Asoman las primeras setas

Se inicia una temporada de setas o callampas llena de sabores y de precauciones

Pareja recogiendo setas (Foto: iStock)
Pareja recogiendo setas (Foto: iStock)

Con unos días más de buena temperatura, las setas inundarán nuestros bosques, y con ellas una nube de aficionados que deberá guardar en todo momento las exigencias de la recogida de estos preciados hongos. De un lado habrán de respetarse unas normas medioambientales para no dañar el alto beneficio que las setas aportan al ecosistema y, de otro, unos principios de prudencia que garantizarán la seguridad alimentaria. En primer término, informaros de las normas que vuestra comunidad autónoma impone para su recogida, algunas exigen la expedición de un permiso, y a continuación memorizar ciertos mandamientos comunes a cualquier bosque o montaña del mundo:

El corte habrá de realizarse con un cuchillo afilado, no de sierra, a mitad de tallo (estípite).

Transporta tus hallazgos en una cesta que permita la caída de las esporas.

No cortar aquellas que parecen pasadas o rotas.

Evitar dañar la tierra con el uso de rastrillos.

Descartar las zonas próximas a lugares con focos de contaminación.

Y una vez sabido lo anterior, ¿cómo decidir cuáles recoger? Este es un punto clave de todo aficionado a la micología. Iremos poco a poco. Siempre aprendiendo a identificar las especies. Recordemos que las no comestibles pueden producir desenlaces fatales en el organismo. Dejaros asesorar por los más expertos y buscad aquellas que conocéis y tienen poco riesgo de ser confundidas con otras de aspecto similar pero no aptas para la ingesta. Las más populares y primeras que cualquier iniciado debe conocer son:

Boletus edulis: este hongo blanquecino y de sabor dulzón es ideal para los que empiezan en el mundo de las setas. Muy extendido y fácil de reconocer. Pensad que estáis recolectando tapones de cava para no errar. Si veis que el sombrero toma tintes marrones no os inquietéis, está madurando.

Champiñón silvestre:  De tamaño variable.  Frecuente en prados y pastizales. Su sombrero de color blanco puede confundirse con otras clases no comestibles. Descartar aquellos ejemplares cuyas láminas estén adquiriendo un excesivo color negro, serán más indigestos.

Níscalos: Bajo los pinares encontrareis esta conocida seta de sombrero carnoso y características láminas inferiores anaranjadas y muy apretadas. Ideal para iniciarse.

Setas de cardo: Con sombrero grande de color crema y láminas más separadas que el níscalo, es una habitual de los platos de otoño

Amanita caesarea o huevos de rey (también llamada Oronja en otras zonas): De color anaranjado y gran sombrero de hasta 25 cm. La encontrarás bajo robles o castaños. Muy apreciada en la mesa, pero con riesgo de ser confundida con otras Amanitas por los ojos menos expertos.

Perrechicos: Una de las más buscadas por su aroma y alto precio. Fructifica en primavera y tiene en el norte del país su principal nicho.  En otoño hay que extremar las precauciones para no confundirla.

Colmenillas: Tronco blanquinoso y sombrero ovalado de color miel de unos 8 centímetros. Reconocible por parecer un pequeño avispero. Muy apreciada en la cocina francesa.

Trompetas de los muertos:  Nace en lugares sombríos cerca de coníferas. Seta negra con forma de trompeta que cría en racimos. Difícil de encontrar por confundirse entre la hojarasca, pero bastante segura en cuanto a confusiones.

Rebozuelos: Conocida como seta de San Juan. Forma de embudo anaranjado con tallo y sombrero poco diferenciados. Los encontramos en bosques húmedos por toda España.

Como veis, tenéis trabajo por delante en este otoño. Tanto de estudio como agachando el lomo. ¡Disfrutad!