La cebolla es uno de los ingredientes más utilizados en cualquier cocina del mundo. No importa si hablamos de un restaurante o del hogar de una persona particular. Y es que resulta una verdura clave para elaborar salsas, sofritos y guisos, así como para aderezar ensaladas, crear guarniciones para carnes y pescados o aportar una dosis extra de sabor a una simple hamburguesa.
Cuando pensamos en cortar una cebolla, a todos nos viene a la cabeza que, probablemente, vamos a acabar soltando alguna lágrima. Sin embargo, lo que la mayoría de nosotros no sabemos es que la forma en la que la troceamos influye de forma directa en su textura y en su sabor.
La clave está en las fibras de la cebolla
La dirección en la que cortas la cebolla es clave para obtener el mejor sabor y la mejor textura al cocinarla. Si cortamos las fibras en vertical, el sabor será más dulce y la textura más suave.
¿El motivo? No tendremos que romper las fibras al morderlas.
Pero sabemos que hay platos que requieren que la cebolla aporte un toque de sabor más picante y fuerte, así como una textura más crujiente. Para conseguir ambos efectos, lo mejor es cortar la cebolla en horizontal.
Un método ideal para trocear esta verdura es en brunoise, es decir, en dados pequeños y sobre una tabla de madera. Así consigue que el cocinado sea más uniforme y consistente y que se llore menos.