Evidentemente, si no respiras te mueres, pero entre estar muerto y tener la mejor calidad de vida, hay muchas respiraciones que cuidar y es clave para mejorar tu calidad de vida aprender a respirar bien y mejorar tu técnica respiratoria con un buen entrenamiento. Este mes he tenido la oportunidad de ir a Nascia, un centro especializado en la respiración, especialmente en los casos de estrés y ansiedad, que propuso a Sport Life una prueba con la tecnología que tienen para aprender a respirar bien.
En el reportero de la revista del mes de mayo cuento mi experiencia, las pruebas y los resultados de mi test de respiración, que realicé con Pablo Muñoz de www.nascia.es. Para no 'pisarme' a mi misma y que podáis leer la prueba en la revista, tan sólo os cuento un poquito de lo que he aprendido, lo que más me ha llamado la atención, como que hay tres tipos de respiración básicamente:
A. Clavicular, en la que se recibe el aire con la parte superior de los pulmones, el aire se introduce elevando las clavículas y es la peor forma de respirar, pero la más empleada, especialmente por las mujeres… ¡pero no es mi caso!
B. Torácica, en la que se respira con la caja torácica, la parte superior del tronco, y el aire entra llenando los pulmones hasta su parte media. Es bastante habitual en deportistas populares… ¡pero tampoco es mi respiración!
C. Abdominal, es la que se realiza utilizando también el abdomen, y el aire entra en el momento en que baja el diafragma y se hincha el abdomen, por lo que se consigue que entre más aire y se llenen completamente los pulmones. Al espirar, el abdomen se reduce y el diafragma sube, así se expulsa todo el aire de los pulmones y se consigue una renovación del aire completa. Es la mejor respiración… y es la mía ¡gracias Moto por tus hipopresivos!
Y es que una mala técnica de respiración afecta a muchas más cosas de las que crees, aquí tienes algunos de los problemas que conlleva:
- Falta de oxigenación adecuada del corazón y los pulmones. Lo que conlleva fatiga, sensación de ahogo, atrofia de los músculos, etc.
- Ansiedad, estrés, ataques de pánico. Ya te lo dice tu jefe cuando te agobias: ‘respira, respira’.
- Depresión, cambios de estados de ánimo. ¿A qué cuando estás corriendo no te deprimes? Pues va a ser que entonces respiras correctamente… ‘la necesidad aprieta, pero no ahoga’
- Trastornos digestivos y gastrointestinales. Desde la hernia de hiato, reflujo, gases, estreñimiento, diarreas, úlcera, etc. Seguro que tu médico te ha aconsejado alguna vez clases de meditación cuando vas quejándote de dolor de estómago, y si te das cuenta lo que te van a enseñar es a respirar bien.
- Aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares. Seguro que alguna vez has oído que las personas que tienen un estrés excesivo y no saben controlarlo tienen más probabilidades de tener un infarto… y respirar te ayuda a controlar el estrés. También hay veces que un ataque de ansiedad es confundido con un ataque cardiaco, y al llegar a urgencias y comprobar que todo está correcto, al paciente le dicen que debe relajarse y no hiperventilar al respirar.
- Debilitamiento del sistema inmunitario. Y por consiguiente empeoramiento de todo tipo de enfermedades. Y es que todo está relacionado, cuando respiras bien, tu cuerpo funciona como una máquina bien engrasada y ventilada.
- Disminución del rendimiento deportivo. Cansancio, fatiga, falta de recuperación, dificultad para ganar masa muscular, asma inducida por esfuerzo, etc.
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