Ha sido la portada de todos los medios informativos durante el último mes y seguirá generando infinidad de noticias, en busca de aclarar todas las incógnitas que han ido surgiendo a medida que evolucionaba en contagio generalizado en toda la población mundial.
Desde Sportlife.es en todo momento hemos intentado aclarar las dudas que más relevancia podrían tener en la población deportista, hacia la que siempre nos dirigimos para mantenerles informada mucho más allá de los ejercicios de entrenamiento, dietas o materiales específicos, y lo hacemos utilizando fuentes contrastadas y de una fiabilidad indiscutible.
A lo largo de estos últimos 30 días hemos podido constatar que hay una serie de cuestiones recurrentes, objeto por otra parte de la mayoría de los bulos que circulan por la Red, que son las que más interés han despertado y queremos incidir en ellas para realizar una fotografía actual de lo que, hasta ahora, se tiene por cierto.
1 ¿De dónde viene este virus?
Según ha confirmado Luis Enjuanes, director del laboratorio del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, proviene del murciélago, como muchos otros coronavirus, y la fuente se localizó en la ciudad china de Wuhan pero, según las últimas investigaciones, antes de llegar al ser humano podría a ver pasado antes a otro mamífero que es el que podría habernos contagiado. Se especula sobre si podría haber sido el consumo de la carne de perro el determinante del paso al ser humano.
2 ¿Cómo se transmite?
Por contacto fundamentalmente: de ahí la importancia del aislamiento. La enfermedad se propaga de persona a persona a través de las gotículas procedentes de la nariz o la boca cuando una persona infectada tose o exhala: caen sobre los objetos y superficies que nos rodean y si los tocamos y luego nuestros dedos rozan la boca, los ojos o la nariz podemos contraer el COVID-19.
De forma minotitaria podemos contagiarnos si inhalamos las gotículas que haya esparcido un infectado al toser o exhalar; de ahí la importancia del uso de mascarillas, sobre todo para los portadores del virus, y el mantenimiento de una distancia de más de 1 metro entre personas. Estos datos están certificados por la OMS.
3 Qué efecto tiene sobre nuestro organismo
Una vez infectados por este coronavirus, nuestro cuerpo pone a trabajar su sistema inmune para defenderse provocando los primeros síntomas como malestar y fiebre. Tarda entre 2 y 5 días en multiplicarse y empezando por colonizar la garganta, descendiendo hacia los pulmones, lo que causa una tos seca y, cuando llegan a los bronquios, la membrana mucosa que recubre su parte interior se inflama. Esta inflamación daña los alveolos pulmonares (por donde se extrae el oxígeno y se expulsa dióxido de carbono) lo que dificulta la respiración.
Cuando el caso se agrava, la inflamación de los pulmones puede provocar una neumonía. Además de los pulmones, el coronavirus también puede afectar a otras membranas mucosas del cuerpo, como el estómago o los intestinos, por esta razón algunos afectados padecen de náuseas, vómitos o diarrea. En algunos pacientes también se ha detectado la afección a grandes grupos de vasos sanguíneos, a la médula ósea, al corazón, los riñones o el hígado, que pueden inflamarse y provocar un fallo multifuncional, pero esto dependerá de otras patologías previas.
4 El confinamiento es eficaz, pero… ¿cuánto tiempo dura?
Al tratarse de una infección por contacto o por transmisión aérea a muy corta distancia el aislamiento de la población es la medida más eficaz y rentable en todos los aspectos.
Según un estudio encargado por la OMS, los países que adoptan medidas de aislamiento muy rígido tardan un promedio de 3 semanas en ver el descenso entre los infectados. A las 4 semanas se empieza a controlar y se necesitan un mínimo de 45 días para contener la propagación de la enfermedad, pero la cifra de dos meses es la más realista para garantizar unos buenos resultados del confinamiento.
5 ¿Por qué los niños se muestran más resistentes a la enfermedad?
La infección del coronavirus afecta de igual manera a toda la población, pero el desenlace más grave de la enfermedad se está produciendo en personas de mayor edad o con patologías previas (respiratorias o coronarias).
