Todos los conciertos, festivales o actuaciones musicales, independientemente del lugar y el tamaño de la multitud que los acoge, son siempre experiencias únicas y atractivas. ¿Te has dado cuenta alguna vez de esa conmoción, de la emoción de ver a tu cantante o grupo favorito, de las sesiones en directo, de los abrazos, de los aplausos y de los gritos del público? Pues bien, los conciertos tienen un efecto benéfico, tanto que hacen bien al cuerpo y al alma.
De hecho, tanto si tocas un instrumento a nivel de amateur o profesional como si cantas frente a un micrófono, estás haciendo ejercicio físico: es decir, ¡estás mejorando tu forma física!
Si piensas que hacer música sólo significa escribir canciones y recorrer el mundo con conciertos increíbles, te equivocas. El trabajo de un músico no es exactamente así simple. Especialmente cuando se trata de actuaciones en vivo, los conciertos son de hecho verdaderos entrenamientos, que no tienen nada que envidiar a una sesión de entrenamiento en el gimnasio.
Estudios recientes han demostrado que una persona puede quemar aproximadamente 200 calorías simplemente cantando de pie. Para poner las cosas en perspectiva, imagina cuánto puede cansarse un frontman de una banda de rock durante los mejores conciertos, corriendo de un lado a otro del escenario y cantando a pleno pulmón.
Por lo tanto, existe un vínculo claro entre el rendimiento en el escenario y la actividad física, entre la actuación y el deporte.
Se ha demostrado que los músicos, para estar preparados para una gira internacional atractiva, necesitan una capacidad de resistencia excepcional. Sólo así pueden alcanzar su máximo durante sus actuaciones musicales. Piensa que, en esos momentos, durante una actuación en directo, su ritmo cardíaco es comparable al de un futbolista, para un gasto calórico de 1000 calorías, tanto como una carrera de dos horas.
Hoy queremos entrar en la correlación entre deporte, energía y conciertos, inspirándonos en los extraordinarios espectáculos que han quedado grabados en nuestra memoria, así como en el valor de los artistas y su técnica, sobre todo por haber reunido a tanta gente para permanecer en la historia de la música.
Uno de los ejemplos más dignos es el concierto de Rod Stewart en la playa de Copacabana: el 31 de diciembre de 1994, los brasileños decidieron dar la bienvenida y celebrar la llegada del Año Nuevo en la playa de Copacabana, con un invitado especial para animarles. Rod, un verdadero dios de la música rock, cantó su famoso repertorio de forma gratuita ante 3,5 millones de personas para celebrar el 85 cumpleaños de la capital.
Un espectáculo largo y emocionante que se convirtió en el más grande de la historia de la música. Como en el caso de Rod Stewart, hay que ser casi como un atleta, o al menos estar predispuesto a una cierta resistencia física, para hacer que un evento musical como éste sea tan único y memorable.
Conciertos para las bandas: un intenso despertar con aplausos finales
Mirando y experimentando los mejores conciertos de la historia, tenemos una idea de cuánta energía se gasta durante un concierto, no sólo para el cantante, sino también para la banda que lo acompaña. Aquí hay tres ejemplos de cuánta energía consume mientras toca un instrumento.
- 1. El Drum Kit: Tocar la batería durante el concierto de metal más impresionante de la historia, el Monster of Rock, en el Aeródromo de Turshino en Moscú, en 1991, donde actuaron AC/DC, Pantera, Metallica, The Black Crowes y E.S.T., permitió a Chris Slade, en ese momento baterista de AC/DC, quemar 280 Kcal/h, lo que equivale a 15 minutos de tiempo de ejecución. El concierto fue una verdadera hazaña histórica, una revolución cultural para todos los jóvenes soviéticos que, durante los años de la censura del régimen, habían podido conocer y apreciar la música estadounidense sólo a través de radios clandestinas.
- 2. Guitarra: Jimi Hendrix, con su clásica Fender Stratocaster en blanco y negro, en su penúltima aparición pública en el Festival de la Isla de Wight en 1970, quizás su actuación más significativa, 230Kcal/h quemada, comparable a unos 60 minutos a pie.
- 3. The Strings: La Filarmónica de Nueva York, por tradición, siempre ha ofrecido su música a través de conciertos masivos. Sin embargo, en el concierto gratuito celebrado en el Parque Central el 5 de julio de 1986, durante las celebraciones del centenario de la estatua más famosa de la Gran Manzana, superó todas las expectativas, con 800 mil y más personas reunidas en el parque. No sólo el rock entonces, sino que a lo largo de sus conciertos, los maestros y profesionales de la música clásica tienen un importante gasto de energía. Especialmente en un evento de esta magnitud, el único violín hizo que los músicos consumieran 100 Kcal/h durante su actuación.
Del escenario al público: ¿cuánta energía consuma el público durante los conciertos?
¿Qué hay del público? ¿Cómo olvidarnos de la Woodstock Music and Arts Fair que tuvo lugar en Bethel, un pequeño pueblo rural del estado de Nueva York, entre el 15 y el 18 de agosto de 1969? Fue el momento más memorable de la cultura hippie, un acontecimiento que marcó una época en la historia de la música rock y la cultura pop. Se aseguró a las autoridades locales que no se reunirían más de 50.000 personas. Sin embargo, el número se elevó posteriormente a 200.000, aunque al final llegaron 500.000 personas.
Nunca antes se había reunido tanta gente para el mismo evento musical. En el escenario, entre otros: Jimi Hendrix, Joe Cocker, Joan Baez, Jefferson Airplane, Ravi Shankar, The Who, Santana y Janis Joplin. Un evento grabado en la memoria y en el tiempo, donde el amor y la paz fueron los pilares de los muchos jóvenes que participaron en ese evento, tres días de baile, revolución y color, para un gasto energético de 400 Kcal/h, multiplicado por tres días.
Como conclusión de este análisis, podríamos comparar un concierto de rock con una sesión de cardio-training en el gimnasio durante un par de horas, seguido por un circuito de ejercicios cardiovasculares que explotan la actividad aeróbica, como Jumping Jacks.