A favor de los batidos verdes: facilita la ingesta de frutas y verduras crudas a las personas que les cuesta comer ‘verde’. Los batidos suelen mezclar varios ingredientes vegetales sólidos que al mezclarse y pasar a formato líquido tienen un sabor y textura más agradable y fácil, consiguiendo que aumente la ingesta de alimentos vegetales crudos, y con ello consigues más agua, fibra, vitaminas, minerales y sustancias fitoquímicas beneficiosas para la salud.
En contra, que la mayoría contienen demasiados azúcares y si se filtran se elimina la fibra y pueden producir una subida de la glucosa en sangre. Además, las cantidades que se beben en un batido son excesivas, si tuviéramos que comer, masticando los ingredientes de una receta típica de batido verde: un bol de espinacas, un plátano, medio pepino, raíz de jengibre, media manzana, semillas de chía y medio vaso de agua, por ejemplo, no sólo no podríamos comer tanto, y menos en los pocos minutos que tardas en beber (tragar) el vaso de zumo, además el contenido en calorías es muy alto, aunque sea todo ‘verde’, un vaso grande tiene entre 350 y 550 calorías según los ingredientes.
Ya se han visto casos de ganancia de peso y de problemas gastrointestinales en personas que tomaban zumos verdes todos los días, y es que abusar de algo bueno también puede provocar problemas.
Mi consejo: los zumos verdes están bien para tomar 2-3 veces por semana, sustituyendo a un desayuno o merienda o cena, por ejemplo. Siempre caseros, con no más de 3 frutas y verduras frescas y de temporada, preferiblemente orgánicas, sin filtrar o batidos en frío, y puedes añadir suplementos en polvo como jengibre, cúrcuma, espirulina, maca, cacao, etc.
No los guardes en la nevera porque los azúcares de las frutas fermentan rápido y hay que hacer los batidos verdes antes de beberlos.
Si tu digestión es complicada, prueba a diluirlos en agua y beberlos despacio, alargando los sorbos para no sobrecargar tu sistema digestivo con el concentrado de fibra vegetal.