¿Más riesgo de artrosis si eres deportista?

Una buena alimentación es clave para prevenirla

Redacción Sport Life

¿Más riesgo de artrosis si eres deportista?
¿Más riesgo de artrosis si eres deportista?

El deporte posee un efecto positivo sobre nuestra salud articular en general. Las articulaciones tienen la capacidad de adaptarse a cargas de trabajo crecientes. Es decir, si comparamos la rodilla de un corredor con la de una persona sedentaria, está claro que el corredor tiene mayor desarrollo muscular, más densidad ósea y ligamentos y tendones más reforzados. Pero es cierto que esta capacidad de adaptación articular tiene un límite... Y si lo sobrepasamos es cuando aparecen lesiones musculares y también la temida artrosis a edades tempranas. También es cierto que este límite es diferente para cada deportista y además es dinámico, es decir, se puede modificar y elevar en función del entrenamiento y de una nutrición adecuada.

Artrosis, ¿cuestión de edad?

No es cosa de la edad o de ser mujer. La artrosis también se ocasiona por las sobrecargas a las que sometemos a la articulación por una alta carga de ejercicio físico o distintos traumatismos y lesiones. Muchas veces, los deportistas pasamos por alto nuestra salud articular, cuando en realidad es una de las claves para nuestro rendimiento deportivo. Para que esas “grandes olvidadas" no acaben acarreándote una lesión que interrumpa tu temporada, recuerda siempre mantener una nutrición específica preventiva, un peso adecuado y un equipo deportivo específico y diseñado para la realización de la disciplina elegida.

El calentamiento, hidratación, alimentación y recuperación posterior, son también la base protectora. ¿Cómo reconocer los primeros síntomas de la artrosis? Si duele, si sientes rigidez y si escuchamos un sonido de fricción chirriante o crujiente al mover la articulación, ahí tenemos los principales signos de alerta. El proceso de artrosis es gradual, el cartílago se vuelve más frágil y quebradizo, perdiendo su elasticidad y habitual capacidad de amortiguar.

Poco a poco va adelgazando y finalmente aparecen zonas en las que el hueso deja de estar protegido por el cartílago. Los huesos que forman la articulación terminan rozando y produciendo inflamación una crónica de la membrana sinovial que se traduce finalmente en dolor, rigidez y pérdida de movilidad.

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