Patricia Ramírez @patri_psicologa
¡Es que hasta que no doy dos voces no me hacen caso!, ¡Cuando los tratas con cariño se relajan!, ¡Si no estás con el palo no hacen nada! Oigo comentarios como estos muy a menudo. Son las excusas de quienes prefieren liderar, mejor dicho, mandar, a voz en grito. Es cierto, gritar, ironizar, humillar o amenazar puede tener muchas ventajas. Una de ellas es la obediencia absoluta. Consigues que tus jugadores hagan lo que deseas ipso facto. Pero merluzo, ¿has pensado en las consecuencias de dirigir de esta manera?
No, como le vale dirigir así, no lo ha pensado. Es más, le da miedo perder autoridad si cambia su estilo de liderazgo. Porque el merluzo autoritario no se ha molestado en conocer qué leyes del aprendizaje, qué estilo de comunicación y habilidades sociales y qué aspectos de la psicología le permiten gestionar personas desde la educación, el respeto y la amabilidad. Muchos de ellos, además de no tener este interés, tampoco tienen mucha inteligencia. No tienen argumentos convincentes que den peso a su estilo de juego o a su forma de entrenar. No se ganan el respeto y la credibilidad con sus conocimientos o experiencia. Se la ganan con el grito.
Se sigue entrenando con el palo más que con la zanahoria. Repitamos lo ya repetido en cientos de ocasiones. Las desventajas de educar, formar y entrenar de forma autoritaria, son muchas. Por si fueran de tu interés, aquí te dejo diez:
2. Distancia. Nadie confía en alguien que puede gritar y humillar. La confianza viene de la comprensión, de la empatía, de tener la libertad de poder comentar lo que te inquieta o lo que te da miedo sin temor a la represalia. Así que el entrenador tirano la mayoría de las veces no se entera de la misa, la mitad. “Pues a mí nadie me dijo nada” … ¡Quién te iba a decir nada si la gente se descompone antes de hablar contigo! Hasta los de tu cuerpo técnico te temen.
3. Mal clima de trabajo y de equipo. En un ambiente de trabajo en el que impera el “porque yo lo digo y porque yo lo mando”, la gente no se relaciona con diversión, hay menos risas, hay menos sentido del humor. Una temporada tiene momentos de mucha tensión emocional y es importante poder relajarse con los compañeros que sienten lo mismo que tú.
5. Pierdes el respeto. Nadie respeta a quien utiliza la agresividad para trasladar su mensaje. Se gana el respeto el entrenador humano, empático, el que cuida de la persona más que del jugador.
6. Deseo de venganza. Cuando no te sientes respetado, estás deseando que la persona se equivoque con tal de que la vida haga un poco de justicia.
7. Desviar la atención. Los jugadores tendrían que poder estar centrados a ser buenos jugadores y buena gente. Pero cuando tienes a alguien que te dirige mal, te pasas mucho tiempo criticando, comentándolo con los compañeros y deseando que las cosas sean de otra manera. No estás en lo que estás.
8. Un modelo de conducta que nadie quiere imitar. Quien ha trabajado y entrenado con un autoritario aprende algo muy claro, que es no parecerse a él cuando sea entrenador. Nadie quiere ser ese al que todos critican a escondidas.
9. Pierdes ideas brillantes por parte de tu cuerpo técnico y de tus jugadores. Normalmente, el entrenador tirano, no cuenta con la opinión de los demás, y aunque la pida, no se la dan. Nadie se arriesga a que le pongan en evidencia si su aportación no es bien valorada. Es mejor decir a todo que sí y no generar ni el menor atisbo de enfado. Dónde piensan y aportan veintitantas cabezas, el valor del grupo se incrementa.
10. Pérdida de motivación. La motivación en un equipo viene del objetivo grupal, del objetivo individual, del crecimiento como jugador y del buen clima. Nadie se siente con ganas de ir entrenar cuando el clima es tenso.
Querido entrenador, tienes todo el derecho a seguir manteniendo la creencia de que el poder está en esa forma autoritaria de entrenar. Pero si hicieras una reflexión y fueras capaz de responsabilizarte de tus fracasos, seguro que conseguirás encontrar la relación directa entre fracaso y liderazgo autoritario.
Entrenador autoritario y tirano, lo siento, tienes todas las de perder
Porque no ganamos nada siendo unos tiranos en deporte
