Un equipo australiano liderado por el físico Ruben Meerman se ha encargado de averiguar lo que ocurre con la grasa cuando perdemos peso.
Aunque la gran mayoría de las personas asocian la pérdida de grasa a conversión en calor/energía, en realidad, al quemar grasas lo que hacemos es eliminar agua y dióxido de carbono o CO2.
El equipo descubrió que la grasa que se elimina en forma de triglicéridos se convierte en un 84% de gas CO2 que se elimina en la exhalación y en un 16% de agua líquida que se elimina en la orina, sudor y otros fluidos corporales.
Vamos que 'quemar grasas' supone basicamente respirar, o exhalar en su mayor parte y orinar y sudar en una pequeña parte.
Al preguntar "¿Dónde va el peso perdido?" La mayoría de las personas encuestadas, entre los que se encontraban médicos, dietistas y entrenadores, contestaron que se transformaba en calor o energía.
Otra respuesta incorrecta era que pensaban que la grasa se excretaba en las heces o se convertía en músculo.
En realidad, la grasa se convierte en CO2 y H2O.
Cuando una persona pierde 10 kilos de grasa (en forma de triglicéridos) 8,4 kilos se exhalan como CO2 y 1,6 kilos se eliminan en forma de de agua a través de la orina, heces, sudor, respiración y otros fluidos corporales. Todo este proceso requiere 29 kilos de oxígeno (O2) extra.
Simplificando mucho, podríamos decir que los pulmones son el principal órgano excretor a la hora de perder peso. Aunque intuitivamente, a la hora de quemar calorías pensamos en aumentar los latidos del corazón, en sudor y calor.
Probablemente, el error proviene de que al hacer ejercicio lo primero que notamos es como aumenta la temperatura corporal y empezamos a sudar. El motor está en marcha y necesita combustible, así que nos imaginamos la grasa movilizándose y utilizándose como fuente de energía.
No solemos pensar en que al ejercitarnos, también empezamos a respirar más rápido y cogemos más aire. Si aumentamos el ritmo, llegamos a un punto en que no podemos ni hablar, y si seguimos incrementando la intensidad hasta llegar a nuestro tope, al 'no puedo más', ahí no llega suficiente oxígeno.
**Perder peso en forma de grasa supone eliminar el 84% de su peso en CO2 exhalado y en un 16% en forma de H2O líquida. **
Vamos que 'quemar grasas' supone espirar mucho y sudar un poco.
Ahora ya podemos imaginar que adelgazar también es un trabajo de respiración, cada vez que exhalas, estás eliminando el CO2 que se ha producido al quemar la grasa. Y al inhalar introduces el oxígeno que necesitas para quemar la grasa en forma de triglicéridos.
Todo ejercicio que implique mejorar la técnica de respiración como el yoga, te podría ayudar a quemar grasas más eficientemente. Trabajar la respiración puede ser un buen complemento para ayudarte a adelgazar después de un entrenamiento 'quemagrasas', como un HITT o entrenamiento de alta intensidad y produce un mayor gasto calórico en poco tiempo.
CONCLUSIÓN
Si eres de las personas que aprovecha la hora de ejercicio para charlar con los amigos, o hacer 'cotorruning o cototraining' (sí, soy capaz de hacer un maratón sin dejar de hablar), ahora puedes entender porque la báscula no baja y el pantalón no te sobra por más horas que salgas a hacer ejercicio sin perder el aliento.
Una buena idea sería intercalar entrenamientos de alta intensidad para favorecer la pérdida de peso y trabaja después con ejercicios de respiración o yoga que te facilitan eliminar la gran cantidad de CO2 que se produce al metabolizar las grasas con el ejercicio.
Si quieres perder peso, piensa en la importancia de la respiración en el proceso de 'quemar' grasas, aprende a respirar mejor y trabaja bien la intensidad para conseguir resultados.
Este trabajo nos enseña a pensar de forma global a la hora de perder peso, los músculos son importantes, pero también la cabeza y los pulmones, gracias a ellos nos mantenenemos vivos al introducir oxígeno y eliminar dióxido de carbono, y además nos ayudan a eliminar las grasas cada día.
Fuente:
When somebody loses weight, where does the fat go?
BMJ 2014; 349 [doi.org/10.1136/bmj.g7257](doi: http://dx.doi.org/10.1136/bmj.g7257) (Published 16 December 2014)
