El corazón de un deportista funciona de manera diferente al de una persona sedentaria debido a la adaptación fisiológica que ocurre en respuesta al entrenamiento físico regular. El entrenamiento físico aumenta la capacidad del corazón para bombear sangre, lo que se conoce como aumento de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI). Esto se debe a que el corazón del deportista se vuelve más grande y más fuerte, lo que permite una mayor cantidad de sangre bombear con cada contracción.
Además, el corazón del deportista también se adapta mediante un aumento en la cantidad de músculo cardíaco, un mejorado funcionamiento de las células del músculo cardíaco, y una mayor eficiencia en la conducción del impulso eléctrico. Esto permite una contracción más rápida y eficiente del corazón, lo que se traduce en un mejor rendimiento cardiovascular durante la actividad física.
El entrenamiento físico también tiene un efecto positivo en las arterias, las cuales se vuelven más flexibles y tienen una mayor capacidad para dilatarse, lo cual permite un mayor flujo sanguíneo durante el ejercicio. Además, el corazón del deportista también se adapta al ejercicio mediante un aumento en el número de receptores beta-adrenérgicos en el músculo cardíaco, lo que permite una mayor sensibilidad a los efectos del sistema nervioso simpático durante el ejercicio intenso.
Sin embargo, el corazón también puede verse afectado negativamente por el ejercicio excesivo o el entrenamiento desproporcionado. El entrenamiento excesivo puede causar estrés en el corazón, y en algunos casos, puede llevar a una sobrecarga crónica que puede desencadenar enfermedades cardíacas. Además, los deportes de alto impacto pueden causar un aumento en la presión arterial durante el ejercicio, lo que puede aumentar el riesgo de enfermedad arterial coronaria.
La hipertrofia ventricular izquierda (HVI) es otro problema relacionado con el corazón en los deportistas. La HVI es el aumento del tamaño del ventrículo izquierdo en respuesta al entrenamiento físico intenso. Mientras que la hipertrofia puede ser beneficiosa para el rendimiento del deportista, también puede ser un factor de riesgo para problemas cardíacos. En algunos casos, puede causar una disfunción del ventrículo izquierdo, lo que puede aumentar el riesgo de arritmias cardíacas y muerte súbita.
Otro problema relacionado con el corazón en los deportistas es el síndrome de QT largo (LQTS), un trastorno del ritmo cardíaco que puede ser hereditario o adquirido. El LQTS se caracteriza por una prolongación anormal del tiempo de repolarización ventricular, lo que aumenta el riesgo de arritmias cardíacas potencialmente mortales. Los deportistas con LQTS corren un riesgo particularmente alto de muerte súbita durante la actividad física.
En cuanto a la prevención, se recomienda a los deportistas un examen médico completo antes de comenzar cualquier programa de entrenamiento. Esto puede incluir pruebas de esfuerzo, un electrocardiograma y pruebas genéticas para detectar cualquier problema cardíaco subyacente. También es importante que los atletas, entrenadores y personal médico estén capacitados para reconocer y responder adecuadamente a los signos y síntomas de una emergencia médica.
En resumen, el corazón de un deportista se adapta de manera positiva al entrenamiento físico mediante un aumento en el tamaño y la fuerza del corazón y en la capacidad del mismo para bombear sangre. Sin embargo, también existen riesgos relacionados con el corazón en los deportistas, como la HVI y el LQTS, que pueden causar problemas cardíacos y en casos extremos pueden llevar a la muerte súbita. Por lo tanto es importante realizar un examen medico previo y tener un monitoreo continuo para poder detectar y prevenir cualquier problema en el corazón.
En lo que se refiere a la muerte súbita un estudio publicado en Revista Española de Cardiología (REC)) concluye que la muerte súbita asociada al deporte ocurre en un 96% de los casos en deportistas recreativos. La causa más frecuente de esas muertes (un 63%) es la cardiopatía isquémica; es decir, infartos de miocardio o anginas de pecho. Afecta de forma notablemente más alta a hombres que a mujeres y, en concreto, tienen más riesgo de sufrirla aquellos que practican fútbol menores de 35 años, y ciclismo y carrera a pie a partir de los 39 años.
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