El virus desencadena una respuesta equívoca en el sistema inmunológico que causa una contestación exagerada del mismo, por lo que es muchas veces el propio sistema inmune el que ataca a nuestro cuerpo agravando el cuadro de la enfermedad. Los más jóvenes tienen un sistema inmune perfectamente desarrollado que no actúa de manera confusa, por lo que la neutralización del virus en su cuerpo no causa esos efectos que sí concurren en los más adultos, con un sistema inmune deteriorado por la edad.
6 El sobrepeso es un factor de riesgo
Según palabras de Jean-François Delfraissy, doctor epidemiólogo responsable del sistema de vigilancia francés contra el coronavirus, las personas con obesidad o sobrepeso tienen mayor riesgo de sufrir complicaciones si se infectan con este microorganismo.
La obesidad y el sobrepeso no solo son problemas estéticos y siempre van acompañados de cuadros que incrementan el riesgo de padecer complicaciones cuando nos vemos expuestos a virus y otras infecciones. En la ciudad de Nueva Orleans (EE. UU.) más de la mitad de la población padece sobrepeso: el porcentaje de mortalidad del COVID-19 duplica al del estado de Nueva York donde hay menos obesos.
La causa fundamental de este evento está relacionada con el mayor deterioro del sistema inmunológico en personas con sobrepeso.
7 ¿Cuánto tiempo tardará en aparecer una vacuna?
Aunque se está investigando muy rápido y se dispone de muchos equipos de científicos trabajando en esta tarea, Luis Enjuanes, director del LCNB del CSIC, calcula que se va a conseguir una vacuna fiable en un plazo de unos cuatro meses, pero hasta que no se haya realizado la fase de prueba en humanos y la homologación por las diferentes autoridades sanitarias europeas no se podrá utilizar, y este protocolo, imprescindible para poder disponer de una vacuna 100% fiable, se alargara 12 meses.
Como ya hace dos meses que se está investigando estaríamos en disposición de una vacuna contra el coronavirus al final del invierno o principio de la primavera de 2021, si todo sigue su curso normal.
8 ¿Habrá medicación antiviral para combatirlo?
Los antivirales específicos que puedan acortar la duración de los síntomas y reduzcan la gravedad de los pacientes infectados por el coronavirus, todavía tendrán que esperar. En estos momentos se están utilizando tres medicamentos con diferentes resultados en cuanto a su efectividad.
El más popular, el remdesivir, es un antiviral de amplio espectro frente a virus ARN, también se está empleando el favipiravir, que inhibe la polimerasa de diversos virus ARN y es muy eficaz en diferentes tipos de gripe. Otro grupo de investigadores emplean la cloroquina, un fármaco clásico para el tratamiento de la malaria y algunas enfermedades autoinmunes, como el lupus o la artritis reumatoide. Además de actuar como antiviral es un potente antiinflamatorio, lo que beneficiaría a los pacientes con cuadros respiratorios graves.
9 ¿El verano y sus temperaturas conseguirán terminar con la pandemia?
La viróloga española Margarita del Val, del CSIC, afirma que en una pandemia importa más el número de personas susceptibles que las oscilaciones meteorológicas.
Es cierto que todos los coronavirus, por disponer de una cobertura lipídica, son sensibles a las altas temperaturas y a la radiación ultravioleta de tipo UVA A (capaces de atravesar superficies transparentes), pero si desciende el número de contagios al llegar el verano será porque los domicilios se ventilen durante más horas y porque las actividades sociales se desarrollen mayoritariamente en espacios abiertos, no por el calor
10 ¿Volveremos a sufrir en el futuro el ataque de nuevos virus que provoquen pandemias?
Sí. Sentimos ser así de tajantes pero, según confirma Luis Enjuanes, la estadística de la aparición de virus que han provocado grandes epidemias ha tenido una cadencia media de unos 5 años durante los dos últimos siglos, con diferentes grados de expansión internacional. Pero cada año se detectan nuevos virus, estacionales o no, con capacidad suficiente para producir una infección a nivel planetario.
De la resolución de esta crisis y de los cambios de hábitos y la concienciación de la población tras este desafortunado episodio de la historia que estamos viviendo, dependerá el control de las próximas infecciones víricas globales.