Las personas cometemos errores a diario, forman parte de nuestro aprendizaje. Pero somos muy poco permisivos con ellos. A pesar de que los fallos son naturales, positivos y formar parte del proceso de superación, no queremos vivirlos. Tenemos tolerancia cero con ellos. Y esto es un grave inconveniente porque condiciona nuestro estado anímico, nuestra autoestima y la seguridad. Y además limita futuros aprendizajes. ¿Por qué? Porque nadie quiere sentirse mal, así que terminas por evitar salir de la zona confortable con tal de no tener que pensar que no vales y que no te sale.
A continuación te describo una conversación tipo que se repite cada día con mis pacientes y con mis deportistas:
Yo: ¿Qué haces cuando algo te sale mal, cómo sueles reaccionar?
Alguien: Me machaco y no lo soporto. Me da mucha rabia.
Yo: ¿Por qué te machacas cuando cometes un error?
Alguien: Porque no quiero que me vuelva a ocurrir.
Yo: Entonces crees que machacarte y decirte que eres horrible y que no entiendes como puedes cometer semejante fallo, ¿te hará aprender?
Alguien: Sí, imagino que sí. A ver si espabilo y aprendo.
Yo: Cuando tu compañero de equipo, de trabajo, tu hijo o tu pareja, se equivoca, ¿le dices lo mismo, le hablas en el mismo tono?
Alguien: No, no, qué va, solo me lo digo a mí.
Yo: ¿Por qué no le hablas igual a tu compañero de equipo, por qué no le machacas cuando se equivoca?
Alguien: Porque se sentiría fatal. Trato de animarle para que esté bien y pueda seguir jugando. Sería un mal compañero si hiciera eso.
Yo: Ahhhhh, para los demás es malo, pero tratarte tú a ti mismo en esos términos es bueno. Tiene gracia, es curioso. Para otros es una forma de maltrato y no serviría de nada, pero para ti es un buen método de aprendizaje.
Esta simple reflexión suele abrirle los ojos a muchos personas que confunden la autoexigencia con ser despiadado con uno mismo. La siguiente explicación que les doy, todavía se los abre más.
Hasta ahora la psicología sabía que la autocrítica negativa ponía la atención en las debilidades y miserias de las personas y que hablarse en esos términos impacta de forma negativa en el concepto que tenemos de nosotros mismos. Este tipo de personas además dan poco valor a los logros y los éxitos, porque dicen que eso es lo que tienen que hacer y por ello no son merecedores de reconocimiento. Si te tratas mal cuando cometes un error y no te tratas bien cuando aciertas, siempre vives en continuo desequilibrio, recibiendo más toxicidad por tu parte que elogio.
Pero ahora además sabemos que la autocrítica modifica el cerebro para protegerte. Como dice el científico Estanislao Bachrach, que enseño e investigó en la Universidad de Harvard, en su libro Encambio, “cuanto más duro eres contigo mismo al tratar de cambiar algo en tu vida, más posibilidades tienes de renunciar definitivamente a seguir tratando de cambiar". Y es que en experimentos realizados a sujetos que se autocriticaban mientras les realizaban un escáner cerebral, se demostró que hay dos zonas que se activan y que autoinhiben las posibilidades de cambio. Esto quiere decir que si tú te tratas mal cuando tratas de cambiar algo, tu cerebro se cerrará en banda y no permitirá que sigas avanzando con tal de que dejes de machacarte. Es una forma de protegerte de ti mismo.
Así que la idea original que tienen muchas personas de que tratarse mal y criticarse hará que tomes conciencia de tu error y tengas más atención la próxima vez, es falsa. No solo no se sostiene, sino que produce el efecto contrario al que buscas. Te bloquea y te impide avanzar en la dirección que deseas.