En los círculos médicos de atención al deporte se viene observando en los últimos tiempos "un aumento considerable de las diversas patologías que afectan al tendón de Aquiles", según Carlos Díez, director de los Servicios Médicos Sanitas - Real Madrid. Algo que conocen bien jugadores del primer equipo de fútbol del club blanco como Sergio Ramos, ya recuperado tras tres meses de rehabilitación.
El aumento generalizado de esta patología entre los deportistas de alto nivel está "causada por un nuevo factor que se une a los que tradicionalmente originaban este tipo de dolencias: la aparición de un nuevo calzado deportivo, cuyo diseño está orientado a lograr un mayor rendimiento en detrimento de la protección del deportista frente a las lesiones", según el doctor Díez.
¿Qué es y cómo se produce?
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El tendón de Aquiles es el tendón común que sirve para la inserción en el calcáneo de tres músculos, sóleo, gemelo interno y externo, que constituyen el llamado tríceps sural.
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El conjunto está cubierto por una aponeurosis anterior que aporta la mayor parte de la irrigación sanguínea que nutre el tendón de Aquiles. Tiene un punto débil, de menor irrigación, en un tramo entre dos y seis centímetros por encima del calcáneo.
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La función principal de este tronco muscular y su tendón es la flexión plantar del pie y participa en la flexión de la rodilla.
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Es un tendón muy potente que soporta en carrera fuerzas de hasta 500 kilos. Por eso puede sufrir diversas lesiones en cuanto se modifican las condiciones de contracción, el eje de tracción o sufre un traumatismo por compresión directa en pleno funcionamiento.
Las principales causas de esta dolencia son:
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Compensación de un arco plantar doloroso. El deportista fuerza la tracción del tendón de Aquiles al modificar el apoyo plantar para evitar el dolor del arco.
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Las desviaciones axiales del tobillo provocan una dirección de tracción que fuerza más unas fibras que otras.
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La hiperpronación originada por una talonera muy blanda.
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La marcha y carrera hacia arriba en pendientes pronunciadas estiran continuamente el tendón, forzando sus límites de elasticidad.
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Las variaciones en la altura del tacón exigen al tendón que trabaje con una tracción desacostumbrada, lo que provoca su irritación.
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La presión directa sobre el tendón, si se utiliza calzado rígido (como las botas de esquí) demasiado ceñido.
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Los entrenamientos inadecuados o realizados en superficies duras.
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En los círculos médicos de atención al deporte se viene observando en los últimos tiempos un aumento exagerado de esta patología. La llegada al mercado de una gran variedad de calzado, que muchas veces está diseñado para mejorar el rendimiento del deportista y no su confort o su protección frente a las lesiones, parece ser la principal causa de este incremento.
Síntomas
El dolor es el principal síntoma cuando un deportista sufre una tendinitis del tendón de Aquiles. Al principio se manifiesta a primera hora del día, desaparece con el uso de la articulación y retorna con más intensidad tras la actividad física. Con el tiempo el dolor se hace constante.

Diagnóstico
Para determinar si el deportista sufre una tendinitis de Aquiles, el especialista suele realizar varias pruebas:
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Interrogatorio y exploración: pinzar a lo largo del tendón buscando el punto más doloroso y posibles nódulos que lo engrosen. Para mayor seguridad se puede repetir la prueba mientras el paciente realiza movimientos de contracción muscular y de flexo-extensión del pie.
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Ecografía: Es más rápida, sencilla, barata y de gran fiabilidad si la realiza un experto.
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Resonancia magnética: Es definitiva. Permite una visualización del entramado del tendón, de su inserción y de las lesiones acompañantes. Es muy fiable para planear el tratamiento, incluyendo la técnica quirúrgica.
Cuidados
Una vez concluido el diagnóstico podremos determinar el tratamiento para lograr la recuperación del deportista, siguiendo las siguientes indicaciones:
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Inmovilizar temporalmente la articulación y mantenerla en alto para reducir la inflamación y evitar que empeore. Se puede reanudar la actividad de la articulación con movimientos leves cuando baje el dolor.
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Para combatir la inflamación es útil aplicar hielo, ya que ayuda a constreñir los vasos sanguíneos.
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Cuando se observe cierta mejoría se puede utilizar la fisioterapia para acelerar la recuperación, con masajes para estirar el tejido y aumentar el riego sanguíneo.
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La ultratermia y el ultrasonido también mejoran el ritmo de recuperación.