Retirarse para un deportista son palabras mayores. Es el eterno dilema y no es nada fácil de afrontar. El resto de los mortales lo tenemos un poco más sencillo. Hay una ley que te invita a jubilarte a los 65 años. Alguien en algún momento tomó la decisión por nosotros y nos marcó qué fecha del calendario tenemos que abandonar la actividad profesional (salvo que seas autónomo :-) ). El problema de tomar una decisión como la de retirarse conlleva analizar mucho tiempo las ventajas y desventajas de hacerlo. El deportista salta continuamente del “sí, sí, es mi momento, quiero disfrutar de mi familia" al “cómo voy a dejar el fútbol ahora, al que le he dedicado tantos años de mi vida, que además me sigue apasionando y creo que todavía podría jugar un año más".
Saber que te jubilas a los 65 años también permite prepararte para el momento. Sabes cuándo se acaba y cuándo empieza otra vida para ti. Los profesionales no deportistas tenemos tiempo para fantasear qué haremos cuando dejemos de trabajar: aficiones, estar más tiempo en familia, viajar más, practicar otros deportes (sí, a los 65 años también se puede hacer ejercicio y si no miren los bailoteos que se pegan los que viajan con el IMSERSO), no tener horarios ni rutinas. Un sinfín de actividades con las que uno va fantaseando a lo largo de su vida.
Pero retirarse es distinto: supone abandonar tu pasión, tomar la decisión de dejar aquello por lo que has sido reconocido, elogiado, que has disfrutado, vivido con intensidad, dónde has ganado, perdido, te has emocionado, lesionado, superado, conocido a gente maravillosa que has tenido de maestros y de compañeros de equipo. El deporte ofrece muchas experiencias y muy intensas. Así que tomar la decisión de vivir al margen de ello es apostar por un mundo que ahora desconoces, que no sabes si será capaz de llenarte y hacerte sentir tan vivo como lo hacía el deporte. Supone salir de tu zona confortable y vivir la vida de otra manera.
Los motivos por los que un deportista comienza a plantearse la retirada pueden ser muchos: verse cansado, el dolor y las secuelas de las lesiones, no encontrar equipo en el que jugar, no conseguir sus marcas y quedarse fuera de las competiciones a las que estaba acostumbrado acudir, haber pasado una mala racha de resultados o experiencias negativas que hagan que la balanza se incline más hacia el lado de “ya no me compensa", entre otros. Solo hay un motivo motivante por el que un deportista tome la decisión de abandonar su pasión: encomendarse a un nuevo objetivo que le ilusione.
Para facilitar este momento emotivo, un deportista puede prepararlo muchos años antes. Aquí te algunos consejos que pueden ayudar a quien se encuentre en esta situación:
- Compaginar su profesión deportiva con estudios o actividades que le formen en alguna otra pasión: cursos de entrenador, una formación profesional, estudios universitarios, formación y asesoramiento empresarial que le permita montar algún negocio, etc. Se trata de prepararse para tener algo al margen de su actividad deportiva. Pocos son los deportes que requieran de la exigencia de entrenar ocho horas al día. Casi ninguno necesita de una dedicación exclusiva. Así que estudiar, a un ritmo distinto del que estudia alguien que solo se dedica a su carrera, es una alternativa mientras se entrena.
- Entrenar a la persona, no solo al deportista. Muchos deportistas con éxito asocian su reconocimiento y valor al deporte, a los resultados y a sus victorias. Pero cuando finalizan su carrera profesional, cuando ya no compiten, cuando la prensa no habla de ellos, se apaga también el valor que tenían. Debemos trabajar la autoestima, la confianza y la seguridad, para que el día en el que no haya jugador siga habiendo una persona que se sienta llena de valor y orgullosa de sí misma. Porque las personas somos valiosas con nuestros éxitos, pero sobre todo por nuestros errores, porque somos humanas y porque tenemos valores.
