos y el sóleo. Con la distensión que facilita la talonera (que se elimina una vez terminado el tratamiento) el fisioterapeuta trabaja mejor y con mayor rendimiento terapéutico. Las plantillas son tratamientos muy delicados, que requieren un diagnóstico previo que solo puede ser realizado por un médico facultativo o un podólogo. De otra manera, tenemos asegurado el fracaso en el tratamiento.

4. Buena elección de las zapatillas

Este apartado es delicado. Tenemos innumerables modelos, marcas y variaciones de zapatillas dentro del calzado deportivo. Es importante resaltar que no son las zapatillas las que nos lesionan, sino los miles de impactos sobre una superficie inadecuada, sin una buena técnica o con una pisada que puede favorecer el riesgo de lesión. No obstante, hay zapatillas con “turborreactores", suelas de muelles, balancines o similares que si bien no lesionan en sí mismas, aumentan altamente la posibilidad de lesión al favorecer la alteración biomecánica.

Conforme a mi criterio, la zapatilla ha de ser sencilla, de suela de caucho de media densidad, flexible, con contrafuerte rígido, suela no excesivamente gruesa y neutra. Sobre esa zapatilla neutra el podólogo puede introducir una plantilla específica para las necesidades de cada atleta. Según la “podología forense" no existen dos pisadas, dos pies iguales por lo que por mucho que intenten las marcas personalizar el calzado, no pueden llegar a cubrir las necesidades “terapéuticas" de cada persona.

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