Con las nuevas medidas aprobadas por el gobierno a partir del 13 de abril de 2020 se podrá reanudar parte de la actividad laboral en nuestro país y, como medida prioritaria, se aconseja el uso de mascarillas para permanecer en lugares públicos.
Entre la ética y la economía
Difícil decisión la que deben tomar ahora las autoridades estatales, cuando lo que aconsejaría la razón es que el país siguiera confinado, pero los datos macroeconómicos pesan como losas y los asesores financieros hacen valer su filosofía por encima de la de los expertos en la salud.
Sea como fuere, muchos serán los que no puedan continuar teletrabajando y se vean obligados a salir a las calles de las grandes ciudades donde, por muy buena que sea la organización, habrá lugares estratégicos donde debamos convivir a escasa distancia con otras personas, sin saber el grado de salud o enfermedad que puedan tener o, incluso, sin conocer si nosotros mismos somos portadores del coronavirus.
Las estadísticas de la verdad
En una intervención de Daniel López Acuña, (30 años trabajando en la OMS) para el Diario Médico el pasado 11/04/2020, relata que actualmente el 90% de los casos del Covid-19 en el mundo son asintomáticos. En esta cifra quedan incluidas las personas que no muestran ninguna patología relacionada con el coronavirus o que las que muestran son tan leves como para no despertar sospechas sobre su contagio. De aquí la incesante preocupación de los expertos en epidemiología por realizar grandes muestras de los famosos test de identificación del contagio o la inmunidad de los ciudadanos.
Sobre el terreno práctico, esto se traduce en que, cualquiera de nosotros, podemos ser un foco de infección aunque no lo podamos llegar a sospechar.
Tan simple como peligroso
El COVID-19 es un enemigo invisible, pero su contagio es tan básico y simple que debería ser igual de sencilla su neutralización. El mayor porcentaje de contagios (dependiendo de diferentes estudios entre el 70 y 85%) se produce por contacto: algo que hemos tocado contiene el virus y entra en nuestro cuerpo al tocar nuestra boca, nariz u ojos con los dedos. El resto de contagios podrían ser por la respiración directa de aire cargado con partículas de saliva contaminadas.
En cualquier caso hay dos pautas que nos protegen, en un porcentaje altísimo, de sufrir un contagio: la protección con guantes y la continua higienización de las manos y la protección de las vías respiratorias. Por añadidura debemos evitar que cualquier objeto que penetre en nuestro domicilio desde el exterior sea utilizado sin haber sido desinfectado previamente, lo mismo que evitaremos utilizar la ropa o el calzado de la calle en el interior de nuestro domicilio. Sobre esto ya hemos hablado largo y tendido en esta web: ahora vamos a referirnos a la protección mediante mascarillas a partir de los próximos días.
Un nuevo escenario urbano
En países como Japón o Corea del Sur, es habitual desde hace años ver a personas circulando por la calle con mascarilla, simplemente por padecer un catarro común o una afección alérgica, pero ahora el escenario es de la totalidad de la población caminando con mascarillas.
Perú ya obliga a todos los ciudadanos a llevarla si quieren salir de casa. En Lombardía, norte de Italia, la multa por ir sin mascarilla es de 400 euros. En México la obligación o no depende de los estados, igual que en Francia. En Bogotá, la capital colombiana, uno no puede subir al transporte público si no lleva mascarilla. En Estados Unidos, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades ya recomiendan que, en la calle, todo el mundo vaya con la nariz y la boca cubiertas, en Hungría y Chequia son obligatorias bajo sanción de 400 euros… En España, según ha notificado El Confidencial Digital, a partir del levantamiento del confinamiento podría sancionarse con 300 euros a quienes permanezcan en la vía pública sin protección en nariz y boca, aunque podrían ser válidas bufandas o pañuelos con este fin.
La crísis de las mascarillas
Y todo esto llega en un momento en el que hay una rotura de stock generalizado y es imposible adquirir mascarillas de protección homologadas para combatir al COVID-19. La propia OMS, que al principio desaconsejaba su utilización por pensar que los ciudadanos podrían sentir una falsa sensación de seguridad al llevarlas y que su mala manipulación podría causar también contagios, ahora aconseja la utilización para controlar, sobre todo, a los contagiados asintomáticos.
La “sapiencia popular" no ha tardado mucho en reaccionar y ya se pueden ver cientos de vídeos sobre la elaboración artesana de mascarillas con diferentes materiales.
¿Cuánto de seguras son las mascarillas caseras?
