Buenas tardes, hoy os presento unas escuetas líneas del libro que estoy escribiendo y... no se cuando publicaré ¡Espero que os guste!
Sábado 10 de Mayo
… Momento de reflexión sumergido en el hidromasaje del coqueto hotel, donde me toca pasar otra noche, antes de volar mañana a Atlanta.
¡Vaya carrera la de hoy! Abres la ventana de tu habitación y observas como la lluvia lo inunda todo. Desde allí, te vistes, tomas tu café azucarado y ese trozo de pan (medio azucarado) que aquí llaman Bagel. Son las 5:50 de la mañana y, ya puedo desayunar, tras toda esa pesadilla de mediciones que debo de hacer al levantarme, para recolectar datos para mi tesis doctoral… Afortunadamente la rata de laboratorio no se queja y, cabizbaja sigue ese eterno ritual mañana a mañana.
Hoy no me apetecía escuchar música, quizás por el incidente de ayer en el entrenamiento. Llegué a Grand Rapids en un vuelo placentero y, sin escalas desde Atlanta, leyendo “El héroe discreto" de Vargas Llosa, café en mano, vale ¡café americano en mano! Del aeropuerto al hotel, saco con ayuda de Steve la silla de competir de la caja de vuelos (ataúd para cualquiera que lo vea), montamos a “la bestia", subo a mi habitación y ordeno todo, bien parezco a Jack Nicholson en esa película (olvidé su nombre) en la que interpreta a un transtornado compulsivo, pero a mi me gusta el orden y, antes de correr más. Aquí en este mundo nada funciona al azar, aquí mides hasta los gramos de carbohidratos que ingieres bebiendo en carrera, lo cambias en función de la carrera, lo metes a la nevera y controlas la temperatura,… ¿Ritual ó protocolo?
… Como os comentaba, salí a entrenar a las dos de la tarde con calor, manga corta,… ¿Sol? ¿Estoy en la tétrica Michigan? Comienzo a rodar en el inicio del circuito, donde año a año, me orino encima del frío que paso y, en el kilómetro tres el neumático derecho se pincha y escuchas como el líquido sellante lo repara al instante y… me pone todo perdido “¡Puta madre! ¡Santi esto no es nada, se cruzo una jodida hormiga con clavos y te puteó a ti!". Sigo rodando, entro en el bosque, bordeando el río y va todo genial. Regreso al hotel, solo me quedan siete kilómetros y estoy allí… Kilómetro once y vuelve a estallar el mismo tubular “Puta madre" ¡Esta vez se me cruzó Montoro, Barcenas, Chavez, Wert y la madre que los parió"… Me pongo nervioso, ¿Taquicárdico? Toca cambiar el jodido tubular,… toca llamar a alguien que me ponga el jodido tubular. Esa es la realidad, aquí no viajas con utilleros, mecánicos, etc… Aquí viajas con tu libro de Vargas Llosa, tu orden y tus incidencias.
Llamo a Adam (la semana pasada se cayó a 60Km/h) que sigue vivo. Con sus heridas hasta en el carnet de identidad, pero vivo. “No worries mate, I help you to change the tires"*, me dice con su marcado acento de niño malo de Chicago.
¡Para eso están los colegas! Se pone manos a las obra y con sus brazos herculianos, mete los tubulares sin despeinarse… Todo listo para competir, ceno con todo esa grupeta de Chicago y a las siete me despido. A las ocho y media quiero estar durmiendo. Soy de los que le gusta sentirse en ese “micro universo" el día antes de competir, verme inmerso en mi mundo, sin ruidos, sin nadie que me hable. Mi libro y yo, hasta que cierro los ojos.
Ha tocado calentar en un garaje. 8Km dando vueltas en un círculo de 150m de diámetro (para volverse loco). Peter y Aaron me han dicho de calentar en la calle y, les dije “Yo no voy a mojarme una hora con esta jodida lluvia", así que allí hemos estado Bob y yo, metidos en ese círculo, dando vueltas como dos hamsters en la ruleta de su jaula, pero al llegar a la línea de salida he escuchado de boca de Aaron y Peter “Hace frío tio" y les he dicho “Ese garaje es un balsamo chicos, ya os lo dijo el español".
Carrera alocada, saliendo a toda mecha, te metes en un grupo y pactas todo. Los primeros diez kilómetros con ligero aire a favor, relevos cada milla (1609m) y desde ahí con ligero viento en contra cada media milla. Te mantienes concentrado, los párpados se hinchan del agua que entra en tus ojos, vas medio paranóico, esperando que “Montoro" no se cruce de nuevo en tu camino y, sobretodo observas a tus rivales “¿Atletas que no beben durante 25Km?", mientras tu cada 2 Millas (3,2Km), sorbito de bebida con sus azúcares correspondientes… ¡Gasolina para el motor! Hasta que llega el momento de la verdad, los últimos cuatro kilómetros y “Bhammmm" te pones en modo “killer", ya no hay relevos, ya no hay juego de niños, pones tu corazón a mil y los dos rivales que van detrás de mi, pierden contacto. Disfrutas de esos últimos diez minutos de dolor, ya no queda ni rasto de paranoia de temor a pinchar, eres una jodida máquina, eficiente, un jodido killer. Nada te frena. Cruzas la meta y comienza el ritual. Bajas al parking, ruedas un par de kilómetros, vomitando el corazón, llegas al hotel y tu otro yo, se convierte en tu utillero. Cabizbajo, limpia la silla, las ruedas, estiras, te duchas y sales a la ceremonia de premios... regresas y ya hay otro "Steve" que te ayuda a meter la bestia en su ataúd.
Tras cuatro semanas de estrés en Atlanta, Boston, Londres, Spokane y Grand Rapids,… ¡Necesito un respiro!
Líneas de un soñador
Buenas tardes, hoy os presento unas escuetas líneas del libro que estoy escribiendo y... no se cuando publicaré ¡Espero que os guste!