¡Ya soy cinturón amarillo!

¡No me lo puedo creer! Pero lo he conseguido, ahora soy cinturón amarillo de kenpo kárate. Me ha costado lo mío, y parecerá una tontería con los maratones y las pruebas de resistencia que llevo a mi espalda, pero para mi esto del Kenpo Kárate ha sido todo un reto. ¿Por qué tanta emoción ante un simple cinturón? Mi torpeza habitual se quintuplica a la hora de aprender un deporte nuevo, y más si no se basa en la resistencia y es algo más técnico como me ha ocurrido con el kenpo. Todo empezó hace un año con la Defensa Personal, se acabaron y la opción era empezar con  clases de kenpo kárate.  Parecía igual pero esto es un arte marcial, se acabaron las risas, los chistes con las compañeras y el entrenamiento ligero, en kenpo las cosas son muy diferentes.

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¡Ya soy cinturón amarillo!
¡Ya soy cinturón amarillo!

¡No me lo puedo creer! Pero lo he conseguido, ahora soy cinturón amarillo de kenpo kárate. Me ha costado lo mío, y parecerá una tontería con los maratones y las pruebas de resistencia que llevo a mi espalda, pero para mi esto del Kenpo Kárate ha sido todo un reto.

¿Por qué tanta emoción ante un simple cinturón? Mi torpeza habitual se quintuplica a la hora de aprender un deporte nuevo, y más si no se basa en la resistencia y es algo más técnico como me ha ocurrido con el kenpo. Todo empezó hace un año con la Defensa Personal, se acabaron y la opción era empezar con  clases de kenpo kárate.  Parecía igual pero esto es un arte marcial, se acabaron las risas, los chistes con las compañeras y el entrenamiento ligero, en kenpo las cosas son muy diferentes.
Para empezar a Alejandro nuestro profesor se le cambia la cara, ya no hay bromas y ahora más te vale no llegar tarde o no reirte porque acabas haciendo 20 fondos por cada chiste con la compi.

Luego las técnicas y las formas, en Defensa Personal para Chicas las técnicas son sencillas y no importa tanto la técnica como la eficacia y reaccionar rápidamente y de forma instintiva. Al fin y al cabo el objetivo es golpear (a ser posible a genitales) y salir corriendo a pedir ayuda, pero en kenpo la cosa cambia, ahora hay que convertirse (o al menos intentarlo) en máquinas de matar, y eso no sólo cuesta mucho tiempo de entrenamiento, también duele.

Si por cada moratón que me ha salido en las clases de kenpo me hubieran dado un euro, ya tendría para unas cuantas inscripciones a carreras y maratones, pero al final se hace callo y ahora la piel es dura y no se marcan tanto los golpes.



También está el cambio de vestuario, de mallas negras y cómodas al kimono, que no sabéis lo que pesa e incomoda. Acostumbrada a la ropa técnica de correr, que expulsa el sudor, ligera, suave al tacto, etc., ahora ponte el kimono y aprende a aguantar el calor mientras sudas como un cerdita. Menos mal que al menos para los golpes y duelen menos.

También están los compañeros, en clase de kenpo te das un baño de humildad cuando un chaval de 15 años te da una paliza en combate, y ya no te digo cuando empiezan a hacer las formas y no das con el paso y eres el pato mareado de la clase.

Con todo esto no estoy desanimando a nadie, todo lo contrario, los retos no serían retos si fueran fáciles de alcanzar, y para mi esto ha sido todo un reto. Sólo quiero remarcar lo que me ha costado este cinturón amarillo, las muchas horas practicando en casa, a solas en el salón por la noche, las bromas en casa porque a mis hijos se les da mejor que a mi, las  discusiones con Alejandro por mi impaciencia y alguna lágrima de frustración al ver que no me salían las técnicas o que no aprendía tan rápido como esperaba y que por muchos vídeos de youtube que veía para practicar, es imposible avanzar sin un maestro que te corriga. .

Pero al final es cuestión de paciencia y perseverancia, y el viernes hice mi examen con Desiré. Ahí estábamos las dos principiantes, nerviosas y asustadas ante lo que se  nos venía encima, ya que el examen se hace en la clase, delante de todos y tienes que demostrar a tus compañeros lo que has aprendido en estos meses. Afortunadamente los chicos de 'Estudio 47' nos examinaron con cariño y aprobamos por unanimidad, menos mal porque suspender hubiera sido un golpe bajo, de los directos a genitales. Ahora ya podemos ir pensando en el naranja, ¡a ver si al menos no me cuesta tanto!

La torpeza no se puede disimular, pero tampoco la voluntad y las ganas, y de eso me sobran, así que sea cuál sea el color de mi cinturón, lo importante es aprender y disfrutar mientras tanto, y el kenpo kárate es una lección de humildad y trabajo diario que se ha hecho un hueco entre maratones, bicicletas, natación y mis deportes favoritos.