- Aprender a gestionar el dinero y el patrimonio. Dependiendo del tipo de deporte al que uno se dedique se puede llegar a ganar mucho dinero. Por ello los deportistas gastan grandes cantidades en coches carísimos, lujosas casas, relojes que podría suponer el salario anual de cualquiera de nosotros y ropa de última marca. Pero estos ingresos no durarán toda la vida y tienen que aprender a gestionar su dinero para que cuando llegue el momento de retirarse y mientras llegan ingresos por otra actividad, puedan seguir viviendo de manera digna. A veces es muy difícil acostumbrarse a llevar un nivel de vida menor al que se ha tenido. Pero si se sigue gastando más de lo que posteriormente se ingresa, llegará un momento en el que agoten su patrimonio. Muchos son los mitos que pasaron de millonarios a arruinados.
- Elegir amigos afines, con una escala de valores similar. Es frecuente que al deportista de alto rendimiento se le unan personas interesadas a las que les encantan presumir de “amigo" famoso, ser invitado en restaurantes y pubs, salir con mujeres exuberantes y muchas otras frivolidades. El deportista a veces se siente solo y calma la sensación de vacío rodeándose de personas que no le convienen. A veces no es capaz de verlo. Estas personas le acompañan, le hacen reír, se lo pasan bien juntos y termina por confundir estas compañías con la amistad. Son estos “amigos" los que desaparecen una vez que abandona el deporte. Y entonces se ve sin profesión y sin los palmeros que le acompañaban a todos lados. Elegir amigos que convienen significa tener al lado gente sincera, que sepa decirte cuándo te equivocas, que no quieran aprovecharse de las ventajas de las que disfruta por ser deportista, que le aconsejen de forma saludable y sepan poner límites. Y que estén con él en la salud, en la enfermedad y todos los días de su vida.
- Contratar un representante que vele por el bienestar por encima de los intereses económicos. Es complicado, pero los hay. Hay representantes que aconsejan a los suyos formarse, que renuncian a contratos mejores porque saben que no es la plaza que conviene a su jugador, que son honestos y que miran por el deportista más que por su dinero. Representantes formados, educados y que no necesitan su dinero para sobrevivir. Este tipo de profesionales le aconsejarán también cómo invertir su dinero y otros consejos que harán la retirada mucho más tranquila y segura.
- Elabora un diario, álbum, recordatorio, carpeta en el ordenador, lo que sea más cómodo, con todos los recuerdos profesionales. Es una tarea laboriosa pero emotiva. No tienes que hacerla de un día para otro. Puedes pedirle a la pareja, los hijos, la familia que te ayude a ir completándola. Será genial tener todo recogido y poder emocionarse con ello cada vez que lo desees. Piensa que no estarás aquí toda la vida. Pero tendrás hijos, nietos, bisnietos a los que les encantará conocer la historia detallada y personalizada de quien eras tú.
- No te asustes, el día que tomes la decisión, de tus emociones como la tristeza, la emotividad, la nostalgia. Son emociones naturales que tienen que surgir. Negarlas o ningunearlas impedirá que cierres la carpeta de forma saludable. Puedes llorar, emocionarte, recordar, reír, lo que desees. Es una experiencia para la que nadie te ha preparado y que no puedes anticipar cómo será tu reacción. Así que deja que todo brote de forma natural sin ocultarlo. Disfruta incluso de la pérdida. Tus emociones están hablando y necesitas crear el espacio y el tiempo para escucharlas. Compartirlas con tu pareja, hijos y amigos hará que los demás puedan comprender mejor el momento por el que estás atravesando.
- Ilusiónate con todo lo que está por venir. No todo el mundo tiene la oportunidad de tener dos vidas profesionales. Volver a empezar tiene su atractivo. Sales de tu zona confortable, puedes aprender, equivocarte, experimentar y volver a empezar las veces que desees.
Y vete en paz. Agradece a todos los que participaron de tu vida deportiva, perdona a quien te ofendió o faltó el respeto, valora todo lo que viviste y di adiós de forma elegante. Solo te retiras una vez, así que trata de convertirle en algo que no olvides nunca.