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Una adecuada mecánica en el apoyo, ya sea para estar de pie y sobre todo para correr, comienza por un apoyo correcto en el que la bóveda plantar permanezca estable ante las presiones a las que se ve sometida. Una caída de esta estructura supondrá una baja estabilidad que se transmitirá hacia las estructuras superiores como rodilla y cadera.
Conocer
La estabilidad del ser humano actual es bastante más elevada que la de sus ancestros gracias al desarrollo de dos mecanismos:
- Formación de la bóveda plantar. En el pie se desarrollaron los arcos como eficientes brazos de palanca para mejorar la locomoción y la amortiguación.
- Mayor sensibilidad. El pie es especialmente sensible gracias a que la zona del córtex sensitivo que le corresponde es casi tan extensa como la de la cara, la mano o el tronco, es decir, el pie posee una capacidad neuromuscular tan alta como la cara y tiene una elevada comunicación sensitiva con el cerebro.
La estructura del pie comprende desde la articulación del tobillo hasta las falanges. Se alternan estructuras que tienen la clara función de aportar estabilidad con otras que otorgan un gran rango de movimiento, de esta forma el pie está preparado para afrontar situaciones de gran demanda estabilizadora y de movimiento e impulsión y, en la mayoría de los casos, de una forma combinada.
Las cabezas de los cinco metatarsianos participan en la distribución del peso que le corresponde a la parte anterior del triángulo del pie. El primer metatarsiano, anatómicamente el más dotado, absorbe como mínimo el doble de la carga que los restantes.
Riesgos
El uso de calzados con refuerzos para la bóveda plantar pueden solucionar el problema a corto plazo, pero lo cierto es que esta ayuda externa no permitirá el trabajo y estímulo de los músculos intrínsecos del pie. Lo ideal es estimular al pie estando descalzado todo lo posible.
El tiempo que pasemos en casa es una oportunidad para abandonar las prótesis que supone llevar un calzado excesivamente protector y permitir la estimulación de esta importante estructura.
Valorar
Debemos observar los apoyos unipodales (sobre todo descalzos) para advertir si existe una sobrepronación del tobillo por caída de la bóveda plantar. Como consecuencia, la rodilla se dirige hacia el interior (valgo).
Realiza squats (con o sin carga) pero haciendo presión con el pulgar del pie sobre un tensor evitando que se escape. De esta forma conseguirás elevar la bóveda plantar con la presión del dedo gordo del pie.
Con la resistencia de un tensor situado lateralmente, acerca el pie hacia el interior para reforzar al músculo tibial posterior.
Reforzar
Mantén un apoyo unipodal sobre una superficie inclinada. El peso estará situado sobre la parte externa del pie aumentando la bóveda plantar.
Manteniendo una flexión de cadera y rodillas, aplica una resistencia sobre las rodillas con los brazos. Al separar las rodillas, el glúteo medio se activará y la bóveda plantar aumentará.
Consejo
Tampoco deseamos que se produzcan excesivas tensiones en la fascia plantar. Aplica un masaje con una pelota sobre toda la planta del pie para evitar adherencias y estimular a los receptores sensoriales.