Montserrat Clavero, no hay ironman que se le resista a los 63 años

La historia de Montserrat Clavero, una deportista que a sus 63 años termina varias carrera con una distancia equivalente a un Ironman al año, ¡y que tiene como hábito levantarse a las 6 para nadar! Todo un ejemplo motivación deportivo

Sara Álvarez

Montserrat Clavero, no hay ironman que se le resista a los 63 años
Montserrat Clavero, no hay ironman que se le resista a los 63 años

Si ves una mujer "no tan joven" y muy sonriente en un triatlón de larga distancia, no lo dudes: se trata de Montserrat, que a sus 63 termina varias carreras distancia Ironman al año. Curiosamente, a Montse de pequeña no le dejaban practicar deporte. "Yo era asmática, y en aquella época a los niños con asma no nos permitían realizar actividad física. A mí me encantaba el deporte, igual precisamente por la prohibición. Lo hacía a escondidas y en el instituto me enganché al basket". 

Seguro que Monserrat sí que recomendó actividad física a sus pequeños pacientes, porque estudió pediatría. "Poco después de acabar la carrera, eran las fiestas del barrio y me apunté a una carrera que organizaban, ¡quedé primera de mi categoría sin haber entrenado prácticamente nada! Volvía a estar enganchada".

En el 83 comenzó a correr con un grupo y a participar en carreras, primero de 10 km y enseguida medias maratones. "Corrí mi primer maratón, el de Barcelona, en el 85. Me encantó, seguí el ritmo marcado para hacer tres horas y media y no sufrí nada".

Muy pronto Montse descubrió el triatlón. "En el 86 se organizó el primer Triatlón de Banyoles, a mí me pareció algo maravilloso esto de nadar, pedalear y correr. Y allí estuve. Desde entonces, he participado en los 31 que se han celebrado. Más adelante, en “distancia C”, que es un poco menos que un Ironman. A mí me gustan las largas, porque nunca he sido rápida. En 2003 se celebró en Ibiza el campeonato del Mundo de larga distancia y quedé cuarta en mi categoría".

Montserrat participó en su primer Ironman en 2004. "Me lo pasé muy bien. Creo que lo importante es no sufrir. También fue la primera de las cuatro veces que he conseguido la clasificación para el Ironman de Hawái… pero nunca he podido ir, aunque me hubiera encantado”.

El motivo es que debe cuidar de su madre, que tiene 102 años y padece Alzheimer desde hace 30. Montse dejó la pediatría y montó el Centro de Día Noray, con la intención de darle a su madre y a otros enfermos las mejores atenciones que fuera posible. Prefiere cuidar ella misma de su madre día y noche. “Entreno todo lo que puedo… que casi siempre es poco. Cuando tienes un enfermo de este tipo en la familia aprendes que no puedes hacer planes, que tienes que irte adaptando cada día. Yo antes iba a las carreras a disputarlas en mi categoría, o al menos me retaba a mí misma. Ahora voy a disfrutar y a acabar, aunque trato de no llegar la última".

Se lesionó el menisco y le cuesta mucho correr. "Nunca me he lesionado entrenando, siempre ha sido cuidando a mi madre. Me duele aquí y allá. Me ha costado muchos lloros, pero ya tengo claro que no puedo correr y solo lo hago en las carreras. Aun así, hago un par de Ironman al año. Y cuando empieza la temporada, participo en un triatlón cada fin de semana. A veces, uno el sábado y otro el domingo; porque los fines de semana mi hermano puede cuidar de nuestra madre y es cuando realmente tengo tiempo. La competición me sirve como entrenamiento, disfruto mucho. La gente me conoce, me llama por mi nombre".

Con ese ritmo, sorprende saber cómo entrena Montserrat. "A las seis voy a la piscina, para regresar antes de que mi madre se despierte. Hago rodillo tres días por semana en el salón, donde pueda verla, cuando regresamos a casa por la noche. A veces mi madre me pregunta si voy muy lejos, o por qué no me muevo si voy en bici… sus preguntas han ido cambiando según evolucionaba su enfermedad".

Montse aprovecha un hueco a media mañana en el que los pacientes del centro de día tienen psicomotricidad para ir 40 minutos al gimnasio. "Hago sobre todo elíptica, que es lo más parecido a la carrera sin impacto".

Con historias de motivación como esta, ¡a ver ahora quien dice que no tiene ganas de entrenar! Si te ha gustado y quieres seguir leyendo historias de esas personas no tan jóvenes pero para las que el deporte forma parte esencial de su vida, tienes que conocer a Superpaco, un corredor que con 78 años y que sigue saliendo a correr todos los días, incluyendo alguna travesía nocturna una vez por semana, que es de unos 40 o 42 kilómetros. Pero hay más historias sobre los "superabuelos" del running, como la de Madonna Buder, la monja corredora que fue la persona de mayor edad en completar un Ironman o Harriete Thompson, que con 92 años fue la mujer dde más edad en completar un maratón. Otra muestra de esa pasión por el deporte la encontramos en Francisco Barbero, natural de Jaén y que con 69 años mantiene su ritmo de devorar 11 y 12 kilómetros diarios.