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¿Qué es el SIBO?
La palabra SIBO, viene de las siglas en inglés: Small Intestinal Bacterial Overgrowth, o sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado.
Es un tipo de disbiosis o desequilibrio en la microbiota intestinal, pero no solo de bacterias, sino también de otros microbios distintos como son las arqueas o los hongos.
En el intestino delgado, lo normal es que no haya un exceso de bacterias, se genera un sobrecrecimiento porque migran desde el intestino grueso o colon, que es donde se encuentra nuestra microbiota intestinal, hacia el intestino delgado.

A la hora de tratar un SIBO, no podemos quedarnos solamente con “matar” a este exceso de bichitos, sino que se trata de mejorar el espacio en el que viven, de equilibrar el ecosistema, de hacerlo más fuerte para que así se les quiten las ganas de seguir ocupando ese espacio.
No te quedes solamente con: “Tienes SIBO”, tienes que tomar antibióticos y seguir una dieta baja en FODMAP.
¿Por qué hay cada vez más casos de SIBO?
El SIBO comparte muchos síntomas con el SII (síndrome del intestino irritable) y otras disbiosis. De hecho, el SIBO es potencialmente responsable de un gran porcentaje de los casos de SII. Este es un trastorno que implica una alteración del eje intestino-cerebro, que es la vía de comunicación entre tu cerebro y tu intestino. Una alteración en esta conexión comporta síntomas gastrointestinales como cambios en el ritmo intestinal y en la consistencia (estreñimiento, diarrea, alternancia diarrea/estreñimiento), dolor abdominal, gases, etc.
Por desgracia, suele ser un diagnostico que se da a muchas personas a las que acaban sentenciando con la etiqueta de ≪colon irritable≫ de por vida por, tras haber descartado otras patologías graves, no saber de donde puede venir la cosa.
Aunque muchas veces se entremezclan los síntomas, distinguir entre ambas disbiosis será importante para tener claro qué causa los síntomas y poder empezar a tratar desde ahí.
Algunas de las causas de SIBO
- Intoxicación alimentaria o SIBO postinfeccioso (suele ser la más frecuente)
- Déficit en la producción de ácido gástrico (hipoclorhidria), de bilis y de enzimas pancreáticas
- Otros tipos de disbiosis o desequilibrios en nuestra microbiota: sobrecrecimiento de parásitos, proteoliticas, firmicutes en exceso y otros microorganismos ≪buenos≫ en déficit
- Consumo excesivo de fármacos (antibióticos, antiácidos, antiinflamatorios, etc.)
- Enfermedades: celiaquía, enfermedad de Crohn, hipotiroidismo, etc.
- Estrés crónico: empeora el funcionamiento digestivo (falta de enzimas, acido clorhídrico…), mal descanso…
- Alimentación proinflamatoria acompañada de muchas comidas al día.
- Factores anatómicos: obstrucciones intestinales o cirugías en el intestino, cirugías bariátricas.
- Alteraciones del CMM o complejo motor migratorio (por lo anterior o por otros motivos).
Tipos de SIBO
No hay un solo tipo de SIBO, actualmente podemos distinguir 4 tipos:
- SIBO hidrógeno
- SIBO metano
- SIBO sulfuro de hidrógeno
- SIFO o SIBO fúngico
*La manera en cómo se manifiesta, dependerá mucho del tipo de SIBO que haya.
De manera general, los síntomas más característicos del SIBO son:
- hinchazón abdominal (a veces muy exagerada)
- exceso de gases
- diarrea o estreñimiento (o alternancia)
- deficiencias nutricionales
- intolerancias alimentarias, etc.
*Se trata de síntomas que pueden alterar el rendimiento de los deportistas durante los entrenamientos o las competiciones.
¿Cómo sé si tengo SIBO?
Los síntomas del SIBO pueden ser similares a los de otros trastornos gastrointestinales, como el del Síndrome del Intestino Irritable (SII), por lo que es recomendable que un profesional especializado en el tema haga un buen diagnóstico de la clínica, los síntomas, los hábitos en general, e incluso del pasado, además de las pruebas de aliento.
Una de las pruebas que más se usa es la prueba del aliento o Test de aire aspirado de lactulosa o glucosa, por ser sencilla y no invasiva. Mide la concentración de gases (hidrógeno, metano y sulfuro de hidrógeno), tras la administración del sustrato o azúcar (lactulosa o glucosa).

Si nos basamos únicamente en la prueba del aliento, el diagnóstico se queda un poco cojo, debemos tener en cuenta que hay 4 tipos de SIBO y cada uno con sus particulares características, y que se pueden dar falsos positivos y negativos. La mayoría de las pruebas suelen medir 2 tipos de SIBO, algunos laboratorios ya miden hasta 3.
En el caso del SIFO, el diagnóstico es más complicado y requiere una endoscopia con aspirado. No existe por el momento ninguna prueba 100% fiable que diagnostique los cuatro tipos de SIBO. No es un diagnóstico fácil si nos basamos en pruebas, por eso es IMPORTANTE valorar clínica y síntomas.
RECOMENDACIONES GENERALES EN EL TRATAMIENTO DEL SIBO
¿Cómo puedo mejorar si tengo SIBO?
Si tienes SIBO, no basta con tratar solo los síntomas con antibióticos y una dieta baja en FODMAP, un tipo de dieta terapéutica en la cual se eliminan o disminuyen todos los azúcares fermentables (monosacáridos, disacáridos, oligosacáridos y polioles). Al haber diferentes tipos de SIBO y entender que cada cuerpo tendrá unos síntomas u otros, el abordaje o tratamiento habrá que individualizarlo mucho.

