El diferente tipo de acción muscular que comporta la carrera a pie con el pedaleo siempre ha generado cierta reticencia por parte de los ciclistas a ponerse unas zapatillas y correr, más aún en plena temporada. Las molestias, en forma de las populares agujetas, que provocan la carrera a pie en ciclistas no adaptados son muy intensas y siempre ha sido el motivo por el cual correr a pie nunca ha sido bienvenido en el ciclismo. Estas agujetas son de lo más normal, sólo un proceso inflamatorio por un tipo de trabajo muscular al que no estamos acostumbrados, en el que existe una fase de frenada o estiramiento del músculo que nunca se produce pedaleando.
¿Y qué pasa si nos adaptamos a correr?
Actualmente y en especial con deportistas cada vez más multidisciplina y versátiles en su preparación, se ha demostrado cómo el correr a pie no sólo no es perjudicial, sino que puede ser un excelente complemento en la preparación física del ciclista, desde el amateur e incluso en el de más alto nivel, como se ha visto entre grandes estrellas mundiales como Wout Van Aert o el mismísimo Nino Schurter, quienes incluyen la carrera a pie en sus programas de entrenamiento.

La clave para poder incluir la carrera en la preparación de un ciclista es que esté mínimamente adaptado a ella y para eso es necesario correr regularmente. Sólo así se consigue que los puentes de Actina y Miosina (las estructuras que a a postre materializan la activación muscular, soporten las fuerzas de frenado del músculo y el estiramiento o elongamiento de sus fibras. Para ello no se requieren grandes volúmenes de entrenamiento a carrera a pie, pero sí hacerlo de manera más o menos regular, con al menos una o dos sesiones semanales.
¿Y puede beneficiarnos?
Como ocurre siempre en términos de preparación física, dependerá del contexto y el perfil de cada deportista, pero correr a pie es una buena opción para activar el metabolismo, por ejemplo, para quienes optan por el entrenamiento en ayunas para mejorar la eficiencia de la metabolización de grasas, pues para ello no es necesario ejercitarse más de 30’ por la mañana y en ese sentido, las sesiones de carrera se pueden ajustar perfectamente. En otro orden de cosas, correr a pie supone un sobresaliente estímulo para fortalecer y reforzar estructuras tendino-ligamentosas, que por la ausencia de impacto no se estimulan en el pedaleo.
Por otro lado, la circunstancia de que al correr se produce y potencia el ciclo de estiramiento y acortamiento muscular, favorece como consecuencia las manifestaciones más explosivas de la fuerza, algo que en bicicleta sólo puede trabajarse de manera muy específica y que en ciclistas suele descuidarse al identificar este tipo de esfuerzos como antogónicos al rendimiento en ciclismo y, en realidad, no lo es.
¿Hay que tener cuidado?
Como en cualquier práctica deportiva, existe riesgo de lesión. En el caso de la carrera a pie, hay que tener precaución con el material (el tipo de calzado que usamos) la técnica de carrera y los volúmenes de entrenamiento. Si eres ciclista no puedes convertirte en runner de la noche al día, sino que debes tomar la carrera como un complemento, de manera que no ocupe más del 10 al 25% de tus entrenamientos totales de la semana. Espaciar en el tiempo las sesiones, dejando días de descanso para la carrera entre medio y realizar tanto estiramientos como sesiones de masaje para mantener la movilidad artícular y evitar sobrecargas en las zonas musculares más solicitadas.