Viaje al Maratón de Atenas: siguiendo las huellas de Filípides

25 siglos después o 25 años más tarde. 25 siglos de la legendaria carrera de Filípides y 25 años del momento de mayor gloria de nuestro atletismo firmado por Abel Antón. Esta es la historia del regreso a Maratón.

Fran Chico. Fotos: JCD Fotografía

Los maratonianos hemos salido bien parados. Nos quejamos de que por culpa de la Reina de Inglaterra tenemos 2.195 metros de extra. Esa fue la distancia que se sumó al Maratón porque era la distancia para que en los Juegos Olímpicos de Londres de 1908 la salida pudiera darse frente al balcón real del Palacio de Windsor y la meta en el estadio White City de la capital británica. Pero podía haber sido mucho peor si realmente se hubiera rendido el homenaje que se merecía Filípides.

La leyenda popular dice que el origen de la carrera se encuentra en la Batalla de Maratón cuando Filípides habría corrido hasta Atenas para anunciar la victoria sobre los persas y que murió extenuado tras dar la noticia. En realidad, Filípides corrió desde Atenas hasta Esparta para pedir refuerzos, lo que serían unos 213 km. Esparta rehusó ayudar a los atenienses, alegando encontrarse en fechas de celebraciones religiosas. La gesta que fue relatada por Herédoto tiene una carrera anual en homenaje a la gesta de Filípides: la Spartathlon, que recorre la distancia de Esparta a Atenas.

AHORA HACE 25 AÑOS

Siguiendo las huellas de Filípides nuestro relato salta hasta un caluroso día del mes de agosto de 1997. El que seguramente ha sido el día de mayor gloria del atletismo español. Oro y plata en un Mundial de Maratón, y no en un Mundial cualquiera, en la cuna del deporte. Martín Fiz se presentaba en la salida como campeón del mundo, título que había logrado dos años antes en Gotemburgo (Suiza). Esta vez tenía un nuevo rival, Abel Antón, con el que había competido en las carreras de campo a través desde niño, que venía de ganar los maratones de Londres y Berlin con una marca de 2h 07’ 57”.

atenas2Un cuarto de siglo después Abel Antón y Martín volvieron la línea de meta del maratón ateniense

Todos conocemos la historia. Martín Fiz tirando hasta que a apenas 200 metros de la meta llegó el ataque de Abel Antón. El vitoriano pidió el relevo al de Soria, pero este le dijo que no podía, “que iba justo”. Aquel maratón dejó mucha gloria pero también unas cuántas heridas en la relación entre Fiz y Antón.

“Las rencillas no llegaron a tanto. Martín era campeón del mundo y cuando uno plantea una carrera lo hace para ganar. Así fue y cada uno planteó una táctica diferente. La táctica suya era tirar lo máximo posible para llegar a la meta y yo tenía claro que lo único que tenía que hacer era aguantar el ritmo que impuso porque si llegaba a los últimos metros así tendría opciones”, recordaba Abel Antón mientras visitábamos la Acrópolis 24 horas de volver a correr, 25 años después, desde Maratón hasta Atenas.

Antón y Fiz lucieron los dorsales 1 y 2 aunque Martín, lesionado, sólo pudo hacer de forma simbólica el primer y el último kilómetro. “Le he estado esperando como si fuera mi hijo. Expectante, nervioso e inquieto”. Lo que es la vida, justo en el mismo sitio dónde hace 25 años Abel lanzaba su ataque victorioso esta vez le daba un tirón que le obligó a pasar a estirar para finalmente entrar dos los juntos para vivir la entrada en el que es el estadio más histórico del deporte mundial.

Siempre se disfrutan esos 200 metros finales de un maratón, pero en el Maratón de Atenas son sobrecogedores cuando entras en el estadio Panathinaikó, también conocido como el Kallimármaro (el "mármol hermoso"),, que acogió la primera edición de los Juegos Olímpicos Modernos en Atenas 1896. Reconstruido a partir de los restos de un antiguo estadio griego, el Panathinaikó es el único estadio importante en el mundo construido enteramente de mármol blanco (del Monte Pentélico). En los tiempos antiguos, fue utilizado para alojar la parte atlética de los Juegos de las Panateneas, en honor de la diosa Atenea. Durante la época clásica, el estadio tenía asientos de madera. Fue reconstruido en mármol, por el Arconte Licurgo, en el año 329 a. C. y fue ampliada y renovada por Herodes Ático, en el año 140 d. C., con una capacidad de 50 000 asientos.

