Los bomberos la rescataron en parada cardiorrespiratoria y con una temperatura de sólo 18 grados. Fue ingresada en el Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Vall d'Hebron donde el equipo del Dr. Eduard Argudo aplicó por primera vez en un caso de hipotermia severa el dispositivo ECMO, que permite suplir la función cardíaca a través de un sistema que oxigena la sangre fuera del cuerpo y la devuelve al organismo después de controlar su temperatura con un circuito de agua.
Este sistema consiguió que el corazón volviera a palpitar 6 horas más tarde y, lo más importante, sin secuelas. “Sólo me falta recuperar la sensibilidad y la movilidad en las manos, pero los doctores confían en que volveré a sentir la punta de los dedos", ha comentado Audrey en la rueda de prensa en la que ha vuelto a encontrarse con el equipo que se encargó de su rescate en la zona de la Vall de Núria y que hizo un trabajo espectacular. Sus técnicos explicaron al llegar a la zona donde estaba que “Audrey está inconsciente, rígida y tras una primera exploración, no le encontramos ningún signo de vida". De todos modos, empiezan las maniobras de reanimación. "No se da por muerta a una persona hasta que recupera la temperatura corporal normal, 37 grados. Audrey estaba a 18 grados. Esto es una hipotermia en grado cuatro. A esta temperatura el cerebro puede tolerar un paro cardíaco hasta seis horas, un tiempo diez veces superior que a 37 grados. Pero teníamos que ir con cuidado porque cualquier manipulación brusca puede provocar un fallo cardíaco irreversible".
El Dr. Argudo explicó que cuando entró en el hospital de Barcelona tras la evacuación en helicóptero “Audrey estaba a 20,2 grados, fría, sufría hipotermia y no tenía pulso y su corazón tampoco tenía actividad eléctrica. Parecía muerta, pero como tenía hipotermia, no tiramos la toalla. La llevamos directamente al quirófano para colocarle las cánulas de la máquina ECMO que hace las funciones del corazón y los pulmones. Extrae la sangre de la paciente, la oxigena, la calienta y la devuelve al organismo. La sangre sale oscura, casi negra y vuelve roja, gracias al oxígeno. Fuimos aumentando la temperatura poco a poco. Tenía un fallo multiorgánico, ni los pulmones, ni los riñones ni el corazón respondíán, también tenía el esternón y costillas fracturadas de los masajes cardíacos, pero eso era lo de menos. Cuando llegamos a 30 grados, le dimos una descarga eléctrica y su corazón volvió a bombear. Lo que más miedo nos daba es que hubiera alguna lesión cerebral. Pero cuando le retiramos la sedación, Audrey comenzó a hablar".
Tras sólo 12 días en el hospital, los 6 primeros en la UCI, pudo volver a casa por su propio pie. Final feliz para una historia con moraleja: nunca, nunca, hay que perderle el respeto a la montaña.