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Empezó en el deporte a través de la natación sincronizada con sólo 6 años siguiendo los pasos de su hermana mayor. Llegó a estar con la selección española en los Campeonatos de Europa, pero a los 17 años decidió centrarse en los estudios.
“Hice un año de ingeniería y luego me pasé a INEF porque el deporte siempre ha sido mi pasión”.
Tras dejar la piscina, empezó a ir al gimnasio dónde conoció al que hoy es su marido que hacía triatlón. “¡Yo no sabía ni lo que era!”
¿Cómo empezaste en el triatlón?
Mi primer triatlón fue en Puigcerdá. Eran tres deportes diferentes, unidos en la misma prueba. Todo muy nuevo, con transiciones, dudas y curiosidades. No me acuerdo ni cómo quedé. No sé si fui tercera o cuarta, pero fue una experiencia que quise repetir más allá del resultado.
Fui quemando etapas: junior, sub23… Intenté en esas categorías clasificarme para Europeos y Mundiales. Y año a año, ir progresando. Estuve muy cerca de lograr plaza para los Juegos Olímpicos de Tokio. Pero el COVID lo paró todo. Estaba haciendo esfuerzos económicos y no obtenía retorno. Tocaba buscar un trabajo o hacer otra cosa. Obtenía resultados, pero no tan buenos como para vivir de ello.
Me puse a opositar para bombera y en verano trabajé en las campañas forestales. Por suerte, y en parte gracias a que para las oposiciones tenías que estar físicamente muy fuerte, no dejé nunca el deporte. Persistí, seguí pensando que en el deporte no había dicho todo lo que tenía que decir, y al final, salió.
El Ironman de Sudáfrica del año pasado era una última bala y lo gané.
La clave fue en lugar de intentar hacer muchas cosas, hacer menos: quitar y volver a lo más simple, quitar estrés y volver a lo básico: Comer. Descansar. Entrenar. Fue el despegue que se completó con un sexto puesto en el Mundial de Ironman en Niza y ganando el Ironman en mi tierra, en Calella.
Sobre su entrenamiento, nos cuenta que:
En mi última semana de concentración en Sierra Nevada fueron 28 horas, aunque el promedio son 20-22. De bici, 450 km, con casi 7.000 m de desnivel. En natación, comparado con el de ITU, hice menos metros, ya que, por mi pasado en la natación sincronizada, no hace falta que haga tanto, fueron 17000 metros. Y corriendo a pie fueron 70 km.
Una cosa muy especial de Marta son sus concentraciones en Kenia:
Mi marido y yo lo descubrimos en un viaje de novios pospuesto por la pandemia. Encontramos un entorno que nos permite hacer las cosas de manera muy simple. También es una manera de apagar el orgullo occidental: que si tanta aerodinámica, tantos vatios, tanto consumir, consumir…
Es apagar todo eso y centrarse en el trabajo duro. Allí hacemos rutas circulares de 150 km sin bajar de los 2000 metros de desnivel y llegando muchas veces a 3000. Además, cuando vamos en enero-febrero hace buen tiempo, mientras que en Sierra Nevada en esa misma época tienes que hacer todo el entreno indoor.
En Iten, donde vamos, donde están todos los corredores keniatas, también hay piscina para entrenar. El pasado octubre estuvimos en Kenia 5 semanas.
Tienes un máster en nutrición… ¿Tú misma gestionas este apartado?
Sí, pero lo hablo con mi entrenador. Planteamos la alimentación para tener energía, para soportar los entrenos. Y en las carreras se aprende por ensayo-error.
Recuerdo mi primer medio, en Alpe d’Huez, tuve la sensación de haber comido muchísimo, sin parar, que no podía comer más. Y luego, cuando sumé todo, en bici no había llegado a 50 g de carbohidratos por hora.
A día de hoy, en media distancia, puedo meter un mínimo de 120 g. Ha sido un proceso para ir adaptando al cuerpo. Trabajo con la marca Crown, con su línea Hyper, que optimiza la ingesta para aportar los gramos de carbohidratos que hemos comentado; los geles llevan 45 g y la bebida 90 g.
En bici intento llevar todo lo que voy a consumir y en los 3 bidones llevo entre 200-300 g. Así en los avituallamientos sólo cojo agua. Llevo las barritas también para llegar a sumar esos 120 g por hora. Para el maratón final del Ironman aún estamos trabajando en ello, ahora puedo meter hasta 60 g.
Como me van muy bien las barritas de gominola, tengo programado el Garmin para que me pite cada kilómetro y en uno meto un sorbo de agua y en otra gominola. Así se me va pasando más rápido, y también me funciona como estrategia mental.
