Ahora mismo nos encontramos pasando 24 de 24 horas en la casa y se ha convertido en nuestro “microcosmos" temporal. Cierto es que muchos de nosotros, en épocas de climatología adversa o debido a algunas causas coyunturales, ya hemos pasado en ocasiones varios días sin salir de nuestro domicilio, pero ahora mismo llevamos cerca de un mes confinados, en la mayoría de los casos en familia, y, según todas las perspectivas, puede que tengamos por delante otro plazo de tiempo similar antes de que recuperemos la libertad de movimientos.
Hasta ahora hemos tenido un especial cuidado, y así te lo hemos aconsejado desde esta página, con la limpieza de todos aquellos objetos que penetrasen en nuestro domicilio desde el exterior, ya que podrían estar contaminados por el COVID-19, pero ahora debemos repasar nuestro protocolo de limpieza, porque la contaminación puede ir mucho más allá, al existir una buena cantidad de bacterias, patógenos, microorganismos… que habitan y se desarrollan dentro de las casas, máxime cuando se hace un uso tan intensivo de estas instalaciones.
Hemos resumido en estos cinco capítulos los principales objetivos de nuestra rutina de limpieza:
1 Aparatos electrónicos
Si este confinamiento lo hubiéramos tenido que llevar a cabo veinte años atrás, a buen seguro hubiera sido mucho más aburrido. Smathphones, tablets, ordenadores, televisiones con infinidad de canales por cable o satélite, auriculares… son dispositivos de uso cotidiano.
Las pantallas, de manera especial las de los móviles, son un nido de organismos vivientes: pueden contener hasta 600 bacterias, 30 veces más que las 20 que hay identificadas en la taza de un inodoro (Maite Muniesa, Dpto. Microbiología de la Universidad de Barcelona). Para su limpieza podremos utilizar productos específicos para pantallas, aunque una solución jabonosa extendida con una esponja y retirada con un papel de cocina pueden ser suficientes.
Los teclados, mandos a distancia, ranuras de los puertos de conexión (USB…) y los microinterruptores de todos los dispositivos electrónicos también acumulan microorganismos contaminantes, provenientes de la grasa y los patógenos que podamos transmitir desde nuestras manos. Si no realizamos una limpieza estos microorganismos encontrarán un ecosistema perfecto para su cultivo y crecimiento. Para su limpieza utilizaremos un método dividido en tres pasos:
- 1 Con una brocha o pincel removeremos la suciedad que pudiera haber incrustada en los recovecos de estos mecanismos.
- 2 Utilizando un secapelos (aunque existen sprays de aire a presión específicos) soplaremos teclados, interruptores… para remover y eliminar los residuos que pudieran existir.
- 3 Con una solución alcohólica (por ejemplo, 70% alcohol y 30% de agua) limpiaremos todas las superficies valiéndonos de un paño de microfibra o papel.
Una mención aparte merecen los auriculares, de manera especial los que se introducen en el pabellón auditivo: hay que adquirir la buena costumbre de limpiarlos con una solución hidroalcohólica después de casa uso.
Para limpiar las esponjillas que cubren algunos auriculares podremos utilizar cinta adhesiva: primero los soplamos con un secapelos y posteriormente pegamos trozos de cinta para que, al retirarla, elimine de la esponjilla la suciedad.
Todas las partes de goma o plástico se pueden limpiar con agua y jabón. Usa bastoncillos de algodón empapados en esta solución para eliminar con cuidado la suciedad que se acumula en las rendijas o resaltes.
Hay que adquirir la buena costumbre de limpiar los auriculares después de casa uso.
2 Tiradores, interruptores, barandillas
Aunque ya tengas la costumbre de lavarte las manos con cierta regularidad, virus y bacterias se acumulan en las manillas de puertas y ventanas, llaves de la luz, pasamanos… Además de ser una de las principales vías de transmisión del COVID-19, hay infinidad de bacterias y hongos que contaminan estos objetos.
