En principio, el ejercicio cardiovascular es el que más consumo calórico produce y cuanto más ejercicio, mayor consumo y mayor pérdida de grasa.
Esto es así hasta cierto punto.
Existe una situación a partir de la cuál nuestro organismo entra en una situación de extrema demanda y se activa un mecanismo de defensa que protege a la grasa. En estos casos, se empieza a catabolizar la masa muscular, baja el ritmo metabólico y disminuye nuestro rendimiento. Se entra en una espiral de fracaso, y cuanto más entrenemos, menos resultados obtendremos.
Con un volumen semanal de entre 4 y 6 horas de trabajo cardiovascular a la semana tenemos suficiente para conseguir el objetivo de perder grasa. Si deseas mejorar, a partir de este punto no aumentes los aeróbicos, mucho mejor incluye un programa de entrenamiento de la fuerza. Está comprobado que los resultados del trabajo combinado cardiovascular/fuerza son siempre más positivos.
Siguiendo esta estrategia obtenemos 3 claras ventajas:
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Se consigue un vaciado mayor de los depósitos de glucógeno, con lo cual accederemos mucho antes a las reservas de grasa
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Evitaremos la pérdida del tejido muscular y nuestro rendimiento deportivo será mayor, soportando mejor y durante más tiempos los entrenamientos cardiovasculares.
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Se consigue un consumo calórico post-ejercicio muy significativo debido a la mayor demanda metabólica de una masa muscular activa. Quemarás más calorías incluso en reposo.
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