La ministra de Sanidad anuncio hace unos días la implantación de un nuevo método para ofrecer mayor información al consumidor acerca de la calidad de un producto alimentario. Nutriscore clasifica a los alimentos según su contenido en azúcares, grasas saturadas, sal, fibra, proteínas y calorías y lo hace teniendo en cuenta 100g de producto. De esta manera los productos con semáforo en rojo serían los menos saludables y los productos con semáforo verde los más saludables.
Esta medida tiene aspectos positivos y negativos. En primer lugar, está bien que se quiera ofrecer mayor información nutricional a los consumidores, sin embargo, Nutriscore clasifica a todos los alimentos de forma igualitaria y sinceramente, la calidad de las grasas beneficiosas para el cuerpo humano poco tienen que ver con las grasas que aportan los productos ultra-procesados o la bollería industrial, por ejemplo.
Además, al evaluar la cantidad de grasas por 100 gramos de producto el aceite de oliva, nuestro oro líquido, sale perdiendo en muchas comparaciones. Nadie consume 100g de aceite en una sola comida (ni en muchas), lo normal es añadir pequeñas cantidades para aderezar algún que otro alimento y darle sabor.
Usando el algoritmo de Nutriscore algunos alimentos naturales salen perjudicados frente a otros ultra-procesados
En segundo lugar, las grasas, la sal , la fibra y los azúcares de los alimentos no actúan igual en el organismo si tenemos en cuenta su procedencia. Por ejemplo, el aguacate o los frutos secos ofrecen una cantidad de grasas destacable, sin embargo su origen vegetal y la calidad de las mismas las hace muy beneficiosas para el organismo.
Los aspectos positivos de los alimentos puntúan de forma favorable (fibra, proteínas, hidratos de carbono) y los negativos restan puntuación al producto (azúcares, sal, grasas saturadas).
La polémica ha salpicado a Nutriscore la misma semana en la que se anunciaba su implantación, ya que según sus criterios de evaluación la Coca-Cola Zero tendría una mejor clasificación que el aceite de oliva.
Los estudios que demuestran lo beneficioso del aceitre de oliva en nuestra dieta son numerosos. Además del aceite, otros productos como los cereales azucarados pueden generar confusión en el consumidor.
Por un lado su alto contenido en fibra, hidratos, minerales y vitaminas, les sitúan cerca de las letras A y B, pero por otro lado su elevado aporte en azúcares hace que reste puntuación y la nota media colocará a este producto en la mitad del semáforo, haciendo que el consumidor pueda sentirse seguro y confiado al tomar estos cereales. Sin embargo, lo cierto es que no son saludables porque la mayoría de ellos utiliza harinas refinadas y una gran cantidad de azúcares añadidos, además de aditivos y conservantes.
Personalmente creo que un buen sistema de información nutricional debería clasificar a los productos en naturales, procesados y ultra-procesados, siendo estos últimos los menos saludables para el organismo, independientemente de las calorías que aporten.
Además de observar el semáforo es necesario tomar nuestro tiempo para realizar la compra y leer detenidamente la etiqueta de los productos que no sean naturales, de ese modo sabrás lo que estas comprando y podrás observar si es un producto procesado o ultra-procesado. Deberías saber que el orden en el que aparecen los ingredientes es correlativo a su proporción dentro del mismo. Por ejemplo, si el azúcar aparece en segundo lugar significa que su aporte es significativo y si aparece en último lugar sería mucho menor.
Las compañías que lo deseen ya pueden empezar a colocar el semáforo de los alimentos en sus productos y dentro de un año será obligatorio su uso. Además de estas medidas, la ministra de sanidad ha anunciado la intención de evitar productos poco saludables de hospitales y comedores en los colegios.
Sin lugar a dudas, una de las armas más eficaces para luchar contra las enfermedades es llevar una alimentación sana y equilibrada y realizar actividad física de forma regular.
