El equipo de SPORT LIFE trabaja para mantenerte en forma e informado y te necesita. Hazte Prémium por 1 € al mes pinchando aquí (primer mes gratis) y estarás apoyando nuestro periodismo, a la vez que disfrutas de artículos exclusivos, navegación sin anuncios y contenidos extra.
Al llegar el verano, como consecuencia del calor y la humedad, un gran número de insectos eclosionan y pululan a sus anchas por cualquiera de nuestros paisajes, amenazando con picarnos sin posibilidad a defendernos de una manera más o menos eficiente.
Si las molestias se resumieran a unas horas de picor y quemazón, no tendría mayor relevancia, pero detrás de una picadura puede haber desde una alergia hasta a la transmisión de algunas enfermedades infecciosas.
Me pican siempre a mí
Mucho más allá de considerarlo una especie de obsesión paranoica, se ha demostrado que algunos de nosotros tenemos cierta facilidad para que los mosquitos se ceben con nuestra piel. Atendiendo a ciertas evidencias médicas (Dra. Pilar Cots Marfil. Alergóloga) se ha comprobado que estas variables favorecen la picadura de insectos en el ser humano:
- Se sienten mucho más atraídos por el tipo de sangre 0 que por el A.
- Los bebedores de alcohol (especialmente cerveza) tienen más posibilidades de ser picados.
- Los colores más receptivos para los mosquitos son el negro y el rojo. Los que menos: el verde y el amarillo.
- El sudor es su olor preferido: las actividades físicas al aire libre incrementan las posibilidades de picaduras.
- La franja horaria del día preferida por los mosquitos para picar es al atardecer, aunque por la noche han demostrado tener una gran actividad.
- Las modificaciones hormonales en mujeres embarazadas generan un tipo de sudor y aroma que les resulta muy atrayente.
- El olor de los pies también se ha asociado con picaduras en esa zona.

Mayores reacciones inflamatorias
En la última década se ha detectado la presencia en España del conocido como mosquito tigre, una variedad de esta especie sobresaliente por su mayor tamaño y por el veteado negro y amarillo que luce en su abdomen. Este insecto es más activo, su picadura no responde a ninguna franja horaria específica y ha demostrado que es capaz de atravesar la ropa que llevamos.
Si nos rascamos una picadura del mosquito tigre producimos una infección en la zona que puede llegar a formar ampollas o úlceras, resultando más compleja su curación.

Picaduras y alergia
Los mosquitos aterrizan sobre nuestra piel para atravesarla con su trompa (la “probóscide” está formada por un labio en forma de canal, que contiene seis agujas con capacidad de atravesar diversos tejidos) para succionar nuestra sangre. En realidad no necesitan nuestro líquido orgánico para alimentarse: las hembras (las que nos pican) emplean el plasma para producir sus huevos, porque los machos solo se alimentan de la savia de algunas plantas.
Al recibir una picadura, el mosquito hembra, para poder llenarse de nuestra sangre, necesita dejar hueco en su interior y nos inyecta parte de su saliva, la cual es responsable del cuadro inflamatorio que nos provoca. En la mayoría de los casos solo nos provoca una reacción inmunológica leve, frente a una sustancia ajena a nuestra biología, pero algunos individuos pueden desarrollar cuadros alérgicos de diferente entidad.
Un especialista médico podrá estimar si lo que nos ha provocado la picadura es una reacción alérgica o simplemente si la inflamación es causada por el efecto directo de la saliva en nuestra piel.

El grado de peligrosidad
La reacción general más inmediata consiste en enrojecimiento de la zona tras la picadura. En unas horas se aprecia un abultamiento de la piel (similar a una ampolla) acompañado de un intenso picor, que puede durarnos desde unas horas hasta varios días.
- En un principio estas picaduras son muy molestas y pueden llevar a alertarnos, pero no suelen tener mayores consecuencias para nuestra salud.
- En algunos casos puede existir una reacción secundaria, manifestada por una fuerte inflamación de la zona que puede incluso llegar a provocar dolor en articulaciones cercanas.
- Este cuadro es debido a una alteración inmunológica parecida a la alérgica. Si fuera acompañada de ampollas, úlceras o heridas, tendrá su origen en una sobreinfección, como consecuencia del rascado compulsivo.
- ¿El mejor tratamiento? Lo más aconsejable es controlar nuestra desesperación provocada por el picor, no tocar la zona y aplicar frío local. Si has visitado a un médico o te lo ha aconsejado un farmaceútico, en casos de inflamación severa, deberás aplicar alguna pomada específica (tipo corticoide) para reducir el cuadro inflamatorio.
- No existe relación entre la patología provocada por una picadura de mosquito y la hipersensibilidad que podamos mostrar frente a la picadura de una abeja o avispa, puesto que estos otros insectos nos inocularán otro tipo de veneno que no guarda relación con la saliva de los mosquitos.

Algo eficaz para prevenir
La experiencia nos ha demostrado que no hay ningún método cien por cien eficaz, pero sí podemos minimizar la exposición a la picadura empleando algunas rutinas:
- Vestir con ropa de colores claros y cubrir la mayor parte de superficie de nuestra piel.
- Evitar los lugares donde proliferan (sitios húmedos y calurosos, donde eclosionan los insectos).
- Instalar filtros (mosquiteros de rejilla) en las ventanas.
- Utilizar insecticidas y repelentes de mosquitos en las estancias donde más horas permanezcamos expuestos.
- Los más modernos insecticidas en spray producen, por un efecto térmico/químico, la parálisis y muerte rápida del insecto, siendo inofensivos para los humanos y resto de animales domésticos, aunque su efecto dura pocos minutos y solo se muestran eficaces en estancias confinadas al exterior o bien aisladas con rejillas.
- Los difusores de insecticida eléctricos, conectados a cualquier enchufe, también se han mostrado muy eficaces, produciendo una vaporización que protegerá toda la habitación donde se conecte.

¿Y los repelentes?
Las lociones que aplicamos sobre nuestra piel para protegernos de las picaduras están elaboradas con sustancias químicas que, sin ser insecticidas, interfieren con sus receptores impidiéndoles que puedan olernos y tampoco picarnos.
De manera comercial, el principio activo más utilizado es el DEET (N-Dietil-meta-toluamida), pero también se han mostrado muy eficaces productos naturales como el clavo de olor (pinchar media docena de clavos en medio limón), la citronella y el aceite (esencia) de eucalipto.