Suelo poner el ejemplo de que tenemos un campo que necesitamos limpiar y abonar para que crezca lo que sembremos. Para ello debemos tener en cuenta tres fases:
- Limpiar, eliminar lo que no debe estar y equilibrar la microbiota intestinal con herbáceos, a veces antibióticos, y una alimentación adecuada a tu disbiosis y tolerancia.
- Recuperar el espacio. Para plantar semillas, abonar y alimentarlas para que puedan crecer.
- Mantener el sistema, la parte más crítica porque solemos bajar la guardia cuando empezamos a encontrarnos bien.
1/ Alimentación
Para tratar o prevenir el SIBO, o cualquier otro desequilibrio o enfermedad, siempre va a ser mejor, hacerlo de una forma sencilla, empezando con la ALIMENTACIÓN, al eliminar determinados alimentos.
Recomiendo 3 etapas, empezando con una restricción controlada donde se eliminan los alimentos durante un mes como máximo. Para pasar a una reintroducción progresiva para ir comiendo algunos alimentos poco a poco y que puede durar de 2 a 4 meses. Y acabar con el mantenimiento o adaptación, donde se reintroducen todos o casi todos los alimentos saludables.
A la hora de seguir dietas para SIBO, como la baja en FODMAP, debemos tener en cuenta que su objetivo es restringir el “alimento” de las bacterias que están sobrecrecidas.
- Son muy restrictivas, y deben ser una estrategia terapéutica puntual para aliviar los síntomas.
- No debemos olvidarnos de que calman, pero no curan, ni se pueden mantener toda la vida porque pueden producir carencias.
- Además, se ha visto que una dieta baja en FODMAP puede modificar la composición de la microbiota, reduciendo específicamente la abundancia de bacterias beneficiosas.
En general, las dietas para el SIBO evitan alimentos como: azúcares, harinas y carbohidratos refinados, alcohol, grasas hidrogenadas… todos los productos procesados. Pero se debe individualizar la adaptación de la dieta, ya que dependerá del tipo de SIBO que haya o de la tolerancia que tengamos.
En general, algunos de los alimentos peor tolerados según el tipo de SIBO son:
- En el caso de SIBO hidrógeno o metano, los alimentos altos en FODMAP.
- En el caso del SIBO sulfuro de hidrógeno, los alimentos ricos en compuestos azufrados.
- En el caso del SIFO, los azúcares y carbohidratos refinados.
Dieta baja en FODMAP
De todas las dietas específicas, la más utilizada, estudiada y en la que me voy a enfocar en el libro es la dieta baja en FODMAP (por sus siglas en inglés: fermentable oligo-di-Monosaccharides and polyols, o lo que viene siendo oligosacaridos, disacaridos, monosacaridos fermentables y polioles).
Limita los hidratos de carbonos fermentables, que son los que provocan la aparición de gas y distensión abdominal, entre otras cosas, debido al sobrecrecimiento. En el caso del SIBO, funcionaría únicamente para los SIBO hidrogeno y metano. Y no debe aplicarse más de un mes.
Los azucares que se consideran FODMAP son:
- Azúcares fermentables
- Fructosa: frutas, miel, siropes o jarabes
- Lactosa: lácteos y en muchos productos procesados
- Fructanos: trigo, centeno, ajo y cebolla
- Galactanos: legumbres
2/ Tratamiento ANTIBIÓTICO o NATURAL mediante herbáceos o combinación de ambos
Como ya sabes, necesitas una receta médica para poder tomar antibióticos, el especialista será la persona que decida si necesitas usarlo. Normalmente, el SIBO se trata con rifaximina, seguida por la neomicina. Debes tener en cuenta, que los antibióticos por sí solos no abordan por completo la disbiosis microbiana asociada al SIBO, ya que no “restauran” ni mucho menos el pequeño “desastre” que hay en tu intestino.
Los herbáceos como el ajo, aceites esenciales antisépticos, infusiones de plantas digestivas, especias, etc., son una buena opción, se suele recomendar el aceite esencial de orégano, pero también pueden tener efectos secundarios indeseados y requieren dosificación y pautas específicas por un especialista en fitoterapia.
3/ Trabajar OTROS FOCOS como: mucosas digestivas, funcionalidad digestiva, microbiota intestinal, estrés y gestión emocional
No te olvides:
- Escucha a tu cuerpo. Tan necesario es realizar ejercicio como tener energía. El descanso no es un lujo, es parte fundamental del proceso de recuperación y clave para mejorar el rendimiento. No tener un buen descanso e ignorar las señales de fatiga puede estresar aún más a tu cuerpo y aumentar la inflamación, algo especialmente importante en el SIBO.
- Mantente bien hidratado. El agua es esencial para el transporte de nutrientes, la regulación de la temperatura corporal y la eliminación de toxinas. Además, la deshidratación puede ralentizar la motilidad intestinal, empeorando síntomas como el estreñimiento y/o diarrea. Bebe a lo largo del día. Sobre todo, durante el momento en que haces ejercicio.
La dieta FODMAP no es la solución para todo. Solo calma síntomas, NO CURA. Eliminando alimentos a diestro y siniestro, sin nada más, no solo no curará, sino que agravará el problema. No debes seguirla más de un mes.
Recuperar la salud no consiste en tomar pastillas para acallar la dolencia, sino implementar unos cambios en tu vida, donde la parte EMOCIONAL y el ESTRÉS necesitan ser comprendidos y tratados de forma integral.
*Sobre la autora:

Mireia Velasco es experta en naturopatía y nutrición integrativa. Su trabajo se centra en mejorar el bienestar integral de las personas a través de una alimentación personalizada y un estilo de vida saludable. Con un enfoque holístico, enseña a escuchar al cuerpo y adoptar hábitos sostenibles sin recurrir a dietas restrictivas.
WEB: www.mireiavelasco.com
INSTAGRAM: @mvelasco_nutri