Reduce el picoteo entre horas
Cuando vas en busca de una galleta a las 5 de la tarde, ¿es hambre o aburrimiento? Cuando te comes una barrita de chocolate a las 11 de la mañana, ¿es hambre o simplemente cansancio? El picoteo entre horas puede ser una fuente de calorías importante, ya que lo que picas no suele tener buenas propiedades nutritivas sino, más bien, montones de grasas y azúcares. En lugar de picar algo, haz tres comidas al día que sean nutritivas y te sacien. También puedes probar a cepillarte los dientes después de comer, porque la sensación de limpieza y el sabor a menta pueden ayudarte a desviar la mente de la comida.
Hidrátate
A veces confundimos la sed con el hambre. Para evitar que esto suceda, asegúrate de beber mucha agua a lo largo del día. Las infusiones también pueden servir. ¿No te gusta el H2O? Introduce unas rodajas de limón y pepino en una botella de agua y deja que maceren para darle un ligero sabor a fruta.
Toma proteínas en abundancia
De los tres grupos de macronutrientes (carbohidratos, grasas y proteínas), las proteínas son las que más sensación de saciedad producen. Por lo tanto, asegúrate de incluir una ración saludable de proteínas en cada una de tus comidas. Esto puede incluir carne, pescado, huevos, tofu, productos lácteos e incluso legumbres y frutos secos. Pero ten cuidado con los frutos secos y ciertos productos lácteos como el queso, ya que tienen un alto contenido de grasa.
¡Come lo suficiente!
Cuando estás tratando de perder peso, es fácil suponer que lo mejor es reducir mucho el consumo de calorías. Pero, si bajas demasiado las calorías, pasarás hambre y terminarás por sentir cansancio, mal humor y falta de energía. Al final, esto puede hacer que te des un atracón de alimentos azucarados, que proporcionan una dosis rápida de energía. Estos alimentos suelen contener muchas calorías, lo que dará al traste con los esfuerzos que hayas estado haciendo.
Planifica las comidas
Al final de un día largo, puedes tener la tentación de tomar algo rápido para cenar. Pero los alimentos procesados son poco nutritivos y suelen estar repletos de calorías. En su lugar, dedica algo de tiempo del fin de semana a planificar el menú de cada día. Compra los ingredientes necesarios y, si puedes, prepara la comida con antelación y tenla lista en la nevera o el congelador. Y, cuando salgas a comer fuera, quizás te interese ver el menú con antelación y decidir qué plato será mejor para tus objetivos. Esto puede evitar que “comas por los ojos”, algo que podría llevarte a pedir la comida más calórica del menú simplemente porque tiene un aspecto más sabroso.
No olvides las calorías líquidas
Las bebidas son fáciles de consumir y, a menudo, olvidamos que algunas de ellas tienen montones de calorías. La leche, los zumos, los batidos, el vino, la cerveza y otras bebidas alcohólicas pueden tener un alto contenido calórico y llevarnos a ingerir más de las que quemamos, lo que, como sabemos, puede provocarnos un aumento de peso con el tiempo. Un tercio de cerveza puede contener más de 150 calorías, una taza de leche entera más de 100 y una piña colada ¡más de 500 calorías!