La intolerancia al gluten o enfermedad celíaca es un trastorno cada vez más habitual. Es un trastorno autoinmune que se caracteriza por una inflamación crónica de la parte próxima del intestino delgado o yeyuno, por la exposición al gluten, concretamente a la gliadina, una proteína que contienen algunos cereales como el trigo. Cuando hay celiaquía, la exposición a la proteína gliadina, hace que la enzima transglutaminasa tisular modifique la proteína y se produce una reacción del sistema inmune contra el propio intestino delgado, causando una reacción inflamatoria que causa atrofia de las vellosidades (las curvas que recubren el intestino) con daño celular y disminución de la absorción de nutrientes, provocando deficiencias nutritivas, especialmente en niños que están en edad de crecimiento.
¿Qué es el gluten y dónde se encuentra?
El gluten es una proteína que se encuentra en la semilla de muchos cereales: trigo, cebada, centeno, espelta, kamut, triticale y posiblemente avena; y que está combinada con almidón. El gluten representa un 80% de las proteínas del trigo y está compuesta de gliadina (la responsable de la celiaquía) y glutenina.
Síntomas
Los más comunes son diarrea, dolor abdominal, gases, heces malolientes, retraso del crecimiento en niños y pérdida de peso. Suele aparecer cansancio, irritabilidad, depresión, erupciones cutáneas, llagas en la boca, hinchazón, calambres, etc. Si no se trata a tiempo, la celiaquía suele causar desnutrición y anemia.
A veces, es posible que la persona con enfermedad celíaca no muestre síntomas (asintomática) hasta que pase por un evento emocional o físico estresante, como por ejemplo una lesión.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico más habitual se basa en que ante la sospecha clínica del paciente o el médico se realizan tanto las pruebas de serología como la biopsia intestinal específica para la celiaquía.
La celiaquía aparece en personas genéticamente predispuestas, de todas las edades a partir de la infancia. Los síntomas incluyen diarrea crónica, retraso del crecimiento y/o del desarrollo infantil, fatiga, erupciones en la piel, pérdida de peso, cambios en el carácter, vómitos y vientre hinchado, aunque estos síntomas pueden estar ausentes y aparecen de vez en cuando, estos síntomas pueden aparecer en cualesquiera de casi todos los órganos y sistemas del cuerpo. Se estima que la enfermedad afecta a 1% de la población de lenguas indo-europeas, aunque se piensa que es una enfermedad que no está bien diagnosticada y la frecuencia es mucho mayor. Cada vez hay más análisis y se está comprobando que hay muchas personas celiacas asintomáticas.
¿Cómo se trata?
La buena noticia es que el tratamiento es muy eficaz y consiste en la eliminación del gluten en la dieta para toda la vida. Sólo así se puede conseguir la regeneración de las vellosidades intestinales y recuperar la absorción intestinal normal. La FACE (Federación de Asociaciones de Celíacos de España) distribuye unas listas entre sus socios con aquellos alimentos sin gluten que se pueden consumir sin peligro alguno aun siendo manufacturados. Se debe evitar el consumo de productos manufacturados que no esté dentro de estas listas, ya que no todos los etiquetados son correctos.
¿Alergia al trigo o intolerancia?
A pesar de que el trastorno es causado por una reacción a las proteínas del trigo, no es lo mismo que una alergia al trigo. El término adecuado es intolerancia al gluten, enteropatía sensitiva al gluten, esprue endémico no-tropical y esprue celíaco.
¿Qué problemas puede traer a los deportistas?
La intolerancia al gluten puede provocar deficiencias de absorción de nutrientes si las vellosidades intestinales no se regeneran completamente, los celiacos pueden tener deficiencias de hierro, ya que la absorción de hierro se hace en la porción proximal del intestino delgado (en el duodeno principalmente) y el ácido fólico se absorbe en el yeyuno. En deportistas con celiaquía, es muy importante controlar las anemias para prevenirla con una dieta rica en hierro de origen animal preferentemente como carnes rojas, berberechos, almejas, mejillones, pescados y de origen vegetal con verduras de hoja verde, frutos secos y algas. También puede haber deficiencias de vitamina D y vitamina B12, aunque no son habituales.