Ya nos hemos referido a este tema en anteriores artículos en los que incluso te hemos dado los mejores consejos para fabricarte una mascarilla casera, pero queremos incidir en algo que, incluso en los testimonios médicos, ha quedado plasmado como una realidad: siempre es mejor llevar cualquier tipo de mascarilla puesta que ir sin nada.
Pongamos un ejemplo: imaginaos que nos vamos a exponer directamente al fatídico virus y sólo hemos encontrado una bufanda de lana para proteger nuestra nariz y boca. Si os fijáis en la tabla adjunta su capacidad de filtrado es del 49%, o sea, que tendremos un 51% de probabilidades a que el virus entre en contacto con nuestro aparato respiratorio, mientras que sin protección sería del 100%.
Fuente: Collebridge University USA
Un estudio publicado recientemente en la Journal of Medical Virology centrado en el COVID-19, ha apuntado que las mascarillas FFP3, las mascarillas médicas y aquellas caseras hechas de papel de cocina de cuatro capas y tela de una capa podrían bloquear el 99,98 por ciento, el 97,14 por ciento y el 95,15 por ciento del virus en aerosoles, respectivamente.
Las mascarillas artesanas más populares
Papel de cocina
Son las más sencillas y, dependiendo de las capas de papel que utilicemos, podrían llegar a disponer de una capacidad de filtrado muy elevada. El inconveniente es que son de un solo uso y resultan bastante frágiles frente a la manipulación.
Con un pañuelo de tela
Otra opción rápida, muy similar a la del papel de cocina, que nos puede sacar del apuro. Todas las telas naturales (algodón, lino…) tienen el inconveniente de ser muy vulnerables a la humedad y pierden su efectividad tras un par de horas de uso. Se pueden lavar y desinfectar.
Con una bayeta
Un material bastante resistente, sintético y con buena capacidad de filtro. Se trabaja con cierta dificultad, dependiendo del grosor de la bayeta, pero tiene la ventaja de ser reutilizable tras lavarla con agua jabonosa caliente (a más de 60º) o con lejía.
Con tejido TNT sintético
Este tejido, utilizado incluso en muchas bolsas de publicidad, tiene la ventaja de ser bastante impermeable, por lo que nos protegerá bastante bien frente a partículas de saliva potencialmente infectadas. El inconveniente es que es de un solo uso, ya que su desinfección es compleja y nada recomendable.
Con un filtro de café
Un sistema barato y bastante eficaz, necesitando muy poco tiempo para confeccionar una mascarilla a nuestra medida (se puede recortar con una tijera para adaptarla al perfil de nuestra cara).
Con una Compresa
La capacidad de filtrado, tanto del aire, como de la humedad de una compresa higiénica es muy alta, aunque es aconsejable utilizar este artículo como elemento filtrante de una mascarilla con filtro intercambiable. Por supuesto que es de un solo uso.
De tela con o sin filtro
Son las más populares entre los artesanos de las mascarillas. Dependiendo del material utilizado (poliéster, algodón, lino…) podrán ser más o menos efectivas, sobre todo por su resistencia a la humedad. La capacidad de filtrado dependerá del filtro que utilicemos: toallitas de bebé secas, papel de cocina, kleenex, compresas…
Se deben lavar después de cada uso, con agua a más de 60º y detergente o una solución de lejía. Si las planchamos a posteriori todavía conseguiremos una mejor asepsia de estas mascarillas. Una mascarilla de algodón o lino no deberíamos utilizarla durante más de 2 horas.
Lo más importante de las mascarillas
Hay algunas reglas de oro que debemos cumplir con absoluta escrupulosidad cuando utilizamos una mascarilla, de manera especial en las artesanas.
Antes de colocárnosla y al retirarla de nuestra cara deberemos lavarnos las manos a conciencia.
Jamás tocaremos el cuerpo de la mascarilla: se ponen y se quitan utilizando exclusivamente las gomas, cintas o correas. Si necesitamos retirarnos de la boca la mascarilla, para hablar o para que nos identifiquen, nos la quitaremos siempre desde atrás, sin tocar el cono filtrante.
Una vez utilizadas las tiraremos a la basura (las de un solo uso o los filtros interiores) en una bolsa aparte y bien aisladas del resto de deshechos del hogar.
Las mascarillas reutilizables hay que lavarlas siempre después de cada uso: tenlo en cuenta si te las vas a fabricar para hacerte varias unidades y disponer siempre de una mascarilla seca y desinfectada.
Las mascarillas nos aíslan con gran eficiencia de los contaminantes respiratorios y protegen a los demás de una posible infección nuestra, pero manipularlas de la manera errónea puede ser potencialmente muy peligroso.
NOTA DE REDACCIÓN: Aunque este texto contenga afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales científicos o sanitarios, la información contenida está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario, que será la más válida.
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