Así viví la Spartan Race Súper Madrid

Una carrera de obstáculos es mucho más que una carrera; es superarte a ti mismo, es compañerismo, es, principalmente, acabar con una sonrisa enorme aunque te duela todo…

Isabel Lara

Así viví la Spartan Race Súper Madrid
Así viví la Spartan Race Súper Madrid

Empecé a correr hace dos años con el único objetivo de hacer una carrera de este tipo, y una vez que lo pruebas, sólo piensas en repetir, en hacerlo mejor y en volver a sentir esa adrenalina que crea adicción.

Tras el grito de ¡Aro, Aro, Aro! Da comienzo Spartan Race Super Madrid, una de las pruebas deportivas más famosas a nivel mundial. 15 kilómetros por delante con todo tipo de retos para el cuerpo, pero también para la mente. El sol apretaba, así que nos enfrentamos a una jornada calentita, a la que sólo el río consiguió bajar la temperatura en las dos ocasiones en las que nos topamos con él.

El desnivel acumulado de la prueba es exigente a la par que divertido. Mucho monte, caminos estrechos y cuestas que con el cansancio no queda otra que subir andando. Poco a poco van apareciendo los obstáculos. Los primeros que nos encontramos son muros, a superar por arriba y por abajo. Hay otro tipo de muros más altos, en los que las chicas tenemos un pequeño peldaño para apoyarnos y que nos sea más fácil superar la altura, lo cual se agradece si tu objetivo es pasarlo sin ayuda.

 

El arrastre de peso es una de las pruebas más duras, un trozo de metal pesado del que hay que tirar con una cadena enorme.

El arrastre de peso es una de las pruebas más duras, un trozo de metal pesado del que hay que tirar con una cadena enorme.

¡Prueba superada! Se me nota la cara de felicidad y satisfacción, ¿verdad?

El arrastre de peso se las trae. Es un trozo de metal pesado del que hay que tirar con una cadena por un circuito con muchos altibajos y también en subida. Pero cuando llegas a un contenedor de piedras, con las que tienes que llenar tu cubo y hacer un circuito de subidas y bajadas, el de “sacar al perro” de repente te parece pan comido.

El saco, con saltos finales con pies juntos, también tuvo su momentazo de sufrimiento y por si no fuera poco también cargamos con un bloque de hormigón y la temible cadena.

Equilibrio en la slackline, muros inclinados, suspensión en el twister y también en un combo muy chulo de monkey bars, completaron el recorrido. Arrastrarme por la alambrada se me hizo especialmente largo. Eran ya muchos kilómetros encima y los gemelos, muy cargados, empezaban a hacer estragos. Pero todavía quedaba la cuerda; más fina que en otras ocasiones. En ese momento saqué fuerzas de donde creía que no las tenía, por lo que la satisfacción de subirla fue doble. La jabalina, sin embargo, es mi asignatura pendiente… no conseguí clavarla y 30 burpees fueron la penalización.

¡Prueba superada! Se me nota la cara de felicidad y satisfacción, ¿verdad?

Menos mal que el calor del fuego andaba cerca, y la satisfacción de acabar la carrera en buen tiempo fue mayor que todas las agujetas que llegaron los días después. ¡Reto conseguido!

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