- Si vas con agencia oficial se va en bus hasta el mítico Puente de Verrazano, pero es muy recomendable ir en barco (es gratis) desde Battery Park, una opción que permite apurar más y estar menos tiempo en la zona de salida, y además de regalo ver amanecer mientras navegas junto a la Estatua de la Libertad.
- A la zona de salida sólo puede entrar la gente con dorsal (lo revisan uno a uno). Hay un estricto control de entrada con arcos de seguridad, como si fueras a coger un vuelo. Sólo se permiten las bolsas transparentes que da la organización (cualquier tipo de mochila, incluso un Camelbak, está prohibido).
- La espera hasta la salida (hay 5 oleadas, la primera de ellas a las 08:55 h y luego cada 30 min). Se organiza todo en un campamento con tres áreas: la rosa, la naranja y la azul, que corresponde a las tres zonas de salida. Puedes estar en cualquiera de ellas, pero ojo, localizar muy bien vuestra entrada al cajón, ya que los cierran 45 minutos antes de cada salida y no dan ni un segundo de cortesía. Si llegas tarde, tienes que esperar ya a la siguiente oleada.
- Hay que llevar mucha ropa de abrigo (que luego se recoge para dar a las personas necesitadas), ya que a esas horas del día y al lado del mar, hace normalmente un frío que pela. Hay algunas carpas en salida (en una de ellas se puede escuchar misa) pero evidentemente no hay 55.000 plazas, por lo que toca esperar al descubierto y sentado en un bordillo. Desde los atentados en el maratón de Boston se prohibieron tiendas de campaña, sacos de dormir, edredones, además de las caretas que impidan verte el rostro, y los disfraces que se excedan del perímetro del cuerpo (ya no es posible, por ejemplo, ir vestido de la Torre Eiffel).
- Esta espera, junto al madrugón (lo normal es salir de los hoteles no más tarde de las seis de la mañana) y el duro perfil de la segunda mitad, es lo que hace que no sea un maratón para salir a hacer marca, sino para disfrutar de cada detalle. Otra curiosidad: Hay 1.700 cabinas de baño en la zona de salida, pero no se te ocurra hacer tus necesidades en otra zona, y menos aún en el puente de Verrazano, porque te descalifican.
- Más importante que nunca es el desayuno. Por el cambio horario (en realidad para tu cuerpo se da la salida sobre las tres de la tarde), es fácil tener hambre durante la carrera si no desayunas bien. El maratoniano Asier Cuevas nos decía hace dos años, cuando fue el mejor español en meta, que si era hora de comer había que comer más que desayunar. Allí en la salida te dan bagels (como un donut pero duro y de pan), café, té, agua, plátanos, Gatorade (o la bebida isotónica que patrocine) y barritas en plan “buffet”, pero lo normal es llevar tu yogur con cereales o lo que sea tu desayuno habitual.
- Siempre recomendamos usar la salida azul o naranja, ya que son las que salen por la parte superior del puente de Verrazano, que ofrecen las mejores vistas. Si te ha tocado el dorsal rosa, puedes cambiar, pero a un cajón cuyo número sea superior a tu número de dorsal. Lo mismo si sois varios amigos y queréis ir juntos, podéis hacerlo yendo a la salida del que tenga el dorsal más alto y la letra del cajón más alta del abecedario.
- Los momentos previos están marcados por el canto a capela del himno americano y, tras el cañonazo de los Marines, empieza a atronar el “New York, New York” de Frank Sinatra mientras avanzas hacia el puente. Un truco, mantener una sudadera de abrigo hasta que bajéis del puente (son unos 3 km), porque suele hace mucho viento y es fácil coger frío.
- En los puentes no está permitido el acceso al público, pero en cuanto bajas de Verrazano ya entras en Brooklyn, que es donde más anima la gente. Entre la emoción, el recorrido favorable hasta el medio maratón y el griterío ensordecedor, es fácil lanzarse por la adrenalina…y luego pagarlo. Otro detalle: Ponte tu nombre en el frontal de la camiseta en letras bien grandes. Te sentirás como en casa de lo que te van a chillar por tu nombre. Animan tanto que hasta cuando entras en Williamsburg, sobre el km 16, casi te relaja el silencio de esta zona, la de los judíos, donde al ser domingo es laborable (y el maratón les respeta y no hay tampoco puntos de animación).
