Gracias a Glucovibes, el GPS metabólico que es realmente una revolución en el mundo de la nutrición, podemos ver cómo afectan los alimentos en nuestro cuerpo. Y no sólo un determinado alimento sino también si influye la forma en la que lo ingerimos. Lo que vamos a ver hoy es la la diferencia entre la ingesta de una pieza de fruta y el zumo de esa misma fruta.
¿Qué vamos a analizar?
Esta vez hemos estudiado el impacto glucémico de una naranja y el zumo de naranja (preparado con varias naranjas).
¿Qué podemos observar?
Las gráficas muestran las 2 horas posteriores a la ingesta. Como se puede apreciar en las curvas glucémicas, el zumo de naranja ha provocado un pico más pronunciado, superando los niveles de hiperglucemia. Por el contrario, la respuesta generada por la ingesta de la naranja se mantiene más estable, aportando energía de forma más duradera y sin pasar los niveles de hiperglucemia.
¿A qué se debe esta diferencia?
En multitud de estudios se ha demostrado que comer una pieza de fruta no equivale al un zumo de fruta. El azúcar de la fruta presente en el zumo se encuentra “liberada” y esto deriva en una absorción más rápida en sangre, provocando picos más elevados en las curvas glucémicas. Por otro lado, se utilizan más naranjas para hacer el zumo, por lo que la cantidad de azúcar en comparación con la pieza de fruta entera acaba siendo mayor.
Además, cuando se exprime el zumo se suele quedar la mayoría de la pulpa (fibra) fuera y esto hace que la glucosa pase más rápido a la sangre. En cambio, cuando comemos una naranja, nuestro cuerpo es el encargado de ir “liberando” el azúcar más lentamente. Esto hace que la glucemia no se dispare y sea más estable.
Conclusión: si vas a comer fruta, que sea la pieza de fruta entera