“Yo no había vuelto a Atenas desde hace 25 años y aunque esta vez no pude hacer el Maratón entero al entrar el estadio he vuelto a sentir aquel gran triunfo del maratón español y piensas en cómo pudimos ganarlo porque es una carrera muy dura. Me he emocionado volviendo a entrar a este estadio impresionante y esta vez de la mano del que fue mi gran rival y hoy es mi gran amigo. Hemos hecho el recorrido atlético desde que teníamos trece años. Nuestro mundo no es una moda sino un modo de vida. Nos gusta, es nuestra válvula de escape y hemos tenido el privilegio de que nuestra afición ha sido nuestra profesión”,  me comentaba Martín en la cena post-maratón en la que incluso se atrevió a salir a bailar el baile del “Zorba el griego”.

Abel cruzaba la meta en 3h 39, lejos de las 2h 13 de hace 25 años que le dio el oro, pero esta vez no importa ni el puesto ni la marca sino recordar el día que dos españoles eran los amos del maratón mundial.

NO ME EXTRAÑA COMO ACABÓ FILIPIDES…

No podía dejar pasar la oportunidad de participar en el Maratón, en el Maratón Auténtico como le llaman ellos. La verdad es que es el Maratón de Atenas es para escaladores. Vaya colección de cuestas desde el km 11 hasta el km 32. Como decía alguien, no me extraña como acabó Filípides si tuvo que hacer esto sin avituallamientos, ni geles, ni zapatillas con placa de carbono. Pese a que los 10 primeros kilómetros son completamente llanos y desde el 32 siempre tirando hacia abajo acumulas 368 metros de desnivel (para que tengáis el dato para comparar, el desnivel total del Maratón de Sevilla son 10 metros).

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Espectacular la recta de llegada en el majestuoso Estadio Panathinaikó

A la dureza hay que sumar el madrugón de las 4 y media de la mañana (espectacular la movida para llevar en autobuses a los 15.000 participantes hasta Maratón) y el calor (menos mal que había avituallamientos cada 2’5 km). En Maratón hay un museo sobre la historia de los 42’195 (www.marathonrunmuseum.com) y luego el recorrido es una carretera que va atravesando algunas poblaciones hasta entrar en la capital helena para los últimos 8 km. Público no hay demasiado salvo en el último kilómetro pero hay que decir que son muy entusiastas animando.  Y, como ya hemos comentando, tiene esa recta final que saboreas la historia del deporte como nunca en el Estadio Panathinaikó.

Una cosa muy buena del evento es que no hace falta ser maratoniano para disfrutar de cruzar esa meta tan especial corriendo. El sábado hay una carrera nocturna de 10 km y el mismo domingo una de 5 km que termina antes de la llegada de los maratonianos.

EL SUEÑO DE CRISTIAN

Podría ser una obra de un poeta griego, pero para terminar nuestro relato sobre la herencia atlética que nos dejó Filípides voy a hablar de la parte más emocionante. Si fue muy especial el abrazo de Martín y Abel bajó el ateniense arco de llegada, todavía fue más ver correr uno de esos “Carros de fuego”, ese movimiento que arrancó en Sevilla y que nos ha demostrado que absolutamente todos podemos ser finishers de un maratón.

Cristian es un chaval que acaba de cumplir los 18 años con diversidad funcional debido a una subida de tensión que sufrió su madre en el parto.  Cristian es una de esas personas que realmente merece la pena conocer y pasar tiempo con él. Estudia, lleva su podcast y tenía el sueño de poder hacer un maratón en el extranjero, algo que cumplió en Atenas gracias al apoyo de Sports Santander que quería que fuera protagonista también en el reto de sus dos embajadores Martín y Abel.

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El proyecto de "Carros de fuego" llegó hasta Atenas gracias a la colaboración del Banco Santander

“Carros de fuego” hace posible que estas personas pueden ser uno más en las carreras y nació gracias a los padres de Casilda, que eran atletas antes de ser padres, que como a todos nos cambia la vida pero a ellos más debido a que nació con diversidad funcional. Ellos salieron a correr con Casilda y viendo que le hacían tan feliz se dijeron que por qué no podrían disfrutar igual los hijos de otros padres que no fueran deportistas. Esa fue la semilla de los “Carros de fuego” que ha permitido que sueños como el de Cristian y otros muchos que vendrán.

 
El sueño de Cristian en el Maratón de Atenas

 

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