- El medio Maratón está en la mitad de la subida de la subida del puente Pulasky, con el que ya pasas al barrio de Queens, en el que estarás hasta el Puente de Queensboro (km 25). Es 1’5 km de subida que resultan algo agobiantes, ya que es bastante cerrado y de pronto se hace el silencio…pero justo al bajar y entrar en la 1ª avenida cuando vas a vivir un momento muy especial, ya que según vas bajando el puente oyes el griterío de los miles de personas que te esperan ya en Manhattan.
- Siempre digo que el muro en Nueva York está antes. El cuerpo viene con la paliza del viaje en avión más el jet lag y el madrugón, y si le sumas la subida al puente, si no has reservado es fácil empezar a tener problemas ya en la 1ª avenida, una recta de casi siete kilómetros muy ancha, en la que te vas haciendo pequeño. Está a rebosar de público y es una buena idea ir pegado a un lateral para sentirse más arropado. En el km 30 tienes el único punto de gel (los colores de los voluntarios que los reparten te indican el sabor), mientras que agua y el Gatorade los tienes en cada milla desde la 3ª a la 25ª. Comida sólo tienes con plátanos en la milla 20 y 23 aunque hay gente se monta su propio avituallamiento y te dan desde chuches y hasta papeles para que te seques el sudor.
- En el Bronx estás tres kilómetros escasos y hay menos público, pero muy enrollado. Un nuevo puente, el de Madison Avenue, ya te lleva a Harlem camino del gran reto final: recorrer la 5ª avenida y sus 79 calles (desde las 138 a la 59), siendo la última milla una subida con un desnivel moderado, pero que en el km 36 hace mucho daño. Cuando sales de la 5ª avenida para entrar a Central Park, nada más entrar hay una zona llana, aprovéchala para recuperar fuerzas porque luego vienen las continuas subidas y bajadas en el parque. Sales a la 5ª venida a la altura del hotel Plaza, y tienes que recorrer la calle 59 hasta la estatua de Colón (ya en la 8ª avenida) en la que a ritmo del grupo que está tocando en la esquina, vuelves a entrar al parque para hacer los últimos 600 metros, ya en la recta de las banderas de los países. Para que no te falle la cara de esfuerzo en meta, los últimos 800 metros son un repecho elegante. Otra curiosidad: En ningún caso entres en meta si no has hecho el recorrido completo, ya que la organización te va a descalificar y prohibirte correr el maratón de Nueva York nunca más.
- Al cruzar la meta, un voluntario te dará tu medalla de finisher y su mejor “congratulations!”. Luego arranca otro “maratón”: volver al hotel. Al apuntarte, has podido elegir entre bolsa de ropero (que dejarás en un camión en la salida) o recibir un poncho en meta (que está increíble, con forro polar interior y capucha). Si tienes bolsa, deberás caminar mucho más para poder salir; con el forro abandonas antes el parque, aunque no te quita una caminata de media hora o más hasta volver a la plaza de Columbus, dónde podrás coger el metro para volver a tu hotel. En meta también te dan la llamada “recovery bag” con una manzana, agua, bebida isotónica, una barrita y unos frutos secos.
- Luce tu medalla. Al día siguiente sal con tu medalla al cuello a pasear por la ciudad. Te sorprenderá la cantidad de veces que te van a felicitar por la calle, gente que no conoces de nada, para los que eres un pequeño héroe sólo por haber corrido “su” Maratón. Además hay tiendas en las que te hacen regalos e incluso te dejan subir gratis a “The Edge”, uno de los rascacielos más conocidos de la ciudad que nunca duerme.

¿Y CÓMO CONSIGO ESTAR ALLÍ?
La verdad es que casi es más difícil conseguir el dorsal que correr los 42,195 metros. Hay tres formas: una lotería (las posibilidades de que te toque están sobre el 3%), por marca (también complicado, porque hay tanta gente que la tiene que también hay sorteo entre ellas) y con un tour operador oficial. Con esta opción tienes el dorsal asegurado, aunque tienes que comprar el paquete de viaje entero. Sólo el dorsal ya cuesta 650 €, y dormir en Manhattan es todo menos barato. Al final el pack, con vuelo, hotel con cinco noches, dorsal y servicios (autobús privado a la salida, a la feria del corredor, traslados aeropuerto-hotel-aeropuerto, asistencia en el hotel, personal de apoyo durante toda la estancia, etc) son cerca de 3.000 € por persona.
¡Importante, las plazas vuelan y en Sportravel solo tienen 140 plazas!
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