Sería una buena costumbre limpiar, al menos una vez al día, estos objetos. Lo mismo con agua jabonosa, como con una solución alcohólica. De manera especial si hemos regresado de la calle: en ese caso seguiremos la senda de nuestros pasos y repasaremos aquellos lugares donde podamos habernos apoyado o tocado.
3 Utensilios deportivos
Mancuernas, gomas elásticas, manillar de bicicleta estática, pelota de fitball… aquí debemos ser tajantes ya que, a la contaminación habitual de cualquier objeto que entre en contacto con nuestras manos o cuerpo, le sumaremos que estará impregnado de gotas de sudor o grasa procedente de las exhalaciones de nuestro “empeño deportivo".
Si dispusieras de una máquina de limpieza a vapor (la célebre vaporetta) podrías rociarlo todo con vapor de agua hirviendo, para después limpiarlo con un trapo impregnado en alguna solución alcohólica o jabonosa y secarlo con papel de cocina.
La ropa deportiva, de manera especial calcetines, culotes y sujetadores, hay que lavarlos a diario y, si es posible, por separado, ya que la carga de patógenos que pueden acumular puede contaminar otras prendas con las que comparta el lavado. Como son prendas elaboradas en su mayoría con tejidos elásticos, será suficiente con un proceso de remojado en agua jabonosa de al menos 60 minutos y aclarado con agua abundante.
4 Ropa y textiles
Si se trata de eliminar el coronavirus es suficiente con un lavado normal; no hay que entrar en pánico y utilizar muy altas temperaturas, ni lejía a discreción: ya se ha demostrado que este virus queda desactivado al sumergir un objeto contaminado en agua jabonosa. El detergente de lavado a mano o a máquina es capaz de higienizar nuestras pendas y material textil del hogar sin problemas.
No olvidar lavar también cortinas y visillos: por su ubicación cercana a zonas de corrientes a veces actúan como filtros de partículas contaminadas, disueltas en el aire, y los pueden almacenar con facilidad, además de ser los responsables de la acumulación de bacterias de malos olores.
Los microorganismos encuentran en muchos rincones de la casa el lugar ideal para vivir y multiplicarse: no se lo vamos a poner tan fácil.
Tanto la ropa de cama, como toallas y cortinas, deberían lavarse por separado a una temperatura de 40 grados para garantizar su completa asepsia.
5 Casa y electrodomésticos
Si el cambio de estación hacia el verano logra que las epidemias víricas se atenúen, hasta desaparecer, no es solo debido a que las altas temperaturas crean un ecosistema que puede afectar a la supervivencia de un virus (en el COVID-19 aún no se ha podido constatar), es porque las casas se mantienen más abiertas y la ventilación es continua. Los microorganismos que contaminan el interior son muy vulnerables a las corrientes de aire.
Todos los días realizaremos un ventilado total de la casa, de al menos 15 minutos, dos veces al día: mañana y tarde y, si la temperatura lo permite, mantendremos ventanas de los extremos de la casa ligeramente abiertas para favorecer una corriente y renovación continua del aire.
Cada dos días intentaremos limpiar los suelos con agua jabonosa y lejía, si son paramentos impermeables. Y para alfombras y moquetas utilizaremos el rociado, con un pulverizador manual, de una solución de agua con lejía (un tapón de lejía por cada litro de agua) dos veces a la semana. Si dejamos pasar media hora para que ese rociado se evapore podremos proceder después al aspirado.
La lavadora y lavavajillas deben “autolimpiarse" a fondo una vez al mes: un ciclo corto de lavado sin ropa o sin vajilla, a 90º con un poco de detergente, es suficiente como para garantizar la desinfección del tambor y las gomas y conductos interiores.
Tanto la goma de cierre del imán del frigorífico, como las de la lavadora o el lavavajillas hay que repasarlas con una bayeta impregnada en agua jabonosa una vez a la semana, secándolas a conciencia posteriormente.
Los microorganismos contaminantes encuentran en todos estos lugares, y muchos otros resquicios de nuestras casas, el lugar ideal para vivir y multiplicarse: no se lo vamos a poner tan fácil ahora que estamos a tiempo completo viviendo dentro.