Rebeca Renedo no es el caso de la mujer que ha hecho deporte toda la vida y acaba en el maratón. Ella misma confiesa que “de pequeña no era muy hábil para los deportes, aunque lo que mejor se daba era correr. Hacía algo de tenis pero en realidad el deporte era algo ajeno a mi vida”.Pero hace cinco años en verano empezó a jugar al pádel con los amigos y poco después comenzó a correr por la mañana antes de ir al trabajo con unas amigas.“El primer día corrimos cinco kilómetros y cuando regresé a casa me sentía satisfecha, lejos de estar cansada me sentía preparada para el día de niños y trabajo. Normalmente siempre corro por la mañana, a las 7 ya estoy en marcha. Correr me permite economizar mi tiempo, siento que hago mucho ejercicio en muy poco tiempo, que le sacó el máximo porque salgo de casa y ya empiezo, es flexible en intensidad (si tienes un día malo, vas más despacio), lugar, lo puedes hacerlo sóla…”. Aunque nunca le habían interesado las carreras, en agosto de 2008 junto a sus amigas se apuntó a la Human Race. Y luego vinieron la Liberty, la Carrera de la Mujer, el CSIC…”Vas conociendo a más gente que comparte la pasión por correr y, esto cada día es más difícil, vas haciendo amistades de las que duran. En las carreras me dí cuenta que me gustaba esta sensación de no competir contra nadie, sólo corres contra ti misma, cada uno se pone su meta…”. Nunca había pasado de 10 kilómetros hasta que a primeros de verano del 2010 le pusieron la “manzana” delante en forma de dorsal del Maratón de Nueva York. “Si me consigues un dorsal, yo me preparo”. El siguiente viernes tenía el dorsal sobre su mesa…junto a un gran reto de 42’195 km. “El sábado corrí 15 kilómetros y volví a casa con la sensación de poder con más. Fue clave el apoyo de Pablo, mi marido, que aunque seguía pensando que era una burrada me venía tan ilusionada que hasta se vino a Nueva York para ser mi primer animador”.
Tras tres meses de entrenamiento, y tras correr un mes más antes de la gran cita la Media Maratón en Leganés (1h 57’), se presentó en la mítica salida del Puente de Verrazano con su camiseta de Proniño, su arma secreta de motivación (el programa de lucha contra el trabajo infantil desarrollado por la Fundación Telefónica con la que Rebeca está muy implicada).“No había hecho más de 23 kilómetros y estaba entre nerviosa y asustada. ¿Aguantaría mi cuerpo? Salí a ver si hacía 4h 30’ y acabé en 4h 11’ pero lo importante que es que lo gocé de la primera zancada a la última en Central Park. Fue llegar y llorar, sin duda uno de los días de mi vida. Para mi fue un gran lección del poder del tesón, de que muchas veces es sólo cuestión de querer, de que si te preparas lo consigues, de que podemos hacer mucho más y llegar más lejos de lo que pensamos. Y todo esto que aprendí corriendo lo aplicas en el reto de tu vida diaria. Sin duda, correr es una forma de vida que influye desde en tu forma de alimentarte, tu capacidad para planificarte hasta tus horas de sueño o cómo te relacionas con los demás. En casa hasta la chica que nos ayuda se ha hecho corredora. Le regalé unas zapatillas y ya está corriendo carreras”.Rebeca regreso al maratón de Nueva York al año siguiente con un gran aliciente. Pablo, su marido al que el running le parecía un deporte aburrido, había quedado totalmente prendado del ambiente que se respira esa carrera única. “El año que viene yo corro este Maratón”, había dicho…y lo cumplió. Los dos juntos entrenaron el maratón robando tiempo a las sábanas (4 días a la semana arriba a las 6.30 de la mañana). Esta vez el maratón le enseñó su otra cara a Rebeca. “En la semana anterior había tenido una gripe fuerte pero tenía tanta ilusión, estaba tan bien preparada, que mantuve mi idea de salir a bajar de 4 horas y en el km 40 mi cuerpo dijo basta. Tuve un desmayo y estuve una hora parada en el puesto médico pero yo quería terminar, por mis hijos, por los niños de Proniño a los que representaba, por todos los que me habían animado los meses antes…y acompañada por una de las enfermeras y luego por mi hermana hice andando como pude los 2 km que faltaban. Crucé esa meta que siempre estaba un poco más lejos en 5h 15’ y aprendí de nuevo varias lecciones: que hay que escuchar siempre a tu cuerpo y que siempre has de ser humilde y más aún delante de un desafío como el maratón”.
Mientras tiene claro que quiere revancha del maratón (“quiero quitarme el mal sabor de boca”), se enfrenta a la olimpiada diaria de ser madre de cuatro: correr a las 7 de la mañana, la ducha instantánea para volando vestir niños y desayunos, cole, trabajo, reuniones, vuelta a casa, deberes, cenas...Mientras sus niños presumen orgullosos de que su mamá hace maratones (¡ellos a todas las carreras, tenga la distancia que tengan, les llaman maratones!), empiezan a apuntarse a carreras con ella (los dos mayores ya hicieron la última San Silvestre), Rebeca seguirá calzándose las zapatillas de madrugada para disfrutar de esa sensación de que le gusta como el deporte equilibra y compensa su vida familiar y laborar y le ayuda a afrontar mejor el día a día.